VIOLENCIA VIRTUAL

Dejen las maletas en su puesto porque esta vez no hay viaje en mi máquina del tiempo.

Hoy me permito sacarlos de la agradable ruta que siempre hemos recorrido juntos y, de un sopetón, ponerlos de frente a una triste realidad.

El tema en cuestión me permito abreviarlo con las 4 letras iniciales que lo describen, «VVCM»: Violencia virtual contra la mujer: Que flagelación, que tortura y que verdugos despiadados los que replicando en redes la vida privada de una mujer, la maltratan.

¿Nunca se han puesto a pensar en lo mucho que debe doler tamaña humillación?

Ya ese machismo de mi tierra de por si es bárbaro y ahora como si no bastase el maltrato físico y la lengua viperina de la gente, también se debe enfrentar al monstruo gigantesco de la «VVCM», alimentada por aquellos que contribuyen con la destrucción de una mujer por el placer de un chisme, replicando pasquines, imágenes y conversaciones «privadas» en redes, sin detenerse a pensar que esas foticos, esos pasquines y esos «captured» que se ponen a rodar a la trocha y mocha un día pueden ser tuyas o de una mamá, hermana, hija, amiga o pariente o en fin, de alguien de tus costillas.

Aún recuerdo de todo el matoneo que de pelá me hicieron los vagos del momento, cuando no existían las redes sociales.

En ese entonces les parecía un chistecito gracioso gritar estupideces por la ventana del salón de clase y «como lo que no te mata, te hace más fuerte», ¡aquí estoy de pie! Y, como diría Oñate, «sigo en mi ley, como el más fuerte».

Pero no les niego lo mucho que sufrí y todas las lágrimas que derramé y el terror que sentí, cada vez que esto ocurría.

El tiempo pasó, estos personajes crecieron y nadie me pidió disculpas. Hasta les parecerá una «mamadera de gallo» y no saben nada del dolor que causaron o simplemente lo ignoran; pero tranquilos, yo ya los perdoné.

Hoy con las redes ese dolor crece exponencialmente y aun cuando con la «VVCM» nadie se comió un murciélago, así que no es un covid, se comporta como tal.

Con el Covid uno no sabe cómo le va a ir: si la sacamos barata o si nos va a costar hasta la vida.

Así mismo ocurre con la «VVCM»: habrá mujeres fuertes que sabrán aterrizar la cosa y pasan la página sin tanto bololó, pero otras tantas no lo son e incapaces de resistir tanta destrucción y matoneo, se quiebran en mil pedazos.

Los culpables también somos todos nosotros y nuestra falta de empatía, cada vez que el morbo y el bochinche le gana a nuestra solidaridad y replicamos y damos like a lo que no merece atención y mucho menos aplauso, justo en una sociedad donde la libertad femenina aún es una utopía y donde caer en tentaciones le es lícito, permitido y aplaudido solo a los hombres.

Vivan y dejen vivir y entiendan que cada persona, sea hombre o mujer, es libre de hacer con su vida privada, lo que les dé su reverenda gana.

Marga Palacio

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