Hace unos días fue viral en redes sociales un video donde habitantes del barrio Pescaíto en Santa Marta de manera sarcástica le daban gracias a la Alcaldesa por la piscina olímpica que les había construido. Ese padecimiento que se vive en la ciudad dos veces santa también se vive en casi todos los municipios de la Costa donde pululan obras de mala calidad o desatención de los gobiernos locales a las necesidades de las comunidades, pero es que aquí es peor que en otros lados, ya que enquistaron en las mentes de muchos crédulos de sus actuaciones la frase: MIS LIDERES ROBAN, PERO HACEN.
En plena temporada de lluvias en los departamentos ubicados al norte de Colombia, se deberían empezar a mover los entes de control, interventores y supervisores de obra; así mismo, veedores ciudadanos pues esta época lluviosa ha sido el detonante para que muchos trayectos de vías públicas, parques e infraestructuras (hospitales, colegios, oficinas administrativas) colapsaran en consecuencia a la utilización de materiales de mala calidad en las obras de infraestructura, la falta de idoneidad de los contratistas, la negligencia es asuntos estratégicos de planeación, la corrupción y la desidia de las administraciones; así como, la falta de mantenimiento de los desagües y alcantarillados pluviales. Todo esto, bajo la mirada inclemente de administradores hipócritas que desde lugares elevados ven con desprecio las consecuencias de sus malas prácticas, empero, lo más alarmante es que no parecen tener la más mínima idea de querer dar una solución definitiva a estos asuntos. Un ejemplo claro, para la escasez de agua, la solución son los carro tanques; para las inundaciones la contratación de retroexcavadoras.
Santa Marta apenas cae una gota de agua, ¡colapsa! Después de más de una década de un gobierno de engaños que se proclamaba como precursor del cambio y abanderado de lo social, está peor que antes pues además de los mismos problemas, las deudas son casi impagables (bueno hasta allá no, porque eso lo están sacando de las multas de tránsito y del contrato de grúas) y nada del bienestar a las comunidades. Es que ni el desagüe de las vías principales han podido solucionar, eso es desidia, tal vez corrupción al más alto nivel o chambonería. Lo más increíble de todo es que uno de los fieles esbirros empaquetado en naranja, además que se la tira de ateo, me dice jocosamente, ya vas tú con tu escrito pendejo, más bien pídele a tú Dios que cesen las lluvias para evitar más desastres.
Volviendo a la seriedad, no hay que ser erudito en el tema para entender que los principales problemas de las obras públicas son entre otras las utilidades y beneficios que de ellas deben tener, pues es obligatorio que se reparta la tajada para los mandatarios, por eso se aceptan materiales de mala calidad, se hacen adiciones y al final no se atienden las especificaciones técnicas necesarias para que tengan al menos una duración de 20 años o si no que lo diga el Estadio Sierra Nevada.
Verificados los sistemas de información contractual es fácil darse cuenta que muchas de las obras que presentan deficiencias o han generado traumatismos no han sido recepcionadas ni liquidadas por las entidades públicas contratantes, siguen ahí porque nadie le quiere meter el diente a la carpeta.
Es constante en el Gobierno del Cambio la mala calidad en las obras (es reiterativo en el escrito porque no hay otra manera de decirlo), otras inoperantes y por último la sospecha de falta de transparencia en la contratación, lo que llevó a que cada vez que llueve la ciudad se convierta en un lodazal por doquier, a bueno es que sin llover también se evidencia que su interés está lejos de satisfacer las necesidades básicas en vivienda; agua potable y saneamiento básico; educación, salud y protección social. Es vox populi la inconformidad de las comunidades, lo cual se puede evidenciar en las declaraciones públicas de los sindicatos de docentes y directivos docentes, gremios de transporte, juntas de acción comunal, veedores ciudadanos y personajes fastidiosos como yo.
Tan deplorable como lo anterior, es la discriminación política de los líderes que osan evitar la resolución de los problemas de sectores de las comunidades en donde no es fuerte su caudal electoral o perdieron el respaldo ¡mandan cáscara! O es que se les olvida que su labor es de gerenciar recursos públicos para dar cumplimiento a los fines del estado, por eso les recuerdo que las obras públicas se ejecutan con fondos públicos. Su deficiente ejecución nos perjudica a todos y más a quienes debemos usarlas.
Por otro lado, la función de supervisión de contratos contenida en la Ley 1474 de 20111, en su artículo 83 indica que esta se realiza con el fin de proteger la moralidad administrativa, de prevenir la ocurrencia de actos de corrupción y de tutelar la transparencia de la actividad contractual pero casi nunca se hace bien o los ejecutores contaminan a los interventores con billullo. Ante esa verdad, la función de supervisión en el seguimiento técnico, administrativo, financiero, contable, y jurídico que, sobre el cumplimiento del objeto del contrato, la está ejerciendo ad honorem la temporada de lluvias, pues esta saca a flote toda podredumbre no solo de las cloacas sino del esquema de contratación, corrupción y mala calidad.
Adaulfo Manjarrés Mejía