Al cumplirse cien años de la muerte de Franz Kafka las embajadas de Austria y de Colombia en Madrid organizaron conjuntamente un evento en la feria del libro de la capital española en el que se conversó acerca de la influencia de dicho autor en la obra de García Márquez. Han sido extensamente difundidas desde hace largo tiempo las declaraciones del escritor colombiano sobre el impacto que le causó la primera lectura de La metamorfosis de Kafka cuando era un joven estudiante de derecho en Bogotá. Fue una revelación, afirmó el autor colombiano, “había una cosa importante que era de método, ese era un método para contar una cosa que yo no lo tenía.” García Márquez sintió que albergaba un universo que deseaba llevar a la literatura, pero desconocía cómo hacerlo creíble. El joven escritor era en ese entonces, para decirlo con un aforismo de Kafka, como “una jaula en busca de un pájaro”.
El tema de las transformaciones de los seres es relevante en las cosmologías de diversos grupos humanos. Ya el poeta romano Ovidio se había interesado en su obra Las metamorfosis por los múltiples tipos de transformaciones de los cuerpos registradas en la mitología clásica. Estos cambios morfológicos son diversos y pueden ser de humano a animal, de humano a objeto o de vegetal a humano entre muchas otras variantes. La influencia de la obra de Virgilio ha sido durante varios siglos significativa en la literatura y especialmente en el arte de Occidente.
Tanto los aborígenes australianos como diversos pueblos amerindios del Pacifico Norte y de la Amazonia, se ocupan de las transformaciones. Esto usualmente ocurre en una dimensión temporal en la que no se hace énfasis en la creación sino en la modelación del universo. Los eventos transformativos explican la fisiografía del territorio y el paisaje actual a través de movimientos de seres extraordinarios o de héroes humanos que se convirtieron en plantas, rocas, ríos y cerros. En las ontologías indígenas algunos de estos seres transformados en animales o árboles conservan la reflexividad e intencionalidad humana que tuvieron en otros tiempos.
En la introducción a La metamorfosis de Kafka, realizada por Vladimir Nabokov, este nos muestra la escena en la que los padres y la hermana de Gregorio Samsa encuentran con alivio, casi con alegría, su cuerpo sin vida. Gregorio, nos dice Nabokov, es un humano, bajo un disfraz de insecto; en contraste, sus familiares son insectos disfrazados de personas. En uno de los cuentos de García Márquez: Un hombre muy viejo con unas alas enormes, se describe a un ser alado y decrépito cuyo estado es de una divertida ambigüedad ontológica. Se le toma inicialmente por un ángel extraviado, o bien, según advertían desde el Vaticano, podría tratarse simplemente de un noruego con alas.
En ese mismo cuento dicho autor señala un evento transformativo sucedido en el Caribe: el de la mujer convertida en araña por desobedecer a sus padres: “era una tarántula espantosa del tamaño de un carnero y con la cabeza de una doncella triste. Pero lo más desgarrador no era su figura de disparate, sino la sincera aflicción con que contaba los pormenores de su desgracia”. Comúnmente los eventos transformativos pueden derivarse, entre otras causas, de la intervención de seres extraordinarios que pueden castigar el quebrantamiento de normas sociales o religiosas. Nada de esto es extraño en el Caribe culturalmente diverso en el que García Márquez vivió su infancia escuchando relatos de este tipo en su entorno social y hogareño. La presencia indígena en la casa de sus abuelos guajiros es notoria y el escritor mantuvo a lo largo de su vida los vínculos con sus parientes wayuu. En síntesis, Gabo vivió bajo una pluralidad de ontologías y cosmologías criollas e indígenas que permanecen como claves subyacentes en su obra.
Críticos literarios como Hannelore Hahn de la Universidad de Columbia señalan que la influencia de Kafka en el Nobel colombiano es temática y estilística. Esto le llevó a explorar tópicos metafísicos como la soledad humana y el sentido de la vida y de la muerte. Kafka y Gabo compartieron también la precisión quirúrgica del lenguaje y la agudeza del humor. Ambas les sirvieron como herramientas eficaces para naturalizar lo asombroso.
Weildler Guerra Curvelo