REFLEXIONES E INTERROGANTES SOBRE LA DESNUTRICIÓN GUAJIRA

En la actualidad hay cuatro temas que han mantenido a la opinión pública colombiana expectantes de lo que ocurre primero sobre la paz, y en especial de la famosa paz total su forma como se negoció en la Habana- Cuba  y la actual paz que ha sido un fracaso total y la polarización en que ha entrado por parte de los seguidores  del presidente Petro que han vuelto un mierdero al país en las redes sociales y de la derecha en todas sus manifestaciones  así como los que defienden el proceso a través del gobierno nacional  en la época de Santos Calderón y sus seguidores, la crisis diplomática con Estados Unidos, el crimen de líderes sociales en diferentes puntos de la patria y el desbordamiento de la violencia en diferentes partes del Estado y la inseguridad reinante en todas las regiones de la patria y el otro tema es sobre la desnutrición de la niñez guajira, especialmente la wayuu y las muertes de cientos de ellos que ha originado miles de reacciones sobre todo en las redes sociales y buscando siempre culpables, varios pseudo – patriotas entre ellos periodistas se viven auto flagelando ellos y los bodegueros petristas hoy, sí a favor de la niñez guajira. En el actual gobierno de Gustavo Petro, el problema ha continuado igual y solo se dan golpes de pecho cada vez que visitan a La Guajira. Como dice el dicho, puro tilín tilín pero nada de paleta.

Dos opiniones a través de las redes sociales me han llamado la atención sobre este problema: uno, de la reconocida periodista descendiente de la etnia wayuu Primeria Barros y otra del ex gobernador de La Guajira y también descendiente de nuestra etnia por parte húmeda es decir por vía materna, como lo es Hernando Deluque Freyle.

La primera es una buena reflexión que originó un eco de su comentario o reflexión: “admiro a todos los que han hecho sus aportes a través de esta red social en pro de una salida a la grave situación que vive la etnia wayuu”. Quiero hacer mi aporte partiendo de que son varios los factores sociales, culturales y políticos que han convertido esto en un círculo vicioso y sin aparente salida. Antes nosotros los wayuu en las rancherías teníamos la posibilidad de sembrar ahuyama, maíz, millo, patilla, frijol guajiro, entre otros, cultivos que requerían poca agua. El paisano se alimentaba de eso y lo complementaba con la carne de chivo, el cuero se vendía en las pulgas en Uribía y se compraba el arroz, la harina y el aceite productos traídos de Venezuela. Esa dinámica se repetía en muchas comunidades.

Toda esa dinámica que también hace parte de la cultura se ha perdido, debido al asistencialismo del gobierno, programas algunos bien concebidos, pero mal manejados, otros sin enfoque diferencial, no es lo mismo que el paisano desayune una lechita y una galleta a que se tome su buena totuma de mazamorra, como lo hacíamos en un tiempo. Con esto aguantaba uno hasta la noche para volver   a comer y estaba uno bien alimentado. Hemos caído en el juego de la muerte, entre más ayudas menos responsabilidades adquieren los padres, solo se pasan haciendo las filas de los subsidios, las ayudas no son malas sino los tipos de ayudas, porque no pensamos en crear proyectos productivos e integrales donde se fortalezcan las tradiciones ancestrales que permitieron que por cientos de años la cultura wayuu fuera no solo en territorio sino en población una de las más grandes de Colombia. Volver al origen puede ser una posible solución al hambre y al rescate de las tradiciones ancestrales”. Una acertada reflexión de la reconocida periodista guajira Primeria Barros, hace varios años.

Esta reflexión originó una respuesta del ex gobernador Hernando Deluque Freyle en las redes sociales que fue dada en el año 2016 y nueve años después seguimos con los mismos interrogantes “¿Cuántos niños necesitan ayuda? Al fin el secreto mejor guardado ha salido a la luz pública”. Hemos podido leer en el periódico El Tiempo de hoy, las declaraciones de la directora encargada del ICBF en donde informa sobre la realización de un estudio diagnostico que desde octubre del 2014 adelanta dicha entidad. Si, era por allí por donde debían comenzar, como quiera que elemental es que había que partir de unas realidades en torno a los niños verdaderamente afectados para instrumentar un plan de acción inmediato para prevenir más muertes. 

Me surgen ahora muchas preguntas; comparto algunas: ¿Por qué solo hasta ahora se alude públicamente a ese estudio? ¿Por qué, si se estableció, según ese estudio, que existían 900 niños con desnutrición aguda o severa en los municipios de Uribía, Manaure y Maicao, se siguieron presentando muertes de niños? ¿Por qué no se elaboró un efectivo plan de contingencia que previniese la muerte de más niños, si ya se conocía de su estado y localización? ¿Por qué el instituto no asistió a la reunión celebrada en diciembre del año anterior para evaluar un supuesto plan de contingencia que se había elaborado? ¿Por qué, si dizque se incrementaron los cupos en modalidades integrales y tradicionales en más de 4.000 en 2015, hasta llegar a 61.632, se siguieron registrando muertes de niños? ¿A qué operadores o a que tratamientos fueron entregados esos 900 niños que ameritaban atención inmediata y cuándo? ¿Por qué, precisamente ahora, en la vigencia 2016, a pesar de la crisis que se está padeciendo, se registre una mora en la iniciación de los distintos programas de atención en los niños? ¿Por qué el ICBF no ha asumido su papel de rector, articulador y coordinador del Sistema Nacional de Bienestar Familiar, según el decreto 936 de 2013, para que todas las entidades que tengan que ver con el tema actúen de forma sistemática y coordinada y no se presente el caos que estamos viviendo en donde cada quien opera en la forma y la zona que determina su “justo criterio?” importante la reflexión de la acreditada periodista guajira y los interrogantes del exgobernador de nuestro departamento. Ustedes mis queridos lectores sacaran también sus propias conclusiones.

 

Hernán Baquero Bracho 

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