LA DESESPERANZA SE APODERÓ DE MI TIERRA: ¿SERÉ EL ÚNICO QUE VE OPORTUNIDADES?

En medio de la creciente ola de emigración que azota al departamento de La Guajira, quiero soltar un grito de resistencia entre el desánimo y la desesperanza generalizada. La pregunta que resuena en cada rincón es siempre la misma: ¿Cuándo y hacia dónde te vas?

La desesperanza, ha aparecido como una sombra cada vez es más ineludible para los municipios del departamento. Pueblos donde cada vez hay menos jóvenes dispuestos a trabajar por crecer, han salido de sus territorios porque la falta de ilusiones se ha apoderado de sus corazones y mentes, al punto que los sueños parecen haber desaparecidos de la mente de los habitantes de mi pueblo.

Sin embargo, en medio de esta marea de incertidumbre, me resisto a saltar de barco tan fácilmente, por medio de esta opinión quiero enviar un valiente mensaje de optimismo y luchar contra la creciente ola de fuga de cerebros. Mientras tenga fuerza y mis sueños me guíen, quiero ser ese alguien que se atreve a desafiar el sombrío pronóstico de la emigración, y plantar cara a la fuga masiva que parece inminente, yo lo intentaré hasta el final.

La opción de partir del pueblo no la puedo ignorar, la calidad de vida que ofrece el mundo, la cada vez menor presencia de amigos en el territorio y la “buena vida” que se ve en las redes sociales, hace muy atractivo irse a luchar en otras tierras, pero quiero abrazarme con valor a la lucha por el progreso aquí, en el terruño que nos vio nacer.

Es fácil caer presa del desaliento cuando los vientos de cambio soplan con fuerza, arrastrando consigo los sueños y las esperanzas de tantos. Pero ¿y si en medio de la tormenta, se siembra la semilla de la transformación? ¿Y si, en lugar de huir, nos detuviéramos a mirar con ojos nuevos lo que La Guajira tiene para ofrecer?

Cada municipio, cada atardecer, encierran un potencial latente. Las historias de quienes, como el protagonista de esta nota, se aferran a su tierra con amor y tesón, merecen ser escuchadas y celebradas. Con mi determinación quiero dejar plasmada la fuerza de un espíritu arraigado, dispuesto a enfrentar la adversidad y forjar un futuro mejor.

Quizá, en lugar de ceder ante el fatalismo, deberíamos preguntarnos: ¿Qué podemos hacer para revitalizar y transformar nuestros municipios? ¿Cómo podemos unir fuerzas y visiones para construir un mañana más promisorio? La respuesta no yace en la resignación, sino en la acción colectiva, en la creencia de que somos capaces de ser los arquitectos de nuestro propio destino.

La Guajira no está condenada a ser una estación de partida, sino un punto de encuentro para los que creemos en su potencial. En la unión de sus habitantes, en la valentía de aquellos que se niegan a abandonar, radica la esperanza de un renacimiento. Porque, al final del día, serán las manos y los corazones de quienes aman esta tierra los que construirán su futuro.

José Armando Olmedo

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