Cuando se mide la gestión de un gobierno, uno de los indicadores más utilizado es el Producto Interno Bruto (PIB), una medida estándar del valor agregado, creado mediante la producción de bienes y servicios durante un periodo determinado.
Si el PIB crece, significa que el gobierno ha establecido una política acertada en materia de fomento a la economía e incentivo a la inversión en el país, permitiendo que exista mayor capacidad de adquisición de las personas y por ende, mayor consumo. Por ello, es importante que el PIB crezca, porque quiere decir que hay más empleo y mejor calidad de vida en la población de un país. Si por el contrario disminuye, es una señal de que el gobierno no hizo bien la tarea y afecta los ingresos de los ciudadanos.
Eso fue precisamente lo que le sucedió al gobierno del expresidente Duque, con su política agropecuaria. Cuando asumió el poder, recibió el crecimiento del sector agropecuario con un PIB del 5,9% y lo entregó cuatro años después, creciendo tan solo el 1%. El sector ganadero se le cayó del 5,8% al 0.3%; los cultivos agrícolas se desplomaron del 5,8% al 1,2% y la pesca, con la acuicultura, pasaron del 15,9% al 4%. En lo único que logró crecer fue en silvicultura y extracción de madera.
Este manejo desacertado de la política agropecuaria del gobierno Duque, disparó las importaciones de alimentos a 14 millones de toneladas anuales, trepó los precios de los alimentos de la canasta familiar, aumentó la pobreza rural al 31% y le quitó los frenos a una inflación desbocada que ya alcanza el 11,44% anual, rompiendo un récord de 23 años. Estos fracasos suelen suceder cuando se les endosa a los partidos políticos la cartera del agro. El gobierno del expresidente Duque, su ex vicepresidenta, Marta Lucía Ramírez y el partido Conservador, le deben una explicación al país.
Traigo todo esto a colación, porque estoy viendo con mucho agrado, a la ministra de Agricultura, Cecilia López, rompiendo con todos estos esquemas perversos de orientación y administración del sector agropecuario. Celebro, que este gobierno haya planteado su política agropecuaria dirigida a: i) ordenar las áreas de producción agrícola; ii) ampliar la distribución de la tierra; iii) optimizar los recursos de inversión en bienes públicos y activos productivos; iv) reformar el sistema de crédito de fomento y respaldo de garantía; v) implementar un nuevo esquema de cobertura de riesgos climáticos y de precios de cosechas; vi) fomentar la productividad de los agro negocios a través de esquemas asociativos entre pequeños y medianos productores, con la industria de los alimentos y materias primas; y vii) bajar los costos de producción mediante incentivos a las inversiones que hacen los productores del campo en agro insumos, enmienda de suelos, riego y drenaje, biotecnología, asistencia agronómica, maquinaria y equipos agrícolas. Con este revolcón al agro, sin duda alguna, el campo colombiano traerá mucho progreso a nuestras regiones y al país.
Una reflexión final. Hay un dicho en inglés sobre la interpretación de las estadísticas que dice: “Figures don´t lie, but liers do figure”, el cual traduce: “Las cifras no mienten, pero los mentirosos se las inventan”.
Indalecio Dangond