DEUS EX MACHINA

Sorprenderá a más de uno que denomine una columna coloquial y a publicarse en un medio con orígenes provinciano, con ese título, que en principio ´podría prestarse para suponer una reflexión provista de honduras filosóficas. En realidad, la expresión proviene de una alocución latina que significa “Dios desde la maquina”. Tuvo orígenes en los teatros griegos y romanos de la antigüedad, y se refería precisamente a cuando una grúa (machina) y cualquier otro medio mecánico, introducía desde fuera del escenario a un actor interpretando a una deidad (deus) para resolver una situación o dar un giro a una trama. Simplemente esa la forma más grafica de describir la admiración, la devoción que nos producen o generan a los guajiros, los personajes de la vida académica, científica, política con orígenes foráneos, sobre todo bogotanos, en nuestro medio. Es una especie de colonialismo mental, el cual tiene raíces, reminiscencias en el modelo impuesto por la llegada de los conquistadores y colonizadores primigenios.

Al parecer no hemos superado esa suerte de colonialismo mental, y por el contrario se mantiene intacto. Nos lleva a subestimar lo propio, lo criollo a ponderar en exceso y atribuir en demasía a aquellos personajes aludidos en el párrafo precedente, unas características que tienden a sobreestimarse, con frecuencia en desmedro de nuestros valores criollos. Es impresionante la idolatría y a veces una especie de servilismo que se confunde con hospitalidad.

Nos resta autonomía, independencia, ya que nosotros mismos cedemos esa potestad de resolver nuestras propias problemáticas y nos vemos compelidos a depositar, conferir la solución de nuestros propios problemas a esos personajes y figuras foráneas. En contra de lo que indica la lógica hemos adquirido un habito inconveniente de atribuir a esos personajes externos, foráneos la solución a nuestra propia realidad, cuando nadie más y mejor que nosotros los conoce y en ese sentido estamos prevalidos de una mayor y mejor comprensión para resolver nuestros propios problemas. “el que está debajo del techo sabe dónde cae la gotera”.

Voy a plantear aquí algo que puede sonar iconoclasta, a pesar de estar en el gobierno del cambio, no hemos superado ese esquema mental político de pensar, creer que los congresistas o cualquier otro tipo de intermediario con el gobierno central son los indicados para tramitar nuestras inquietudes o nuestras preocupaciones. Ese es un modelo heredado y que es propio de la política tradicional. En contraposición a esto e inclusive en sintonía con el máximo líder de la política del cambio. El poder reside en las bases, el poder tiene un origen popular, y en ese sentido quienes debemos tramitar nuestros problemas directamente con el nivel central somos nosotros los ciudadanos descalzos, ese el verdadero poder popular. Lo otro es prolongar, preservar, mantener los esquemas de jerarquización política y la entrega de nuestra capacidad como protagonista de nuestro propio destino. Obviamente no estamos soslayando el rol que le atañe a los congresistas, pero se suponía un comportamiento diferente.

El propio Presidente Petro ha insinuado a quienes ostentan credenciales como resultado de las últimas elecciones legislativas, sobre todo a algunos que han sobreestimado su verdadero potencial electoral, que no se auto atribuyan un poder que no les corresponde. El primer mandatario de la nación se ha encargado de recordarles que, el verdadero poder reside en las bases.  Esos resultados fueron consecuencia del empoderamiento, el protagonismo y el entusiasmo de esas bases para iniciar la construcción de un nuevo modelo político, económico y social en el pais. Queremos que ello sea posible en el departamento. Las generaciones futuras, nuestros hijos y nietos lo demandan y merecen.

De la manía de reproducir ese colonialismo político, no escapan indistintamente precandidatos y candidatos, de las diferentes fuerzas políticas tradicionales y también las supuestamente alternativas, ambas fuerzas y sectores muestran un afán desmedido por pavonearse, exhibirse con personajes, congresistas, sin nexos con La Guajira. No se percata que esa es una de las formas de implicar su independencia, su autonomía. Una vez obtenido el poder, este queda en alguna medida comprometido, hipotecado con esos protagonistas cuyos intereses más caros están afincado en sus regiones de origen, a las que obviamente priorizaran en su ejercicio legislativo.

De manera que consideramos, el ejercicio político-electoral no se reduce a autocalificarse por sí mismo como alternativo. Ello implica una combinación de la praxis y la teoría. Es decir que el asunto conlleva un comportamiento personal, reflexiones y enunciados en los que se junten esos dos conceptos armónicamente. Considerarse un político alternativo requiere coherencia, consistencia. Algunos autodenominados alternativos incurren en flagrantes vulneraciones de esos principios, básicos, elementales, pero esenciales de la combinación de la práctica y la teoría. En algunos la obsesión por la consecución del poder los lleva al desespero y a llevarse por delante los fundamentos mínimos de un comportamiento afín, acorde, con la pertenencia a una organización con ideología alternativa. Se está practicando el todo vale. Incurriendo en prácticas que, con el riesgo de estar equivocado, denomino como la reproducción del comportamiento de las “maquinarias políticas tradicionales”. Con el desayuno sabremos cómo va a hacer el almuerzo.

Desde aquí, y un poco extemporáneamente, hago un llamado a determinados sectores de la Colombia Humana y en extenso a compañeros del Pacto Histórico que no insistamos en la réplica de conductas erróneas en las que se incurrió a raíz de la escogencia de la lista a la Cámara de Representantes en el departamento de La Guajira. Nuevamente se está apelando a criterios “centralistas”, en lo departamental, se considera que desde el Sur no tenemos derecho a ser elegidos, que solo somos sujeto de deberes electorales y no de derechos. El Sur reclama una valoración más adecuada de nuestras potencialidades político-electorales.

En lo particular no estamos afanados, urgidos por realizar una campaña a cualquier precio, de cualquier manera, arrasando los fundamentos mínimos de una campaña político- electoral digna de lo que somos: un movimiento alternativo. Nuestra mayor preocupación es la pedagogía, en la que la interacción, la retroalimentación con las bases con respecto a los problemas más acuciantes de La Guajira, son y seguirán siendo el Norte de nuestro proceso.

A La Guajira la llevamos en el corazón y en la cabeza.

José Luis Arredondo Mejía

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