De nuevo en la realidad nacional, y en mi caso después de haber compartido con amigos que me invitaron a San Pelayo (Córdoba) para celebrar sus fiestas del Festival Nacional del Porro, el primero después de la pandemia. Una fiesta más grande que el mismo pueblo por el río humano que acompañó el cierre con el desfile de las aguadoras al cual asisten muchísimos grupos de danzas y cada uno con banda de músicos acompañante.
Un espectáculo sin igual al que volveré el año entrante, que por ser el último del periodo de gobierno del alcalde Harbing Espitia, mi exalumno en la Universidad del Norte, va a querer dejar su sello para que lo recuerden siempre.
Ya de aquí en adelante tenemos la mirada fija en los meses que terminan en “bre” y las fiestas de fin año, pasando por el cambio de gobierno que inicia con la instalación del nuevo congreso, el último que instala el presidente Duque.
La realidad nacional nos muestra que ya todo mundo se embarcó en el Gran Acuerdo Nacional propuesto por el presidente electo Gustavo Petro, en el cual caben tanto tirios como troyanos por todo lo que se ha visto de parte de los dirigentes de todos los partidos, que han atendido la convocatoria, y lograr las mayorías necesarias en el Congreso que permitan darle trámite a lo que quiera el nuevo gobierno. No han excluido a nadie y nadie se ha dejado excluir. Para eso es el poder…
Espero que independiente de que nos una ese propósito del Acuerdo, porque estoy seguro de que nadie quiere que al país le vaya mal, que de todas maneras se mantenga el criterio de oponerse a lo inconveniente; porque desde sus orígenes cuando los griegos de Atenas pusieron en práctica la democracia como forma de gobierno también quedó claro la necesidad de que haya controles y oposición; y hasta el momento esa forma de proceder solo ha sido confirmada por el partido Centro Democrático.
Lo que en principio molesta es que algunos politiqueros se quieran aprovechar de la invitación del presidente Petro para seguir manteniendo sus privilegios y cuotas de poder, ejerciendo prácticas extorsivas por debajo de cuerda a cambio del apoyo parlamentario que necesitan las iniciativas del nuevo gobierno.
En todo caso, así como he visto proceder a los directores de los partidos, yo si quiero ver a todo el Congreso de la República apoyando los proyectos que reduzcan sus privilegios, empezando por los cupos indicativos que al final son dineros de bolsillo, y los sueldos que, a propósito, no solo afectaría a los congresistas sino a todos los altos funcionarios que dependen de sus incrementos, como son los magistrados de altas cortes, Fiscal General, Procurador y Viceprocurador, Contralor General, Registrador, y hasta los expresidentes, ya que las normas establecen que esos cargos recibirán la misma remuneración que tengan los legisladores.
Insisto, quiero ver al Congreso de la República apoyando un proyecto de esa naturaleza sin ninguna condición o contraprestación.
¿O que lo apruebe el Congreso y que la Corte Constitucional no diga nada? ¿Que no invente algún vericueto jurídico para evitar que les disminuyan sus privilegios? Los quiero ver. No soy ave de mal agüero sino realista a partir de lo que me ha tocado vivir.
Sigo pensando que el principal propósito del nuevo gobierno sea controlar la corrupción y reducir la burocracia inútil, además de la extensión de los privilegios e inmunidades creada por el gobierno actual para complacer a sus amigos de estudios; en eso no se debe dejar distraer el presidente Petro ni ponerse a perder el tiempo en debates insulsos.
El electo presidente Petro ofreció un nuevo modelo de gobierno, eso dijo cuando propuso su Gran Acuerdo Nacional, y espero que así sea por el bien de Colombia.
Si todos queremos sacar el país adelante, entonces todos debemos estar dispuestos a aportar nuestro grano de arena desde cualquier “trinchera” sin ser tildados de traidores o falsarios. Digo esto, porque tenemos un solo país. Si todos ponemos, todos ganamos; debemos recordarlo a diario porque primero es Colombia.
Y como dijo el filósofo de La Junta: Se las dejo ahí...
Luís Alonso Colmenares Rodríguez