Lo bueno, si es breve, dos veces bueno, dijo Baltasar Gracián. Escuchen las palabras de ese gran hombre que es y ha sido Joan Manual Serrat*. Entre libros y canciones, mi buen amigo y yo crecimos desde muy temprana edad y hasta el sol de hoy hemos compartido sus canciones con una copa o un café con ese otro invitado, Serrat, sin que él lo supiera.
“Para la libertad sangro, lucho, pervivo para la libertad”, JMS. Siento la obligación de resaltar las palabras de Serrat al momento de recibir el Premio Princesa de Asturias de las Artes, no puedo ser indiferente y escribir apartes de su discurso, invitando a cada uno de mis lectores a reflexionar sobre el valor del amor por el prójimo, la vida y la libertad. En su breve y completo discurso sus reflexiones son más que oportunas hoy como siempre. Comienza por lo más hermoso, la gratitud. La brevedad es siempre de agradecer, dice. Reconoce con tranquilidad que es un hombre mayor tirando a viejo, serenidad pasmosa da la sabiduría.
Y, cómo no resaltar que lo mejor de él viene de su familia. Como a todos nos ha tocado, recalca que el camino ha sido azaroso, pero siempre encontró las razones para seguir adelante. No hay quien jugando de titular no haya cometido errores y fracasos del cual no deba superarse. Con Serrat me identifico que nos alegramos con la vida. Sentirse querido y respetado le permitió seguir escribiendo para comunicar y que todo vino a nacer de la observación y los sentidos. Respetar las vidas propias y ajenas, para quienes nos conocemos todas sus canciones, nos erizó el momento de citar “prefiero los caminos a las fronteras, la razón a la fuerza, el instituto a la urbanidad…”. Y sigue lo que cada uno debería hacer suyo, su filosofía de convivencia. Somos animales sociales, racionales y que necesitamos de otros hombres, pero más allá de la tribu. Y, a pesar de que cada loco tiene su tema, existen los mínimos que van de la mano o no van: la libertad, justicia y democracia, con tolerancia, respetar el derecho ajeno y resolver con el dialogo los asuntos justamente.
Y a manera de un alto en el camino, azaroso por demás, nos recuerda que no está a gusto ni conforme con el mundo que le tocó vivir. Un mundo contaminado, intolerante, hostil, insolidario y una democracia sustituida por la avidez del mercado, donde todo tiene un precio. Como a Serrat, a todos nos debe doler tener que partir de este mundo viendo a muchos con sus sueños varados en la otra orilla, no nos podemos conformar con eso. Poéticamente nos invita a vendimiar los sueños, dando gracias a quienes los han acompañado a llegar hasta aquí en el recorrido del camino. Ojalá, como él lo hizo, todos podamos despedirnos dando gracias a nuestros padres, hijos y nietos que públicamente reconoce son su mayor orgullo. Y dejo para el final el sentimiento más sublime de todo lo que dijo, me llegó al alma, antes de despedirse le dio gracias a su mujer, textualmente: “A mi mujer, mi compañera en la vida, que ha sido tan generosa que me ha permitido compartir su vida”.
Orlando Bustillo Pareja