SÉ SELECTIVO

Seguramente alguna vez has escuchado o has dicho a otros: “No le cuentes tus cosas a nadie”. No estoy totalmente de acuerdo con esto. Dice la Biblia que el que cierra sus labios es entendido (Prov. 17:28), pero también dice que buena es la palabra a su tiempo (Prov. 15:23), así que hay que saber cuándo callar y cuándo hablar, eso incluye delante de quien hacerlo.

En 2 Reyes 4:8-37, cuenta de una mujer servicial que brindó posada al profeta Eliseo y a su criado Giezi. Eliseo, quiso agradecer a aquella mujer; no sabiendo cómo hacerlo le pregunta a Geizi y este le responde que ella no podía tener hijos y su marido era muy viejo. Le dijo pues Eliseo a la mujer que en un año abrazaría a su hijo, ella creyó que se trataba de una burla, sin embargo, al año siguiente dio a luz. El niño creció, pero un día fallece mientras esta sentado en las rodillas de su madre.

Continúa la historia diciendo que la madre coloca al hijo sobre la cama donde durmió Eliseo cuando estuvo de paso por su casa y salió a su encuentro. Cuando Eliseo la ve, manda a Giezi a recibirla, él le pregunta que cómo estaban ella, su marido y su hijo, a lo que ella responde “BIEN”.

Luego que llegó a donde Eliseo, se aferró a sus pies, Giezi intentó quitarla, pero Eliseo no se lo permitió, pues Dios había revelado la amargura del corazón de aquella mujer, quien le contó lo que había sucedido.

Eliseo ordena a Giezi ceñir sus lomos, tomar su bastón en su mano, ir donde el niño y poner el bastón sobre su rostro, así lo hizo, pero el niño no despertó. Yendo Eliseo a la casa, cerro la puerta tras ambos, oró a Jehová, se tendió sobre el niño una y otra vez, hasta que este abrió los ojos.

Uno de los errores más grandes que cometemos cuando pasamos por un momento difícil como el que tenía la mujer de esta historia, es hablarlo a la gente incorrecta. Así como la mujer le dice a Giezi que está bien, cuando este le pregunta por ella, su esposo y su hijo, deberíamos aprender a decir que estamos bien delante de ciertas personas. No, no es por rechazo, no es por prevención, no es por hacer acepción de personas, porque Dios no nos ha mandado a eso, sino a conservar buenas relaciones, ser amables y buscar la paz con todos mientras de nosotros dependa, sí porque también estamos llamados a ser prudentes y sabios, en fin, a ser selectivos a la hora de contar nuestras dificultades, pues todo lo que confiemos a alguien que no tiene respuesta a nuestros problemas, eventualmente, puede convertirse en una burla o un chisme.

Las Escrituras no precisan porqué la mujer manifestó estar bien delante de Giezi cuando estaba devastada, pero no es muy difícil imaginarlo, Giezi no tenía la solución, muestra de ello y muy a pesar de haber recibido la orden de Eliseo de colocar su bastón sobre el rostro del niño, este no despertó; sin embargo, al ir Eliseo, cierra la puerta de la habitación y ora a Jehová, se tiende una y otra vez sobre el niño hasta que abre los ojos, podemos interpretar entonces que se requiere intimidad para buscar a Dios, quien nos dará instrucción de cómo obrar, el resultado fue que Eliseo a diferencia de Giezi, encontró la salida aquella situación.

Deja de hablar tus asuntos a la gente incorrecta; si alguien no te puede ayudar o al menos consolar, no le digas lo que te está pasando. Frente a una adversidad lo menos que necesitas es un chisme, que el otro se alegre por tu mal o no lo tome en serio y, no menos grave, que te ignore y tenga por menos tus sentimientos, porque ello hará que te sientas peor, eso sin contar que también existe la posibilidad de que seas juzgado sin piedad, así que tampoco reveles tus asuntos delante de alguien que no tenga la capacidad de que, cuando le abras tu corazón, todavía te siga amando.

Con quien verdaderamente podemos desahogarnos sin el riesgo de ser rechazados, burlados, juzgados o ignorados es con Dios, finalmente Él sabe lo que nos pasa y conoce nuestros sufrimientos aún sin que le contemos, pero como buen Padre, quiere escucharlo de nuestros labios en señal que confiamos en Él y queremos su consuelo y dirección. Dios puede traer solución a nuestros problemas, darnos fuerzas para soportar la adversidad y nos da instrucciones de cómo actuar tal como pasó con Eliseo.

Ahora, no estoy diciendo que no haya personas en quienes podamos confiar, sí las hay. David confiaba en su amigo Jonathan (1 Samuel 20), Rut confiaba en su suegra Noemí (Rut 1.16), confianza que, en ambos casos fue correspondida. Los amigos reales sí existen, sí hay personas que pueden ayudarnos, consolarnos, guiarnos sin que luego se convierta en un chisme, en acusaciones y que nos seguirán amando a pesar de los malos momentos que podamos estar pasando, pero hay que pedirle discernimiento a Dios para identificarlas. Sí, a la hora de contar nuestras angustias, problemas, tristezas, afanes y hasta errores, hay que ser SELECTIVOS.

Jennifer Caicedo

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