Estamos acostumbrados a ver el drama de un pueblo bajo la égida del gobernante y tangencialmente el daño a los gobernados bajo el poder del tirano. En estos momentos, como otros en la historia universal, hemos estado pasando de un extremo al otro en el espectro político. Gobiernos tiranos, donde la democracia es paisaje. Al terminar sin respiro ‘Los amigos de mi vida’, de Hisham Matar, libro lleno de humanismo y drama del ser humano que ha sido desterrado por motivos de la tiranía y tuvo que desarraigarse de todo lo que era suyo; en una larga conversación a través de sus dos mejores amigos y las mujeres de su vida, cada uno representando lo mejor y lo peor de tener que combatir desde el exilio y luego combatiendo en su propia patria, queda la sensación de ‘tierra arrasada’.
Eran los tiempos del despotismo y dictadura de Muamar Muhamad Abu-Minyar Gadafi, en Libia, y los libios cumplen 55 años, por estos días, de la revolución del 1 de septiembre de 1969 que se extendió hasta el 2011. Más de 40 años en que la guerra civil y el sometimiento a bala dejó heridas a todas las familias libias. Un país que, al adentrarnos en su cultura, geografía, su prosa y lirica no podemos más que admirar. El tirano generalmente sufre de alguna patología psíquica y su comportamiento lo refleja en el sometimiento de los más nobles sentimientos de sus ‘súbditos’ avasallados. Los libios y muchos de los patriotas de países vecinos sufrieron la ignominia del acallamiento a punta de la fuerza. Nuestros países latinoamericanos, también hemos vivido situaciones similares, persisten vergonzosamente Venezuela, Nicaragua y Cuba. Perder las libertades es algo que solo lo valoramos justo cuando ‘se pierden’, no antes.
En estos momentos la confusión reina en nuestra nación, el miedo y la angustia de no tener un gobierno coherente con un sistema que bien o mal venía trabajando con los mínimos de convivencia; pero hemos visto que la paz a cualquier costo solo trae más violencia, intolerancia, sometimiento e indefensión. Hisham Matar nos adentra en el drama del miedo y las incertidumbres humanas que vive el expatriado y del que no puede hablar en su propio país. Si bien Latinoamérica ha tenido regímenes militares y dictaduras desde México a Argentina, Colombia en más de 200 años puede decir que ha conservado una democracia digna, aunque débil por momentos; guerrillas, delincuencia y el tráfico de drogas y otros, han vulnerado a la sociedad en todos sus ámbitos. La constante es la corrupción y el famoso cambio no se ve. En el despelote total, el paro extorsionó a todo un país por 5 o 6 días, teniendo claro que llevaban más de 1 año y medio conversando con el Gobierno, consiguieron lo que buscaban con perjuicio de todos. Eso también es tiranía. Tiranía es estar presos por falta de seguridad y autoridad, dominados por los grupos fuera de la institucionalidad. Tengamos la confianza suficiente que los contrapesos no sean amenazados y mucho menos aniquilados. Más democracia y gobierno, no menos.
Orlando Bustillo Pareja