Antes de empezar esta opinión me puse a revisar en la internet para encontrar una fuente que me confirmara la autoría de una frase que me gusta, y la utilizo mucho con mis estudiantes, pero no encontré una fuente precisa y objetiva que me la confirmara. Además de que, quien se supone que fue su autor, no dejó nada escrito para la humanidad a pesar de sus aportes a la filosofía.
Dicen que, en su época, Sócrates, filósofo de Atenas, expresó respecto de la juventud que “La juventud de hoy ama el lujo. Es mal educada, desprecia la autoridad, no respeta a sus mayores, y chismea mientras debería trabajar. Los jóvenes ya no se ponen de pie cuando los mayores entran al cuarto. Contradicen a sus padres, fanfarronean en la sociedad, devoran en la mesa los postres, cruzan las piernas y tiranizan a sus maestros”.
Y lo más irónico es que en tal sentido estaba incluyendo a su discípulo más querido y aventajado: todos lo saben que me refiero a Platón. Además de que Sócrates también fue acusado y condenado a muerte por “corromper a la juventud” griega de su época con sus ideas.
Pero viéndolo bien parece que lo estuviera diciendo siempre. Y digo que me parece porque observando los hechos a través de la historia de la humanidad se encuentra que la evidencia empírica nos informa que la actitud de la juventud ante la vida siempre ha sido la misma.
Por yo no tomo las palabras del filósofo griego en su tenor literal sino como sinónimo de rebeldía, inconformidad, contra los formalismos. Todos pasamos por ahí.
No estoy de acuerdo con los que dicen que la juventud no es un rango de edad sino la actitud ante la vida; y no estoy de acuerdo porque no hay que hacer mucho esfuerzo para demostrar que el comportamiento, el pensamiento, y las expectativas de una persona a partir de los 30 años no es la misma de los tiempos que le hayan pasado entre los 18 y 30 años.
En Colombia, según el Ministerio de Salud y Protección Social, la juventud es la etapa de la vida comprendida entre los 14 y 28 años de edad, que no es precisamente el rango en el cual se encuentra el consejero Presidencial para la Juventud del actual gobierno nacional, como si no fuera posible encontrar a un joven con tanta o más capacidad que el actual consejero. El chiste se cuenta solo.
En dicho rango de edad la persona se encuentra en proceso de “consolidación de su autonomía intelectual, física, moral, económica, social y cultural que hace parte de una comunidad política y en ese sentido ejerce su ciudadanía”.
Según la información más reciente del DANE, se estimó que para el año 2020 la población joven de Colombia entre los 14 y 26 años de edad debía estar en aproximadamente 11 millones de personas, lo cual representaría el 21,8% de la población total. De estos jóvenes, unos 6 millones de hombres y 5.5 millones de mujeres.
¡Eso es mucha gente! como para que puedan ser pasados por desapercibidos. La juventud si es la edad, no nos engañemos.
Otra cosa es pensar con el deseo. Y se puede probar con las personas que participaron de manera activa en el desarrollo del pasado paro nacional.
¿Quiénes les pusieron el pecho a las movilizaciones y llevaron a cabo las diferentes formas de expresión de su inconformidad?
No cabe respuesta distinta que la juventud colombiana, cansada de que no tengan oportunidades, que nunca les resuelvan nada, que les parezca un futuro incierto.
¿Quiénes conformaron el tal Comité Nacional del Paro para negociar con el gobierno los reclamos y las propuestas en la mesa de diálogo?
Tampoco cabe respuesta distinta que unos ancianos que ya no tienen nada para perder, en su mayoría pensionados, y que ya deberían estar descansando en sus casas para dejar que sea la juventud la que tome las riendas de este país, para que los jóvenes con su energía y vitalidad le marquen el rumbo a Colombia.
Pero esos dirigentes, en su mayoría con más de seis décadas encima de su vida, que no son capaces de dejar los privilegios que tienen por estar en la dirección de los sindicatos que representan, se aprovecharon del arrojo de la juventud para colarse y pescar en rio revuelto; se provecharon de esa actitud vencedora del miedo, para poner a la juventud de carne de cañón a que se enfrentaran a las autoridades y a la fuerza pública.
De todas maneras, la juventud colombiana que está cargada de valores y expectativas tiene que comprometerse con asumir una responsabilidad política de la que no pueden ser indiferentes, para quitarles el poder a los que tradicionalmente han gobernado como si se tratara de una condición genética, para que puedan imponer las reformas que se necesitan con diálogo, con argumentos, de manera pacífica.
Nuestra juventud tiene que recuperar la confianza en su futuro, con la firme convicción de que tienen derecho a vivir mejor que sus padres en todo sentido: cultura, educación, diversión, posibilidades de trabajo, felicidad, familia.
Y se tienen que seguir movilizando en paz, imponiendo el diálogo, protestando por las decisiones del gobierno que no sean convenientes; además de que se trata de un gobierno con una indolencia que ha sido superior y no los ha tenido en cuenta, al punto de que no se ha preocupado por mejorarles la situación a partir de crearles oportunidades incluyentes, y solo se ha limitado a expresar que “creemos que los jóvenes pueden cambiar el mundo”, algo que se sabe desde el origen de la humanidad.
Para plantear un contexto en el cual la juventud colombiana caminará hacia un mejor futuro retomo las palabras del maestro Carlos Eduardo Vasco Uribe, con ocasión de su desempeño como comisionado coordinador de la Misión de Sabios de 1994: “Queremos presentarles hoy a todos los jóvenes, pero especialmente a aquellos que parecen vivir deslumbrados -y desalumbrados- por las drogas ilícitas o por las armas ilícitas, las nuevas metas de sobresalir internacionalmente por sus hallazgos científicos y tecnológicos; de educarse larga y profundamente, pero también en forma alegre y placentera, en distintas áreas del conocimiento, el arte o el deporte, y saborear a plenitud los frutos de la cultura; así como las metas de dominar las estrategias modernas de gestión para fundar y liderar empresas exitosas y flexibles, que aprendan del medio, se transformen y transformen al país.”
Los jóvenes no pueden seguir viendo los toros desde la barrera en el panorama político, en el panorama en el cual se toman las decisiones, en el ejercicio del gobierno, y llegó el momento de la participación activa y la asunción directa de responsabilidades, con la plena disposición de aceptar nuevos retos para hacerle frente a los cambios de un mundo cada vez más veloz.
Y a propósito de la juventud, y su activa vinculación en la vida política del país, valga decir que hasta el próximo 30 de agosto están abiertas las inscripciones para participar en las elecciones para integrar los Consejos de Juventud Municipales, Locales y Distritales que se llevarán a cabo el próximo 28 de noviembre.
La juventud colombiana tiene que hacer presencia en la integración de esos espacios que están previstos como mecanismos de participación, concertación, vigilancia y control de la gestión pública e interlocución de los jóvenes ante la institucionalidad.
No hay duda de que Colombia necesita una juventud dispuesta, formada, preparada, con más virtudes que defectos, y sabemos que existe el potencial necesario para que así sea.
Somos afortunados, tampoco hay duda, porque Colombia tiene una juventud de mucho valor en todo el sentido de la palabra que no será inferior en lo mínimo.
- Que sea la oportunidad para saludar a mis paisanos jóvenes que están llevando a cabo una jornada de protesta en la ciudad de Riohacha, mediante una huelga de hambre que les expone la salud, pero que han considerado como el medio para que los escuchen.
De manera sincera les va mi mensaje de afecto, solidaridad, fortaleza y perseverancia por sus luchas. Al mismo tiempo que solicito de manera respetuosa al gobierno un gesto de amabilidad para que los escuche.
Luís Alonso Colmenares Rodríguez