A poco de cumplirse los seis años del cierre del Amira de la Rosa, los barranquilleros seguimos echando de menos, el teatro más importante y querido de la ciudad. Es innegable que la actividad cultural de La Arenosa se ha resentido ante la ausencia de este irremplazable escenario, sobre todo en la etapa de recuperación y reactivación económica por la que se transita en el país.
Luego de una serie de episodios desafortunados y su posterior cierre en 2016, finalmente el proceso de recuperación de este inmueble, que en 2006 fue declarado Bien de Interés Cultural de Carácter Nacional, está tomando forma. Han sido años de espera, en los que el anhelo de los barranquilleros por el renacer del Amira ha ido en aumento y las promesas fallidas. De ahí, la molestia de los gestores culturales y la ciudadanía en general por la fecha estimada para el fin de las obras (año 2027), que entregó el Banco de la República, el encargado de recuperar, ampliar y operar el Teatro.
Después de muchas críticas, por las trabas que ha tenido la intervención, se empieza a ver en el emisor la voluntad de avanzar en las fases. Con la pronta aprobación del Ministerio de Cultura, al Plan Especial de Manejo y Protección (PEMP) del Teatro Amira de la Rosa, que define las condiciones de manejo en la recuperación del edificio y su zona de influencia, se logró un importante paso para la materialización de los diseños que deberán garantizar su sostenibilidad y preservación. Esperamos que también se cumpla con la nueva fecha establecida por el banco para la contratación de la firma que será la encargada de ejecutar las obras de restauración del recinto.
Es una buena señal, que como lo anunció el Banco de la República, existan seis firmas interesadas en hacer parte de la licitación. Que la elección se adelante no significa que se salten pasos, estaremos vigilantes y atentos de todo el proceso. Confiamos en que la selección se realice bajo los parámetros establecidos por la ley y cumpliendo con cada uno de los requerimientos del caso. No queremos otra decepción como la que tuvimos con las obras de ampliación y modernización del Aeropuerto Ernesto Cortissoz.
Reconocemos el trabajo juicioso que viene adelantando el Banco de la República, de la mano del ministerio, la alcaldía, los gestores culturales, los grupos académicos y la comunidad, con rigurosos estudios patrimoniales, técnicos y operativos para la intervención del TAR, que por su valor patrimonial requiere un tratamiento especial. Al mismo tiempo, insistimos en imprimirle a las fases una mayor celeridad para que no se siga extendiendo la reapertura del teatro, que se ha convertido en una gran deuda para la ciudad.
Los barranquilleros no vemos la hora de volver al centro cultural, en el que durante años vimos brillar el talento local e internacional. La casa del majestuoso Telón de Boca “Se va el caimán” del maestro Alejandro Obregón, que aguarda en la sede del Banco esperando su regreso.
Queremos el retorno de un escenario adaptado a las necesidades actuales, con las condiciones físicas y digitales necesarias para recibir a todo público, pero que conserve la esencia e identidad, que lo hace un referente de la cultura de Barranquilla y del Caribe.
José David Name