Es imposible que durante nuestra vida no nos encontremos con piedras de tropiezo, que son circunstancias y, lamentablemente, personas con las cuales nos topamos y muchas veces caemos.
Lucas 17: 1-2 dice: “Imposible es que no vengan tropiezos; mas ¡ay de aquel por quien vienen! Mejor le fuera que se le atase al cuello una piedra de molino y se le arrojase al mar, que hacer tropezar a uno de estos pequeñitos.”
Esta advertencia que hace Jesús en el transcrito pasaje de Lucas, hace referencia la ira de Dios que sobreviene para aquellos que abusen u ofendan, no solo a los niños, sino a sus hijos.
El mundo está lleno de placeres en los que desafortunadamente caemos, unas veces la falta de carácter nos hace ceder ante nuestras propias tentaciones, otras tantas, nos dejamos sugestionar por las personas que se encuentran a nuestro alrededor. Quien es dado al alcohol, te invitará a embriagarte; quien es infiel, probablemente te presentará a alguien para que tú también seas infiel a tu pareja; quien es perezoso, te invitará a la holgazanería, en fin, quien no hace lo bueno delante de los ojos del Señor, querrá que tú tampoco lo hagas, ya sea para justificar su comportamiento o para tener de qué acusarte cuando decidas no seguir por sus caminos. Ello es así porque quien hace mal, no quiere hacer el mal solo, siempre quiere que quienes lo rodean estén igual o peor que él. Tristemente, la integridad puede despertar la envidia de quien consciente o inconscientemente no es íntegro, Muchas personas quieren vivir desenfrenadamente, a su manera, pero no quieren vivir solos las consecuencias, por eso invitan a otros a vivir en su misma miseria.
Posiblemente vamos a pecar, nadie es perfecto, sin embargo, Dios, constantemente nos invita a ser personas de ejemplo, que sirvamos a los demás, que ayudemos en todo tiempo, que todo lo que hagamos lo hagamos con excelencia, dando siempre lo mejor de nosotros, más aún a los que profesan la fe. Él no quiere que seamos de esas personas que, con palabras o actos, hacen que otros tropiecen y caigan, sino que nuestras palabras y acciones lleven a los demás a ser mejores seres humanos, a buscar a Cristo en espíritu y en verdad.
Mateo 18:7 dice “¡Ay del mundo por los tropiezos! porque es necesario que vengan tropiezos, pero ¡ay de aquel hombre por quien viene el tropiezo!”
Es bueno tener en cuenta que no siempre las personas tienen intención de hacernos tropezar, pero ello no significa que no sean una piedra en el camino, hay consejos que pueden ser aparentemente buenos y convenientes, pero ello no quiere decir que estén alineados con la voluntad de Dios, es por eso que los consejos, debemos buscarlos siempre en oración y que el Espíritu Santo sea quien nos guíe por el sendero correcto.
Ahora, no solo estamos expuestos a las piedras de tropiezo, muchas veces nosotros podemos convertirnos en una piedra de tropiezo para otros; así, si lo que hablamos, hacemos o incluso callamos, puede hacer caer a nuestro prójimo, bueno sería no hacerlo.
En Romanos 14:12-13 dice “De manera que cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí. Así que, ya no nos juzguemos más los unos a los otros, sino más bien decidid no poner tropiezo u ocasión de caer al hermano.”
Si otros no quieren hacer el bien, hazlo tú; si otros no quieren amar, hazlo tú; si otros no quieren trabajar, hazlo tú; si otros no quieren ser fieles, hazlo tú… Si otros no quieren seguir a Cristo, HAZLO TÚ, así, cuando caigas, no quedarás derribado, porque el SEÑOR es quien sostiene tu mano (Salmos 37:24)
Oración: Padre amado, en esta oportunidad me acerco a ti para pedirte me ayudes a identificar a las personas que me son piedra de tropiezo, no para juzgarlas ni rechazarlas, sí para evitar caer y continuar por el camino que con amor has trazado para mí; asimismo te suplico que yo tampoco haga caer a los demás, antes, instrúyeme y dame amor por los demás, para que yo pueda servirles en su caminar. También te pido para, que, si llego caer, tú me levantes y me des fuerzas para seguir haciendo tu voluntad. Amén.
Jennifer Caicedo