En Maicao se rindió homenaje a un líder. Para muchos, Marcos Aurelio Iguarán Iguarán fue un dirigente ejemplar y, en general, un defensor incansable de la institucionalidad y del comercio organizado en la frontera. Pero para mí fue más que una figura pública: fue mi tío, mi sangre, el primo hermano y compadre de mi papá; un hombre íntegro cuya palabra valía más que la firma de un notario. Por eso, aplaudo la decisión del alcalde de Maicao y del honorable Concejo Municipal de otorgarle su nombre al recinto de la democracia. No es solo un acto de memoria, sino un reconocimiento merecido a la vida y obra del tío Marcos.
En la política, mi tío representó coherencia, seriedad y firmeza. Defendió valores que hoy parecen en vía de extinción. Creía en la justicia y en el diálogo como columna vertebral de la convivencia. Ese compromiso no fue un discurso: fue su manera de ser en el mundo.
Más allá del dirigente, está el hombre que conocí en familia. Todavía guardo en mi memoria, como si fuera ayer, la emoción de aquella vez que nos invitó al Congreso de la República. Verlo allí, en su espacio natural de debate, de ideas y de decisiones, fue para nosotros motivo de orgullo. Y cuando nos pidió cantar, como si quisiera que nuestra música se mezclara con la solemnidad de ese recinto, entendí que para él, los logros no tenían sentido si no los compartía con los suyos. Aquel momento fue inolvidable para él y para todos nosotros.
Ese es el liderazgo que hoy recordamos: el del hombre firme en sus convicciones, pero cálido en su hogar; serio en la política, pero profundamente humano con toda su gente. Un líder wayuu de palabra inquebrantable, de esos que ya no abundan. Un referente que dejó una huella que no se borra.
Aunque su partida no deja un gran vacío, nos consuela su legado que nos marca: a sus hijos, sus nietos y sobrinos; en la unidad familiar; en el respeto con el que lo evocamos. No muere quien siempre es recordado.
Mi tío no se apagó con su ausencia. Su vida sigue latiendo en cada recuerdo, en cada enseñanza y en cada gesto que hizo en vida con nobleza. Su nombre en el recinto del Concejo es un honor, pero su verdadera inmortalidad está en lo que dejó en nosotros y en la sociedad.
Marcos Aurelio Iguarán Iguarán permanece. Permanece en su ejemplo, en su palabra que jamás titubeó, en su amor por Maicao, por La Guajira y por su familia. Permanecerá en la memoria viva de un pueblo que lo admiró y en el corazón de quienes compartieron su afecto.
Los grandes hombres no se van: trascienden.
Y su luz —esa que nos marcó para siempre— seguirá acompañándonos.
Solo tengo gratitud para el alcalde Miguel Felipe Aragón González y para todo el Concejo del municipio de Maicao, presidido por el honorable concejal Nixon Ramírez Ureche.
Se fue otro gran líder del Iguaránato…
Larry Iguarán Vergara

