SE REQUIERE CAMBIAR LA CULTURA POLITICA DE LA GUAJIRA

Existen suficientes evidencias que exigen un cambio en la cultura política de La Guajira; es decir, en la forma como se comportan los lideres políticos y muchos ciudadanos en el desarrollo de la actividad política, en torno a valores, creencias y actitudes.

Si la política es una conducta humana que se manifiesta dentro de la sociedad como un conjunto de interrelaciones de individuos que tiene como finalidad lograr el bien común, dentro de un contenido ético, la realidad actual del departamento de La Guajira nos demuestra que nuestra dirigencia política ha fracasado, a través de su corta historia como ente territorial, en el logro de ese propósito. Contrario a ello, y concomitante con el manejo de billonarios recursos económicos provenientes de las regalías e impuestos, se ha hecho política para beneficiarse económicamente del poder, con sus respectivos grupos de amigos o camarillas políticas, pero no con la finalidad de lograr el bien común o el bienestar de la mayoría de la sociedad.

En esta afirmación no hay espacio para subjetividades. Los hechos son elocuentes y solo basta detenerse a reflexionar sobre los siguientes hechos y datos: Según reporte del DANE de abril 2021, La Guajira se posiciona como el departamento mas pobre del país, con un nivel de necesidades básicas insatisfechas (NBI) del 66.33%, una de las mas altas de su historia; existe un preocupante desempeño fiscal que amenaza la viabilidad de municipios y del departamento, que este año se acogió a la reestructuración de sus altos pasivos a través de la ley 550; la frecuente inestabilidad de los mandatarios departamentales durante la última década, por diferentes causas -incluido el gobernador actual; la casi nula creación de oportunidades de ingresos y empleo, más allá de las que ofrecen las empresas privadas como Cerrejón y otras; los servicios clave poco eficientes, como la salud, la educación, las vías, y la gestión del agua -que aún continúa intervenida; la persistencia,  sin avance efectivo en su solución, de un estado de cosas inconstitucionales, declarado por la Corte Constitucional a través de la sentencia T- 302 de 2017, que contribuye a la muerte de muchos niños indígenas por desnutrición; el proyecto estratégico de la represa del Ranchería, con múltiples beneficios potenciales, que permanece paralizado; entre otros.

La situación social y económica en La Guajira es poco menos que agobiante, y ante la poca atención que reciben de los gobernantes de turno, algunos lideres comunitarios acuden a acciones de hecho, que por supuesto pueden ser ilegales, mediante paros o bloqueos de vías, buscando solución a sus problemas. En otros casos se realizan acciones aisladas, pero valerosas, como la que realizaron varios jóvenes Guajiros, mediante una prolongada huelga de hambre, iniciada en Riohacha y finalizada en Bogotá, con el mismo propósito y buscando llenar un vacío de liderazgo existente a nivel local y regional.

Esta situación y los hechos que la generan deben obligar a los lideres políticos y sociales a parar sus campañas en ciernes y reflexionar profundamente, con el propósito de replantear los objetivos y la forma de hacer la política. Es importante dar prioridad al bien común; es importante la fijación de ideales, de ideas fuerza que arranquen de la realidad social para proyectarlos a un mejor futuro para la sociedad.

En esa misma dirección, y ahora que el actual gobernador disfruta en estos momentos de la ratificación de su elección mediante fallo emitido por la sección quinta del Consejo de Estado, es menester que revise con más tranquilidad las prioridades y reoriente las cuantiosas inversiones estimadas en el orden de $300 mil millones hacia la solución de las necesidades sociales más sentidas de las comunidades; es decir, las enfoque más al logro del bien común.

Aunque muchos coterráneos con los que he compartido muchas reflexiones sobre este tema piensan que es un proceso largo y difícil, dadas las características de nuestra sociedad, también coinciden en que es ineludible cambiar la cultura política de La Guajira, si no queremos seguir rezagados indefinidamente, en una situación que genera más pobreza, menos oportunidades de desarrollo y más muertes por hambre y sed de nuestros niños indígenas. Es una acción necesaria para liberar de responsabilidades y mantener la conciencia tranquila de los nuevos liderazgos. Si no pueden actuar de esa forma, entonces lo correcto es dar un paso al costado.

Como ha sido mencionado en varios escenarios económicos, sociales y académicos, el territorio de La Guajira ha sido privilegiado por la naturaleza al dotarlo de abundantes recursos naturales y energéticos, con una ubicación geográfica que le aporta ventajas comparativas ante otras regiones costeras y frente a las posibilidades del turismo y el comercio internacional, lo que sin dudas lo posicionan con un enorme potencial de desarrollo, que será lograble con el liderazgo positivo y enfocado en el bien común de sus lideres y habitantes. Con la decidida participación de todos, sin egoísmos y pensando en grande, se puede construir un mejor futuro para todos en La Guajira. Hay que comenzar pronto pues el camino es largo.

Álvaro López Peralta

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