Dios nos garantiza que llenará de bendiciones a todos aquellos que le aman.
La bendición debe entenderse más bien como el acompañamiento que hace Dios para que, en medio de las tormentas, el barco de nuestra vida llegue a puerto seguro.
Su bendición es la certeza de que, aunque la senda pueda ser tortuosa y llena de obstáculos, aun así, todo aquel que ama a Dios y cumple sus mandatos cuanto emprenda tendrá un buen final. Dios no promete que el proceso estará libre de dificultades y dolor, sino que el resultado final sí hará que su gloria se manifieste y sirva para el beneficio del hombre.
Oración: Amado Padre, llena mi corazón de tu bendición, que mi alma descanse en tus manos y que tú puedas crear en mi un corazón humilde.
¡Amén!
Álvaro Uribe Cerchiaro