RED FLAGS

Existe un campo de estudio llamado “La psicología del color” que investiga los efectos de los colores con los sentimientos. El rojo, por ejemplo, se relaciona con el amor y la pasión, pero también puede significar peligro o ira.

Desde hace unos meses, una banderita roja es una fuerte tendencia en las redes sociales, ella representa una advertencia o peligro social, sin embargo, ha ido más allá de su verdadero significado, aunque algunas publicaciones tienen un toque de humor, ha perdido valor al afectar la estima de los demás y la estima propia; su uso exagerado hace ver a quienes la publican como personas intolerantes, ya que deja de advertir peligros reales para convertirse en inculpaciones y críticas.

Tantas personas apuntándose unas a las otras ha hecho que perdamos autenticidad, nos ha llevado a fingir emociones o a ocultarlas para no ser víctimas de juzgamientos. Detestamos las apariencias, pero casi que obligamos a los demás a simular lo que no son para sentirse aceptados, también vamos por la vida con una careta para no ser excluidos, careta que tarde o temprano se cae desnudando nuestra verdadera identidad y haciendo que nos decepcionemos los unos de los otros.

Jesús nunca identificaba a alguien por su pecado. Dios, aunque conoce a la perfección nuestro corazón, no nos sermonea, en cambio sí nos dice que, con la misma vara con la que medimos seremos medidos (Mateo 7:2)

Estamos tan lastimados que vemos banderas rojas en todos lados. Si alguien está alegre, entonces es payaso; si está triste, le falta fe; si está enojado, inmediatamente se convierte en amargado y así vamos por la vida condenando a otros por lo más mínimo, algunos incluso han llegado a auto condenarse.

Es triste ver como comportamientos que pueden tolerarse están siendo satanizados, mientras algunas acciones como el maltrato físico, el maltrato psicológico, infidelidades, envidias y celos enfermizos, que sí son red flags, se están justificando y normalizando.

No olvidemos que las escrituras dicen que amemos al prójimo (Mateo 22:39), que amemos a nuestros enemigos (Mateo 5:44), que mostremos hospitalidad (Hebreos 13:2), que nos aceptemos unos a otros (Romanos 15:5-7), que pasemos por alto las ofensas (Proverbios 19:11); pero también dice que no andemos en camino de pecadores, ni en consejo de malos, ni nos juntemos con burlones (salmo 1:1), que no demos lo santo a los perros ni nuestras perlas a los cerdos no sea que las pisoteen y nos despedacen (Mateo 7:6).

Así pues, si vamos a usar banderas rojas que sea para aquello que realmente lo amerita, que exista un efectivo peligro. Niégate a escuchar a quienes te desprestigian o ridiculizan, niégate a lo que enferma tu cuerpo y tu alma, niégate a ser tú quien ridiculice o desprestigie a otros, niégate a atentar contra la integridad de los demás. Niégate a condenar, a acusar o a destruir con tus palabras o acciones.

Si identificas banderas rojas en ti, analiza la situación y apuéstale a la autocorrección, si ves banderas rojas en los demás también puedes corregirlos sin exceder en imputaciones y, si la bandera roja en definitiva representa un peligro y no es mucho lo que puedas hacer al respecto, entonces ahí sí toma distancia, no justificando lo injustificable, ni tolerando lo intolerable.

Jennifer Caicedo

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