Habacuc Capítulo 2
Pero todas las naciones conquistadas se burlarán del que las conquistó, cantándole: «¡Ay de ti, que te haces rico con lo que no te pertenece! ¿Hasta cuándo seguirás amontonando las riquezas que tomaste prestadas?» Cuando menos lo esperes, llegarán tus acreedores, despertarán los que te atormentan y te dejarán desnudo. ¡Ay de ti, que has llenado tu casa con el producto de tus robos, para ponerte a salvo de todo peligro! ¡Ay de ti, que construyes tus ciudades sobre la base del crimen y la injusticia! ¡Ay de ti, que emborrachas a tus vecinos dándoles vino mezclado con drogas, para humillarlos contemplando su desnudez! Habacuc 2:6-7, 9, 12, 15 DHH94PC
A pesar de que este libro fue escrito aproximadamente entre mediados y finales del siglo VII antes de Cristo, al leer este texto no puedo dejar de pensar en la semejanza que tiene con la época actual. Estos ayes o advertencias hacen alusión a situaciones que lastimosamente hoy también vemos, en donde muchas personas para escalar, cumplir sus metas, sueños, planes, proyectos de vida o propósitos, pisotean o denigran a otros; es decir, llegan a la cima a costa del dolor ajeno y dignidad de los demás.
El hecho de vivir en una sociedad donde se nos exige ser competitivos y donde ser grande es casi una obligación, nos empuja a querer alcanzar los mejores resultados a como dé lugar y no es que esté mal esforzarse por lograr las metas o para tener mejores condiciones de vida; lo que no debería ser lícito es usando juegos sucios que implican mentiras, deshonestidad, egoísmo, avaricia y arruinar la vida de otros.
Pero ¿Por qué suceden estas cosas?, la respuesta está en el libro de Mateo 24:12 La gente será tan mala que la mayoría dejará de amarse.
El amor de muchos se ha enfriado, muchos han dejado de considerar al otro como su semejante, se enfocan tanto en lo propio, que todo lo demás no importa.
Hoy vemos como, existen personas que no muestran ninguna clase de remordimiento a la hora de utilizar a los demás para su propio beneficio, capaces de pasar por encima de las buenas intenciones, los derechos de otros, al nivel de denigrarlos en público, burlarse de sus logros, humillarlos o criticarlos, robarle sus ideas y presentarlas a otros como suyas, se han embolsillado el dinero ajeno, hablando mal de otro o dañando su imagen para conseguir un ascenso, un aumento, un contrato millonario o una palmadita en la espalda. Esto me lleva a recordar que una de las cosas con las que el diablo tentó a Jesús en el desierto, precisamente tiene que ver con el poder, la fama, el reconocimiento, el dominio, la gloria o la aceptación.
Otra vez le llevó el diablo a un monte muy alto, y le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, y le dijo: Todo esto te daré, si postrado me adorares. Mateo 4:8-9
Paradójicamente es lo mismo que todo el mundo quiere hoy, en nuestro interior habita una necesidad permanente de hacernos notar, vivimos comparando nuestra vida con las de otros y empezamos a desesperarnos por tener, por atesorar, por vivir un estilo de vida con estándares más elevados de los que tenemos, y esto en ocasiones podrían hacernos tomar el camino equivocado.
Mi intención hoy no es que dejemos de soñar o esforzarnos por ser y estar mejor, sino que seamos sensatos… llegar rápido a la cima no garantiza la felicidad. Y en este reflexionar me encontré con esta frase de un señor llamado Pedro Lalanda: “El énfasis en alcanzar rápida altura a cualquier precio es absurdo: el coste de la caída será mayor. Y mientras tanto, la grandeza se consolida lenta, segura y firme desde abajo. El hombre prudente camina pisando el suelo: y casi nunca se cae.”
Te preguntarás ¿esto que tiene que ver contigo?, te invito a meditar por un momento si los planes, decisiones o pasos que estás pensando dar ¿están alineados con el propósito de Dios? ¿Por qué debemos preguntarnos esto? Sencillamente porque en el trasegar de la vida también para alcanzar nuestros sueños, metas, planes o propósitos habrá algunas situaciones colaterales que indiscutiblemente afectarán a otros o incluso a nosotros mismos (dado que es posible que también tú te sientas pisoteado en algún momento de ese camino), pero cuando estamos seguros de que caminamos con el respaldo de Dios, aún esas situaciones colaterales estarán bajo el control de Dios, porque el todo lo ha calculado antes que ocurra.
En este sentido, la biblia nos muestra varios ejemplos de esto, uno de los que se viene a mi mente es el Rey David, un cuidador de ovejas que fue seleccionado por Dios para ser rey como lo dice en 1 Samuel 16:12
Jesé hizo llamar a David, que era un joven de piel morena, ojos brillantes y muy bien parecido. Entonces Dios le dijo a Samuel: «Levántate y échale aceite en la cabeza, porque él es mi elegido».
Y en este camino de ascenso ¿Quién crees que salió afectado?, en primer lugar, El rey Saúl quien seguramente sintió que le fue arrebatado su reinado. Pero David aun sabiendo que su asignación era ser rey nunca utilizó eso como excusa para deshacerse de Saúl y ésta definitivamente es la gran diferencia, entre quienes llegan a la cima en sus propias fuerzas, voluntad y actúan con dolo haciendo daño a otros de manera consciente; y aquellos que actúan bajo el respaldo de Dios.
En segundo lugar, probablemente los hermanos de David se sintieron decepcionados de que el profeta no los eligiera a ellos sino al menor de sus hermanos, al que aparentemente estaba menos preparado para ser rey, hasta el mismo profeta y el padre de David estaban convencidos que era alguno de los hermanos mayores a quien Dios había elegido, por ello no había mandado a llamar a David.
Cuando llegaron, Samuel vio a Eliab y pensó: «Estoy seguro de que Dios ha elegido a este joven». Pero Dios le dijo: «Samuel, no te fijes en su apariencia ni en su gran estatura. Éste no es mi elegido. Yo no me fijo en las apariencias; yo me fijo en el corazón» Jesé llamó entonces a Abinadab, y se lo presentó a Samuel. Pero Samuel le dijo: «Tampoco a éste lo ha elegido Dios». Luego Jesé llamó a Samá, pero Samuel le dijo: «Tampoco a éste lo ha elegido Dios». Jesé le presentó a Samuel siete hijos suyos, pero Samuel le dijo que ninguno de ellos era el elegido de Dios. Finalmente, le preguntó a Jesé: —¿Ya no tienes más hijos? Y Jesé le contestó: —Tengo otro, que es el más joven. Está cuidando las ovejas. Samuel le dijo: —Manda a llamarlo, pues no podemos continuar hasta que él venga. 1 Samuel 16:6-11
Cuando es Dios quien te acompaña en el camino de ascenso, cuando haces las cosas sin pasar por encima de los demás, todo lo que ocurra en el camino, tendrá propósito. Alinear nuestros planes con los de Dios siempre será la garantía del camino al éxito.
Tenemos un gran ejemplo en la cruz, donde Jesús decidió cumplir el plan supremo de Dios, asumiendo los errores de otros, considerando el plan de Dios como más importante que cualquier plan que el pudiera tener, porque era lo que le daba sentido a su vida. Lucas 22:4 Y estando en agonía, oraba con mucho fervor; y su sudor se volvió como gruesas gotas de sangre, que caían sobre la tierra.
Este sudor al que se refiere este pasaje es una afección muy poco frecuente, pero bien documentada. De acuerdo con el catedrático de Fisiología de la Universidad de Navarra, Santiago Santidrián, quien describe este hecho como dolencia causada por una «intensa descarga nerviosa» que estresa el organismo y que provoca una dilatación de los vasos sanguíneos que rodean las glándulas sudoríparas.
Jesús antepuso la necesidad de salvación de la humanidad antes que su deseo de no ir a la cruz, se alineo con el plan superior de Dios y aquí pudiéramos pensar que el daño colateral fue él mismo, pero no fue así… todo hacia parte del propósito eterno. Mateo 26:39 Jesús se alejó un poco de ellos, se arrodilló hasta tocar el suelo con la frente, y oró a Dios: «Padre, ¡cómo deseo que me libres de este sufrimiento! Pero no será lo que yo quiera, sino lo que quieras tú.
Hoy el llamado es a abandonarnos en Dios, a dejar de ser esclavos de las angustias y preocupaciones, que produce el pensar en ¿cómo darles solución a los problemas?, ¿cómo llegar a la cima?, ¿cómo tener el nivel de vida que quiero?, ¿Cómo alcanzar el éxito?, tal vez a causa de esto hoy la frustración y el desaliento han tocado nuestro corazón por no ver aquello que tanto hemos esperado que suceda.
Alineemos nuestros planes con los de Dios, con su propósito supremo a El nada lo toma por sorpresa. Él ha sido claro en su palabra al decirnos: No se inquieten por lo que van a comer o lo que van a beber. No se preocupen por esas cosas. Esas cosas dominan el pensamiento de los incrédulos en todo el mundo, pero su Padre ya conoce sus necesidades. Busquen el reino de Dios por encima de todo lo demás, y él les dará TODO LO QUE NECESITEN. Lucas 12:29-31.
Pidamos hoy a Dios que nos enseñe amar como El ama, a apreciar a las personas que se encuentran a nuestro lado, como parte de un plan superior, si las aplastamos para conseguir nuestros objetivos, nos estaremos perdiendo el privilegio de aprender de ellas, de vivir grandes aventuras y participar también de sus conquistas. Pidamos a Dios que nos ayude realmente a creer que Él ya tiene nuestras necesidades resueltas y seguramente en nuestro camino de ascenso ayudaremos a otros a ascender, porque no solo se trata de nosotros, se trata de Dios y de su plan que siempre será superior a lo que nosotros podemos concebir y entender.
Jeremías 29:11 Mis planes para ustedes solamente yo los sé, y no son para su mal, sino para su bien. Voy a darles un futuro lleno de bienestar.