El ritual de arena y viento es una colección de siete textos que se enmarcan bien en la definición de lo que es un cuento. Su autor es el escritor riohachero Limedis Castillo Mendoza, quien desde hace cierto tiempo nos sorprende con su literatura con sabor a tierra, en donde hace una atractiva mezcla de realidad y ficción para producir libros de la calidad de Siete formas del otro (2007); Dunaria y el Fuego (2.014) y el poemario Plegaria de Ulises (2015).
Ha bebido en la excelsa fuente de conocimientos del taller literario El Solar, dirigido por Gustavo Maceas y ha ganado premios departamentales de cuento y ensayo. Además, es un tenaz promotor de la lectura entre sus estudiantes, lo que le ha valido varios reconocimientos del Ministerio de Educación Nacional.
El libro que nos ocupa se inicia tiene una buena dosis de erotismo, dolorosos sucesos cotidianos como el de la madre que abandona a su bebé recién nacido en cualquier parte y después, en un acto de tardío arrepentimiento regresa a donde cree que aún puede encontrarlo, la vida de un antropólogo y un sacerdote extranjeros enfrentados a la realidad mítica de un territorio indómito, el miedo recurrente unido a la esperanza angustiosa de que el muerto en tránsito hacia su última morada no sea el muerto que nos duele, el abuso sexual contado desde la óptica del victimario que a su vez se declara víctima del engaño de una menor de edad y el segundo dolor de los cadáveres de los desaparecidos a quienes los buscadores de despojos humanos no encuentran por más cerca que estuvieran de hacerlo.
En el primer cuento, Delirio, se mezcla la enfermedad, la hombría y la necesidad de un joven estudiante con el desenfreno y el incontenible deseo causado por un largo período de abstinencia de la dueña de la casa, una cincuentona que lo cuida en sus noches de fiebre y le administra misteriosos medicamentos con los cuales le baja la fiebre, pero le sube el lívido.
Ausencia de su cielo es el relato de la joven a quien sus amoríos fugaces la llevan al doble arrepentimiento de quedar encinta y luego abandonar al bebé… Ayudada por informaciones fragmentarias, va a buscar al niño a un hospicio, pero… (No les puedo contar en la reseña, espero que usted como lector descubra lo demás por su propio esfuerzo)
La mejor de todas las historias es Una puerta en el desierto porque mezcla realismo mágico, mitos ancestrales, sucesos sobrenaturales y una espeluznante mezcla de fantasía y verdades bien contadas. En sus líneas aparece un personaje real, tal vez de los más queridos italianos que ha pisado territorio guajiro: el padre Marcelo, a quien las circunstancias empujan a deshilvanar el misterio relacionado con la desaparición de un antropólogo francés. La trama de este cuento es en verdad escabrosa, misteriosa, espeluznante. Mejor caminen ustedes mismos hacia el interior de esa habitación protegida con la cadena herrumbrosa a donde nadie se atreve a entrar, eso sí, háganlo por su propia cuenta y riesgo.
“Campbel” es la historia del vecino sin familia que cuando muere no tiene ni quién lo reclame en la morgue del hospital y les deja la penosa tarea a sus amigos, pero cuando ya estos tienen todo resuelto, les ofrece una increíble sorpresa.
Amapola y el mar es la historia de un caso de acceso carnal con menor de catorce años en la cual el supuesto victimario, con sólidos argumentos bien hilvanados y sustentados por su abogado defensor, se declara a su vez víctima del engaño de la supuesta víctima, una agraciada y acuerpada mujer quien aparentaba y confesaba más edad de la que tenía. El acusado se expone a una pena de veinte años en caso de ser hallado culpable de la denuncia entablada por la madre de la joven. El clímax de la historia se da en el momento en que el juzgado se dispone a dictar sentencia y la sentencia es…
Ora pro nobis peccatoribus nos cuenta la escena en la que un ex seminarista, ahora dedicado al cuestionable oficio de prostituto, debe atender a un cliente que es nada menos que uno de sus antiguos mentores, un hombre entrado en años que desea aplacar el fuego de sus instintos en uno de esos llamados de perdición en donde todo se hace de acuerdo con un manual que regula cada una de las sesiones. ¿Qué ocurrirá cuando los dos personajes se quiten la ropa y exploren el contenido de la caja de juguetes sexuales? Ya usted estará pensando en lo obvio, pero les advierto que el autor tiene una imaginación impredecible.
El último de los escritos se titula La diligencia. En ella narra la conversación de dos cadáveres correspondientes a ciudadanos anónimos víctimas de la violencia del país enterrados en cualquier parte y a quienes sus familias no han podido hacer el duelo. Hablan de lo que sufrieron cuando aún tenían vida, la forma cruel en que fueron asesinados, pero también se quejan del abandono en que están, porque nadie ha podido dar con ellos, ni siquiera sus propios asesinos cuando entran a un proceso de justicia especial y se comprometen a revelar el lugar en que enterraron a sus víctimas.
Un día siente los picos y las palas hundirse en la tierra cerca de donde ellos permanecen. Los golpes de las herramientas y los pasos de quienes buscan a los muertos se oyen cada vez más y más cerca. ¿Los encontrarán finalmente?
La mayoría de episodios transcurre en Dunaria, genuino universo narrativo, una ciudad elaborada con especial cuidado por Limedis Castillo con el fin único de situar en ella sus historias sorprendentes, sus personajes de inusual fuerza sicológica y el tiempo, ese otro actor principal de cada una de sus llamativas obras. Dunaria tiene un sospechoso parecido a Riohacha, pero podría ser La Guajira entera con sus arenas ardientes, su mar milenario y, por supuesto, sus dunas que se yerguen como murallas de arena.
Por ahora no les cuento más, ni menos tampoco… Les pido encarecidamente que no cometan el error de no leer este magnífico libro.
Calificación: Recomendado.