SI ES EL MOMENTO, NO ES LA REFORMA

Nos hablan de una Ley de Solidaridad Sostenible, un eufemismo para referirse a una reforma tributaria que ni siquiera con una hora diaria de televisión nacional, el presidente Iván Duque ha sido capaz de explicarnos a los colombianos exactamente lo que pretende. Y es que ni él mismo, al parecer tiene claridad sobre el texto, tanto así que en una entrevista fue capaz de decir “¿Por qué quedó eso ahí? No le tengo una explicación muy clara” refiriéndose al IVA que pretenden gravar a los servicios funerarios durante el tercer pico del Covid-19 y que el pasado 29 de abril por primera vez en Colombia, de acuerdo a cifras otorgadas por el Ministerio de Salud, reportó 505 muertes en un día, el número más alto desde que inició la pandemia.

Es entendible que las finanzas del estado están en crisis por la situación que venimos atravesando y seguramente el país ha recaudado menos impuestos de lo que generalmente está acostumbrado. Además, toca agregar que el nivel de endeudamiento de Colombia superó el 64,3 % del PIB, el más alto en los últimos nueve años y es claro que toda esta mezcla de malos indicadores genera un déficit fiscal innegable, que en pocas palabras se traduce a que económicamente estamos mal.

De igual manera, estudios revelan que la pandemia aumentó la pobreza monetaria al 42,5% en 2020 según el Dane, y al menos 3,5 millones de personas entraron a esa condición de pobreza el año pasado. Lo cual no solo es una cifra aberrantemente tenebrosa, sino que confirma que los más necesitados requieren una ayuda solidaria, tal como lo busca lograr esta reforma. Ya que esos mismos estudios revelan que más de la mitad del país gana menos de $632.000 pesos mensuales, pero ¿Qué importa si somos el tercer país más feliz del mundo, ¿no?

O bueno, a lo mejor eso solo sucede en la realidad paralela en la que vive este gobierno, que nos muestra diplomáticamente felices en sus discursos, algo que es muy distante de la realidad, puesto que el pasado 28 de Abril creo que fue bastante contundente el inconformismo del pueblo colombiano que a pesar de la lluvia, la orden del Tribunal de Cundinamarca y el llamado de algunas autoridades a no salir a marchar, le “valió h**vo” y no como los de Carrasquilla de $1.800 (de verdad que viven en otra Colombia).

Pero volviendo al punto importante, es claro que la reforma tiene una buena intención y es cubrir parte de esta población vulnerable con el ingreso solidario, hasta ahí todos estamos de acuerdo en que es necesario replantear las finanzas del estado. Sin embargo, el problema es de dónde quieren sacar esa “ayudita”. Hoy la clase media de Colombia está literalmente sobreviviendo y esta reforma que plantea el gobierno la pone en jaque. Entonces, a los pobres se les ayuda, a los ricos no se les mira y la clase trabajadora que siga perdiendo la vida y la salud.

Porque a la mayoría de este grupo social, le toca día a día seguir laborando, inclusive sin estar vacunados. Por eso, con todo el temor de exponerse a contagios, salieron a alzar su voz para expresar el descontento y de verdad que me pareció increíble ver tantas personas en todos los rincones del país, e incluso personajes del mundo del entretenimiento como Lina Tejeiro y otros más, dando ejemplo. Porque esto es un tema de todos, los que aún no entienden que la reforma les toca el bolsillo incluso a ellos, de verdad que tienen un problema y no es solo de empatía. Incluso, personas en el extranjero, como el cantante puertorriqueño Residente, más conocido como “Calle 13”, motivaron la marcha, que, si bien es cierto, se dejó empañar por actos vandálicos, tuvo en su mayoría protagonistas que tenían el lema “LOS BUENOS SOMOS MÁS”.

No obstante, más allá de pensar que no es el momento oportuno, estoy convencida que no es la reforma oportuna, y aunque ahora muchos saldrán a preguntarme por el planteamiento ideal en vez de criticar el actual, me veo en la obligación de ser honesta y admitir que no la tengo. Realmente no se cuál es la solución correcta y también es cierto que no es mi trabajo, pero sí el del Ministro de Hacienda con su equipo y el de los 280 congresistas que se ganan un buen sueldo para reformar la Constitución, hacer las leyes y ejercer control político sobre el gobierno y la administración.

Porque de verdad me parece injusto que existan 113 zonas francas en el país y ninguna pague impuestos con tal de ser “blanco de atractivo” para los inversionistas, cosa que aún no está comprobada. Pero de lo que sí se sabe es que solo en 2018 se dejaron de recibir cerca de dos billones de pesos que en estos momentos serían de mucha ayuda. O acabar con los paraísos fiscales para que nos lleguen esos impuestos y ya ahí se logra recolectar parte del dinero que se necesita. O más interesante aún: ¿Qué tal reducir algo de los 10.400 millones de dólares que se destinaron para defensa en un año de pandemia? En fin, la hipocresía. Nos vemos el próximo 19 de mayo porque la inconformidad sigue.

Daniela Pulido 

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