¿Quién no ha caído víctima de las adversidades o de las malas decisiones? Todos en algún momento nos hemos visto en el suelo, derribados, adoloridos, preocupados o cansados; sea que creamos en Dios o no, las caídas son propias de la vida nadie está exento de pasar por dificultades; sin embargo, en Proverbios 24:16 dice que, si siete veces cae el justo, siete veces volverá a levantarse.
Ya que todos caemos, lo que nos hace diferentes es la capacidad de levantarnos, de no darnos por vencidos y no endurecer nuestro corazón por aquello que nos hizo caer y mucho menos endurecerlo en contra de aquellos por los que hemos caído…
El día en que todo marche bien, disfrútalo, pero en la adversidad no te afanes, piensa: ¿Qué propósito tiene esta situación? ¿Qué tengo que aprender?
En Eclesiastés 7:14, se afirma que Dios hizo tanto el día del bien, como el día de la adversidad, a fin de que el hombre nada halle después de Él, así pues, lo que Dios demanda de nosotros es que cada día lo encontremos a Él, independientemente si fue un buen día o un mal día.
Debemos evitar caer en la ilusión de una vida sin conflictos, ya que el infortunio puede tomarnos de sorpresa. Somos frágiles humanos y Las Escrituras son claras cuando nos dice que todo tiene un tiempo. Hay tiempo para nacer y morir, para para plantar y arrancar, para matar y curar, para destruir y edificar, para llorar y reír… así que ciertamente hay tiempos en los que caeremos y tiempos en los que nos levantaremos, pero si mantenemos nuestra confianza en el Señor, podemos estar atribulados, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados; perseguidos, mas no desamparados; derribados, mas no destruidos (2 Corintios 4:8-9).
Rehusemos el pensamiento de creer que las dificultades son malas en todo sentido, pues no es así, si nos detenemos a reflexionar, nos damos cuenta que justo en esos momentos de presión es que sacamos el poder que llevamos dentro, allí es donde conocemos de lo que somos capaces y descubrimos la fortaleza de nuestro interior.
Si estás viviendo un momento que parece derrumbarte, estás triste, frustrado o enojado, aférrate a Dios, Él quiere sacar ese poder que hay dentro de ti, con el que serás capaz de hacer cosas que no sabías que podías hacer, te vas a levantar y claramente serás una persona más fuerte, más sabia, aprenderás a caminar bajo la dirección del Padre y no bajo tu propia voluntad.
Gloriémonos de nuestra fragilidad humana, porque es en ese momento que el poder de Dios se manifiesta (2 Corintios 12:9).
La vida es frágil, pero tú decides si te ahogas en el mar de las dificultades o si te levantas cada vez que caes. Por amor a ti, por amor a los demás, porque todo lo que sucede tiene un propósito, porque todo ayuda a bien a quienes aman a Dios, porque eres más grande que las dificultades que pasas, porque hay días malos, pero también hay días buenos, porque Dios quiere darte un futuro y una esperanza, porque eres inspiración para muchos que te observan, porque Dios no permite más de lo que puedes soportar… ¡Levántate!
Jennifer Caicedo