San Juan del Cesar ha sido un pueblo culto y educado por excelencia. Sus celebridades con su prestancia y buenos oficios hicieron que en este pueblo el entendimiento sobrepasara los límites de la pobreza. Somos un pueblo donde casi todos sus habitantes nos hemos levantado a punta de esfuerzos con el sudor honrado de nuestros padres, quienes poniéndole el lomo al sol calcinante nos enrutaron por la sana doctrina y el camino del bien con principios y valores.
Hoy, en cada casa y cada familia, se ostenta 1, 2 y hasta 3 títulos profesionales de pregrado y postgrado de las más acreditadas universidades del país y el exterior. Nuestros padres y antepasados trabajaron con berraquera para levantarnos con la estatura que ahora tenemos hasta edificar el pueblo en el que vivimos con mejores condiciones y bienestar.
Pero es paradójico e inverosímil, que en pleno siglo XXI vengan algunos a desconocer el legado que recibimos, solo guiados por la ambición desmedida por el dinero y el poder y cegados por el odio y el rencor para emprender una campaña de desprestigio para dañar nuestros valores, el buen nombre, la honra, y la reputación construida con esfuerzos por nuestros paisanos y que enaltecen a nuestro pueblo y le dan lustre y fama a su gentilicio.
No hay derecho a que Sanjuanero coma Sanjuanero, solo porque no soportan ver brillar o descollar al otro. Es incoherente que digan que hoy no es conveniente lo que ayer se proponía, se defendía y se predicaba. Tampoco tiene coherencia que descalifiquen a quien ayer aplaudían con orgullo. Ese no es el San Juan que heredamos de nuestros abuelos. Aquel pueblo culto y de gente humilde pero muy prestante por lo que sabían hacer con la obra de sus manos y sus talentos.
Un pueblo de buenas costumbres y emporio de una gran riqueza intelectual, donde se aplaudía lo bueno y lo bello y se rechazaba lo ruin y lo miserable. Un pueblo de provincia que nunca ha sido rico porque haya tenido riquezas sino sabiduría e inteligencia, en una sociedad reconocida por su gran cultura espiritual y por rendirle culto a la patria y a la familia.
Por eso exhortamos a los que han llegado a defender el caos y el desorden junto con la informalidad y las practicas del bajo mundo por asuntos de carácter eminentemente políticos, a reflexionar en busca de la unidad de propósitos para seguir construyendo con propuestas y valores el municipio modelo que todos soñamos y donde quepamos con nuestras diferencias y coincidencias.
Bien lo dijo alguna vez un expresidente de Colombia que, las expresiones más canalla y miserable de la naturaleza humana, solo se viven en la actividad política. Por eso, pienso que le ha faltado un gesto de grandeza y honestidad política, a aquellos que fueron derrotados por las mayorías en San Juan. Ahora, a través de una oposición destructiva torpedean todo para no dejar desarrollar el programa de gobierno del alcalde actual, Cubita Urbina, quien fue el elegido y a quien el pueblo le dio su confianza.
La Oposición cuando se ejerce con criterio patriótico y con inteligencia es sana, conveniente y constructiva en el juego democrático. Bienvenida la controversia, el debate y el disenso, pero sobre el marco del respeto por el buen nombre, la honra, la dignidad y el prestigio de los demás. Pero en San Juan lo que viene haciendo carrera es la crítica malsana y recurrente, los pasquines, los falsos perfiles y los escritos apócrifos con ánimos revanchistas y un lenguaje desobligante.
Lo más grave, es que se acompañan de la intriga, el odio, la injuria, la calumnia y la persecución y como reptiles agoreros y ponzoñosos derraman todo el veneno del odio sobre los demás para cumplir órdenes impartidas en la sombra. Siempre se lee al revés y en minúscula lo que hace el gobierno municipal con críticas quijotescas y diarias coloreando con el picante de la destrucción lo que bien se edifica.
Bien sabemos que desde un programa radial del pueblo en este mundo metalizado la oposición se impulsa con criterios revanchistas, porque su verdad es una moneda de cambio para salir con cualquier disparate con masa crítica y desinformando a la opinión porque esa es su misión. Como añoramos aquel San Juan con principios y valores por nuestra cuna incomparable hoy que esta oposición ha develado una guerra de acusaciones, poderes y egos.
Rafael Humberto Frías