NO TE CANSES DE HACER EL BIEN

Gálatas Capitulo 6

No nos cansemos de hacer el bien, porque a su debido tiempo cosecharemos si no nos damos por vencidos. Por lo tanto, siempre que tengamos la oportunidad, hagamos bien a todos y en especial a los de la familia de la fe. Gálatas 6:9-10.

Este pasaje nos permite meditar respecto a cuales son las motivaciones detrás de nuestras buenas obras, determinar si realmente hay bondad en nuestro corazón o hay algún tipo de interés detrás de ellas.

En este sentido, suele pasar que hagamos cosas esperando reciprocidad de otros, reconocimiento o que le den valor y nos agradezcan lo que hacemos. Cuando esto no pasa,  es probable que lleguemos a hartarnos de hacer el bien, nos desanímenos y caigamos en la insensibilidad y la indiferencia. Al respecto, el consejo de Dios en su palabra es: “Todo lo que hagan, háganlo de buena gana, como si estuvieran sirviendo al Señor y no a los hombres. Pues ya saben que, en recompensa, el Señor les dará parte en la herencia. Porque ustedes sirven a Cristo, que es su verdadero Señor”. Colosenses 3:23-24

Es decir, es importante tener claro a quien le servimos, de quien viene la recompensa y quien está viendo lo que hacemos, esto hará la diferencia al momento de elegir hacer el bien o el mal.

El apóstol Pablo inicia diciendo “no nos cansemos” en este pasaje de Gálatas y no se refiere a un agotamiento físico, sino más bien al cansancio emocional y espiritual. Pero ¿Cómo no cansarnos cuando estamos siendo tratados injustamente?  ¿Cómo no sentir cansancio cuando vemos a diario que la maldad del hombre sigue en aumento? ¿Para qué entonces hacer el bien?, si una golondrina no hace verano.

Con relación a esto, el Salmo 37  1-4 nos dice: No te enojes a causa de los malvados ni envidies a los malhechores; porque pronto se marchitan, como la hierba; como la hierba verde, pronto se secan.  Confía en el Señor y haz el bien;  establécete en la tierra y mantente fiel. Deléitate en el Señor y él te concederá los deseos de tu corazón.

Es muy frecuente sentir enojo, cuando vemos que a los que hacen mal muchas veces les va mejor que a muchos que actúan con rectitud, es realmente muy injusto bajo nuestra perspectiva; pero la palabra de Dios nos aconseja no fijarnos eso, sino mirarlo a Él, confiar y seguir haciendo el bien que Él nos ha ordenado hacer, deleitarnos en su presencia, su juicio y su justicia y finalmente el concederá los deseos de nuestro corazón, porque en esos deseos no habrá maldad, egoísmo, ni envidia, dado que hemos aprendido a tener la actitud correcta y a no ser permeados por lo que otras personas hacen o cómo reaccionan.

Es cierto que, humanamente nos cansamos, de tolerar el mal carácter de otros, las humillaciones, el maltrato, de dar y no recibir,  de batallar en un matrimonio que no funciona, de tener un jefe que no valora nuestro trabajo y muchas otras cosas más y lo único que nos provoca es pagar con la misma moneda y tirar la toalla.  Sin embargo, la palabra de Dios nos enseña que de lo único que no debemos cansarnos es de hacer el bien.

Y ¿qué es hacer el bien? Actuar con rectitud, con bondad, buscando siempre el beneficio de los demás. Hacer esto, implica ser humildes, tener una actitud permanente de servicio y recobrar nuestras fuerzas en Dios, porque en nuestras fuerzas ciertamente vamos a dejar desmayar.  Hacer el bien es la mejor ofrenda que elevamos al cielo.

Romanos 12:20 dice: Antes bien, «Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; si tiene sed, dale de beber. Actuando así, harás que se avergüence de su conducta.

Es decir, que hacer el bien nos llevará a obrar con compasión, no importando si nos pagan mal por el bien que hacemos. Esto no es fácil, en un mundo donde impera la ley del ojo por ojo y el diente por diente. En este sentido, Jesús es nuestro mejor modelo a seguir, la biblia dice en Lucas 23:34 Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Y repartieron entre sí sus vestidos, echando suertes.

Aún después de ser golpeado, insultado, burlado, desnudado, clavado en un madero, desangrado, sentenciado por un delito que no cometió, seguía rogando a Dios para que perdonara a sus verdugos. Dios quiere que lleguemos a la estatura de Jesús, nos exhorta en su palabra a perdonar, a amar aquellos que no son buenos con nosotros, parece algo injusto a nuestro entender, pero la justicia de Dios no es como el hombre la concibe. Él es quien se encarga de dar a cada quien según sus acciones.

Por otra parte, este verso de Gálatas enseña que a su debido tiempo cosecharemos, es decir, no echemos en saco roto lo que hacemos, solo porque otro no lo aprecia, por que ciertamente hay una recompensa. Fijémonos en el proceso del agricultor, quien con paciencia prepara la tierra, luego siembra la semilla, después la riega, pero no ve inmediatamente el fruto de su esfuerzo, debe esperar un período de tiempo para que la semilla se desarrolle y de fruto.  Es precisamente, en la espera donde está nuestro mayor desafío. Porque procuramos que lo que hacemos de resultados inmediatos y algunas veces será de esa manera pero la mayoría de veces no sucede así, por ello debemos desarrollar la virtud de la paciencia.

En este sentido, también es importante preguntarnos ¿De quién estamos esperando recompensa? de Dios o de los hombres, si esperamos en los hombres vamos a vivir frustrados, amargados y decepcionados; porque cada quien tiene una percepción distinta, lo que es bueno para unos para otros tal vez no lo sea;  No obstante, cuando nuestro enfoque se centra en agradar al único que realmente es justo para retribuir lo que con amor hemos sembrado, entonces no nos cansaremos de bendecir a los demás y no permitiremos que nuestro corazón se llene de maldad. Pero hay una condición para recibir el galardón y es no desmayar, Muy seguramente, el apóstol Pablo se refería a esto, porque hay algo implícito en este tema y es la presencia del desánimo. Dado que, la tendencia casi siempre es a renunciar, principalmente cuando no vemos en los demás los resultados que esperamos.

En conclusión, tenemos solo dos opciones para vivir: hacer el bien o el mal y de lo que sembremos eso también cosecharemos. Dios sabe qué tipo de semillas estamos sembrando; en Gálatas 6:9 Dios revela la ley de la siembra y la cosecha, y esta aplica para todos. Y es irónico, porque lo que se observa en este mundo es que hay muchas personas que están cansados de hacer el bien, y otras que no se hastían de hacer el mal.

Sin embargo, ¡animémonos sabiendo que el tiempo de la cosecha está cerca! ¡No tiremos la toalla! ¡Por el contrario, sigamos sembrando bien en esta tierra y avancemos! Jesús no se cansó, siempre tuvo bondad en su corazón, necesitamos desarrollar este nivel de bondad y eso nos demandará amar con misericordia como Él lo hizo y elegir todos los días hacer lo correcto.

Vicky Pinedo 

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