Gálatas 4
Sin embargo, cuando se cumplió el tiempo establecido, Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer y sujeto a la ley. Dios lo envió para que comprara la libertad de los que éramos esclavos de la ley, a fin de poder adoptarnos como sus propios hijos; y debido a que somos sus hijos, Dios envió al Espíritu de su Hijo a nuestro corazón, el cual nos impulsa a exclamar «Abba, Padre». Gálatas 4:4-6
El apóstol pablo en este capítulo hace referencia a una gran verdad, Dios nos ha adoptado como sus hijos a través del sacrificio de Jesús en la cruz.
Según el código de familia colombiano (Art. 165), la adopción es una institución de protección familiar y social, especialmente establecida en interés superior del menor, para dotarlo de una familia que asegure su bienestar y desarrollo integral.
La adopción se muestra como algo favorable a través de la biblia. Recodaremos la historia de Jocabed, quien dio a luz un hijo durante el tiempo en el que Faraón había ordenado que todos los niños varones que nacieran, fueran muertos (Éxodo 1:15-22). En esta historia vemos que una de las hijas de Faraón adoptó al hijo de Jocabed en la familia real y le puso por nombre Moisés. Así mismo, está el caso de Ester, quien fue adoptada por su primo Mardoqueo y llegó a ser reina, siendo instrumento en las manos de Dios para llevar a la libertad al pueblo judío. También, leemos en el Nuevo Testamento, que Jesús fue concebido por medio del Espíritu Santo y no por medio de la simiente de un hombre (Mateo 1:18). Lo que indica que técnicamente, Jesús fue “adoptado” y criado por José.
Bíblicamente, la adopción consiste en que Dios incorpora en su familia a todos los que confían en Cristo como redentor. Por medio de Jesucristo Dios nos acepta y nos acoge como sus hijos, pero antes de esto éramos esclavos del pecado y hacíamos la voluntad de Satanás (1 Juan 3:8 El que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo).
Ahora bien, en lo natural la adopción para algunos es motivo de tristeza, en tanto que está ligada de alguna manera al abandono o ausencia de los padres biológicos. Recordemos que un huérfano es un niño cuyos padres están ausentes o muertos. Por ello, aun cuando se da un proceso de adopción en muchos casos, aun cuando el niño es llevado a un nuevo hogar, sigue habiendo un “vacío” emocional, que deriva en actitudes de enojo, rechazo, ira, rebeldía, etc.
En la biblia, tenemos un ejemplo de un niño que, aun teniendo su padre vivo, fue separado de su hogar. Inicialmente Ismael vino a llenar el deseo que tuvo Sara de ayudar a Dios a que Abraham tuviera un hijo, pero cuando llegó Isaac el hijo de la promesa, Ismael se convirtió en un estorbo y fue convertido en un huérfano (Génesis 28:8-21). Esto me lleva a preguntarme, ¿cuantas personas aun estando en una familia funcional se han sentido desplazados por el nacimiento de un nuevo hermano? Sucede mucho que este sentido de orfandad afecta a los hijos primogénitos, porque el padre tuvo que aprender a ser padre experimentando con el primer hijo. Ismael fue un hijo amado, deseado, buscado, hasta que fue reemplazado. Y es así, como la mayoría de personas que tienen problemas de carácter y son violentos, es a causa del espíritu de orfandad. Abraham convirtió a un hijo en un animal salvaje (Génesis 16:12 Este hijo tuyo será un hombre indomable, ¡tan indomable como un burro salvaje! Levantará su puño contra todos, y todos estarán en su contra. Así es, vivirá en franca oposición con todos sus familiares).
El que tiene espíritu de orfandad vive con una sensación de abandono, soledad, aislamiento, siente no tener un hogar o un lugar donde pertenecer, no tiene seguridad, ni cree hacer parte de una familia. Hoy esto se ve manifiesto en nuestra sociedad y se ha proliferado gracias a la desintegración del núcleo familiar, por lo que millares de personas no solamente se encuentran separadas de Dios, sino que también han crecido sin el amor ni la seguridad de sus padres biológicos.
En el ámbito espiritual, muchas personas, a pesar de haber reconocido y aceptado a Jesucristo en su corazón y haber recibido al Espíritu de adopción, llegamos a tener momentos de duda o confusión respecto a nuestra identidad de hijos, lo que se convierte en el acceso perfecto para que este espíritu de orfandad venga a morar en nosotros; el único propósito de este espíritu es separarnos de Dios nuestro Padre.
Es importante tener esto en cuenta, porque a veces, andamos por la vida, deprimidos, siendo dependientes emocionales, buscando ser amados, aceptados, acogidos, sintiéndonos tristes y vacíos por ese espíritu de orfandad. De manera involuntaria hacemos a un lado al espíritu de adopción que nos ha dado Dios, y en lugar de vivir como hijos y como herederos, caminamos como huérfanos a causa de situaciones que nos llevan una y otra vez a sentirnos perdidos, solos y no amados.
Por otra parte, es preciso comprender que este es un espíritu que no se aloja solo en aquellos que naturalmente han vivido una condición de orfandad o abandono, sino que también, puede infiltrarse en la vida de cualquier persona, porque procede del hecho de vivir separados de Dios. Desde que Adán y Eva fueron separados de Dios en el Jardín del Edén, este espíritu de orfandad ha permeado toda la tierra. Por eso leemos que después de la expulsión de Adán y Eva del edén, el fruto de este espíritu produjo celos, que culminaron con el asesinato de Abel por parte de su hermano Caín.
En este sentido, es necesario considerar las situaciones que evidencian si vivimos bajo la influencia de este espíritu o vivimos bajo el espíritu de adopción que Dios nos ha dado. Veamos algunas características.
- En primer lugar, una persona con espíritu de orfandad es muy sensible, porque se siente rechazado, por ello, se ofende con facilidad y cree que todo el mundo está en su contra.
- En segundo lugar, les cuesta someterse a las autoridades, son desconfiados y no saben cómo recibir un consejo, regaño o corrección.
- En tercer lugar, tienen problemas al interior de sus núcleos familiares, son manipuladores, viven en competencia permanente con sus hermanos, son celosos con sus parejas y tienen problemas de comunicación. Adicionalmente, no saben cómo conectarse emocionalmente con sus hijos, lo que deriva en que el espíritu de orfandad pase de una generación a otra.
- Por último, les cuesta reconocer sus errores, no dan su brazo a torcer y le cuesta pedir ayuda por que aprendieron desde niños a sobrevivir.
Diferencias
Huérfano | Hijo |
Inseguridad y Celos | Amor y Adopción |
Sirve a Dios para obtener su favor | Lo hace sabiendo que tiene su favor |
Minimiza su sensación de dispersión, soledad y falta de auto-valoración, se escuda en su trabajo, va de una relación a otra, busca gratificación física, es narcisista y auto-complaciente. | Se conforta en caminar en el gozo y en la presencia del Señor |
Es impulsado por la necesidad de éxito | Dejan que el espíritu santo los guíe a su propósito y a la visión de Dios |
Está siempre compitiendo con otros | Siempre bendice a otros y se alegra de sus logros. |
Tiene falta de auto-estima | Sabe quién es y camina con determinación. |
Su identidad está fundamentada en sus posesiones materiales, su apariencia física y su activismo | obtiene su identidad en el fundamento de haber sido declarado hijo y por la aceptación del Padre |
Es bien sabido que aun el mismo Jesús tuvo que hacerle frente a este espíritu, dado que el enemigo intentó de muchas maneras hacerlo dudar de su condición de hijo.
Mateo 4:3–11 (Tentaciones).
Es probable que experimentemos el abandono por parte de personas que consideramos importantes, por ejemplo: un esposo, hermano, amigo, hijo etc. y nos sintamos vulnerables y Jesús tenía claro que en algún momento nos íbamos a sentir como huérfanos, por ello hace esta promesa: “No los abandonaré como a huérfanos; vendré a ustedes. “Juan 14:18. Él estaba preocupado por lo que sucedía en la tierra, dado que la gente conocía a Dios, pero no lo concebían como un padre, por eso la mayoría de sus enseñanzas mencionaba al padre, porque el vino a mostrarnos y enseñarnos a Dios como nuestro padre.
La única manera de quebrantar a este espíritu de orfandad, es a través del amor de Dios a través de Jesucristo, el cual nos habilita para convertirnos en hijos, y que no requiere que hagamos nada para que Dios nos ame más de lo que ya nos ama. Sólo cuando una persona es sanada a través del amor de Dios, es que este espíritu de orfandad es expulsado, y así, puede comenzar el proceso de llegar a ser un hijo y esto es tan relevante que dice en la biblia en Romanos 8:19 “La creación espera con gran impaciencia el momento en que se manifieste claramente que somos hijos de Dios”. Romanos 8:19
Por ello la invitación hoy es a caminar y vivir con la certeza de que somos hijos de Dios, que a través de Jesús Dios nos ha adoptado, él ha asumido no solo el título de nuestro padre, sino la responsabilidad de cuidarnos, velar por nosotros, suplir todas nuestras necesidades y adicionalmente nos ha hecho herederos de su reino. Somos hijos, ya no somos huérfanos, no estamos solos, aunque nuestro padre y madre natural nos hayan dejado Él nos ha recogido. Si vivimos en esta verdad y certeza, no podemos seguir caminando como huérfanos, no podemos dejar que las experiencias vividas en lo natural afecten nuestras concepciones y convicciones de lo espiritual, y lo digo porque una de las cosas más complejas en el proceso de afirmación de nuestra identidad como hijos, es confiar en la paternidad de Dios, es entender que él no es como el hombre, vivimos en tal prevención que seguimos pensando aún después de hacer parte de la familia de Dios, que estamos solos, que no le importamos a nadie y esto profundiza nuestra sensación de orfandad, y nos lleva a querer llenar este vacío con lo efímero en lugar de creer y apropiarnos de nuestra condición de hijos aceptos, aprobados, perdonados y adoptados.