TEORÍA DE LA ESTUPIDEZ DE BONHOEFFER Y LAS CINCO LEYES DE CIPOLLA

Para comprender las causas del ascenso al poder del populismo progresista es necesario acudir a las teorías exploratorias de la naturaleza humana, entre ellas la teoría de la estupidez. Para el teólogo alemán Dietrich Bonhoeffer, más allá del contexto económico y social, la causa principal era la estupidez, un enemigo del bien más peligroso que la malicia y que funge como miel que empalaga a través del discurso del ególatra seductor de turno.

Bonhoeffer pregona que existes mecanismos de protección del mal o incluso puede evitarse con el uso de la fuerza. Sin embargo, contra la estupidez estamos indefensos; pues, contra ella no sirven las protestas o los actos populares de sátira y rebeldía (coros celestiales del público en un partido de futbol). Esas manifestaciones de rechazo generalizado, como la razón, retumban en los oídos sordos del régimen y es sujeto de críticas por parte de fanáticos políticos en redes sociales, quienes, saltan a la cancha de la opinión para frenar con el juego sucio de la estupidez cualquier expresión espontanea de desaprobación popular del gobernante idolatrado. Este comportamiento encuentra explicación en un postulado de este intelectual alemán: “el estúpido, contrario al malicioso, está completamente satisfecho consigo mismo. Siempre se mantendrá en su posición, aunque la veracidad de los argumentos sea contraria y le demuestre que está equivocado”.

Para comprender un poco más sobre la naturaleza de la estupidez es necesario complementar su fundamentación teórica con el pensamiento de Carlo María Cipolla, autor del ensayo satírico “Leyes fundamentales de la estupidez humana” (1988). El pensador italiano considera que hay cuatro tipos de personas: los incautos, los inteligentes, los malvados y los estúpidos, siendo el estúpido, para él, el peor de todos ellos, en especial aquellos que ocupan puestos de poder y manejo en el Estado.

Cipolla, identifica cinco leyes fundamentales de la estupidez humana. Son, textualmente, las siguientes: “1) Siempre e inevitablemente cualquiera de nosotros subestima el número de individuos estúpidos en circulación; 2) La probabilidad de que una persona dada sea estúpida es independiente de cualquier otra característica propia de dicha persona. 3) Una persona es estúpida si causa daño a otras personas o grupo de personas sin obtener ella ganancia personal alguna, o, incluso peor, provocándose daño a sí misma en el proceso; 4) Las personas no-estúpidas siempre subestiman el potencial dañino de la gente estúpida; constantemente olvidan que en cualquier momento, en cualquier lugar y en cualquier circunstancia, asociarse con individuos estúpidos constituye invariablemente un error costoso; 5) Una persona estúpida es el tipo de persona más peligrosa que puede existir.”

Para Cipolla, un estúpido puede ser analfabeto o licenciado, rico o pobre, joven o adulto, de izquierdas o de derechas, creyente o ateo, listo o tonto. Lo que diferencia al estúpido del que no lo es, es sólo la inteligencia. Según Marco Díez (ElDiario.es), para ahondar en esta teoría, es obligatorio diferenciar al inteligente del listo, siendo el inteligente el que tiene capacidad para comprender, analizar, tener una visión global, reflexionar y tomar decisiones mientras que el listo sería una persona hábil capaz de resolver problemas más inmediatos. Por eso hay personas muy listas que se comportan de forma estúpida. Un inteligente podrá ser algo malvado (tender a beneficiarse a sí mismo más que a los demás) o algo incauto (tender a beneficiar a los demás más que a sí mismo) pero es difícil que se comporte de forma estúpida, a excepción claro de los inteligentes áulico del petrismo.

En su ensayo satírico Cipolla nos enseña que los estúpidos son un grupo no organizado más peligroso que la mafia. Es probable que sea verdad. Todos nos creemos inteligentes, incautos e incluso malvados, pero es difícil que nos consideremos estúpidos. Para la muestra, solo debemos contemplar el comportamiento del cardumen progresista en las tribunas de las redes sociales y medios informales de comunicación para demostrar con certeza el cumplimiento al pie de la letra de las teorías de Bonhoeffer y las leyes de Cipolla en la “Potencial mundial de la estupidez”.

 

Arcesio Romero Pérez

Escritor afrocaribeño

Miembro de la organización de base NARP ASOMALAWI

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