Conejo es uno de los corregimientos más grandes del municipio guajiro de Fonseca, a 14 kilómetros de la cabecera municipal, por buena carretera asfaltada. Al pie de la Serranía del Perijá, se convierte en puerta de entrada a esta hermosa y productiva región del ramal más septentrional de la Cordillera de los Andes entre Colombia y Venezuela. En las noches y temprano en la mañana se siente la brisa fría de la sierra. Sus calles adornadas por árboles frondosos y jardines domésticos muy bien cuidados, las principales, están todas pavimentadas e igual unas cuantas de los barrios. Dotado de servicio de energía eléctrica, gas domiciliario, alcantarillado y acueducto veredal, que se surte aguas arriba del río Las Colonias. Cuenta también con buena infraestructura comunitaria como su plaza principal con parque, tarima y canchas de básquet y fútbol; la casa comunal donde funciona la oficina de la JAC y la planta procesadora de café, el puesto de salud, la biblioteca, la iglesia, el cementerio y la excelente Institución Técnico Educativa Agropecuaria, que forma de primaria a bachillerato a todos los Conejeros.
Sus casas casi todas en mampostería, son sencillas y bonitas; de manera curiosa, se distinguen las hechas por el gobierno por lo unificado del diseño implementado, en las tres ocasiones que han construido. La mayoría, están primorosamente pintadas de blanco y una que otra, en color más fuerte, que le ponen coqueto encanto al pueblo.
Llegar a Conejo es fácil, pues hay buen transporte privado o público bien sea en carro, moto o mototaxi, que se toman en la estación de los carritos pa’ Conejo, esquina al frente del puente del Cequión, sobre la avenida principal en Fonseca. Es una esquina concurrida y alegre del municipio, donde comienza lo agradable del paseo hasta este emblemático corregimiento. Muchos, con buen físico, hacen el recorrido en bicicleta y a pie. Yo he hecho los dos… registrándolo entre mis conquistas personales. De la salida de Fonseca hasta Conejo, todo es bello, árboles frondosos, parcelas bien cuidadas, cielo azul brillante y al horizonte montañas. Al llegar a Conejo, en la entrada te reciben púrpuras y frondosas trinitarias junto a cercas de madera rústica y cercas vivas muy verdes.
Su gente es laboriosa y pujante, se dedica mayormente a las actividades agropecuarias y algunos al comercio; en el propio pueblo hay restaurantes, billares, centros de fotocopiado, internet y papelería, almacenes de ropa, misceláneos, hostales, ventas de cervezas y licores, tiendas y desde hace poco la casa museo del café y el centro recreacional El Encanto. Siendo la agricultura el fuerte de las actividades económicas productivas, Conejo y sus veredas se posicionan como centro de abastecimiento de gran importancia en el sur de La Guajira. Sobresalen los cultivos de café, cacao, aguacate, plátano, frutas, hortalizas y otros de pan coger; que se desarrollan subiendo del casco urbano de Conejo y en las veredas Puerto López, Las Bendiciones, Las Marimondas y Las Colonias. Es tan importante la actividad agrícola en este corregimiento, que su institución educativa tiene modalidad específica en el tema y sus estudiantes, desde primaria, reciben formación técnica para mejorar conocimientos y habilidades adquiridas en el ejercicio tradicional de la actividad. Dada la relevancia de esta línea productiva, hoy en Conejo se encuentran organizaciones como la FAO, PMA, ICO Conexión, entre otras de cooperación, que apoyan en la cualificación de los agricultores, el mejoramiento y tecnificación de la actividad, la diversificación de productos e incursión en la siembra a mayor de especies como maracuyá, ahuyama, arracacha y malanga.
Su alta productividad cafetera la celebran todos los años a finales del mes de noviembre en El Festival del Café, fiesta cultural y de integración, de concurrencia significativa a nivel regional, considerada como su principal evento y vitrina. En ella, no solo participan los propios residentes de Conejo y sus veredas, sino, que llegan de corregimientos y veredas vecinas, de la cabecera municipal de Fonseca, de otros municipios del departamento e incluso de otros departamentos. En el marco del Festival, los conejeros desarrollan ceremonias religiosas, actividades culturales y deportivas, concursos de canciones, muestras artesanales y promocionan sus productos agrícolas, destacándose su producto estrella, el café. De ahí que por su reconocimiento agrícola, sumado a su riqueza natural paisajística, la cantidad de fuentes hídricas que posee y la diversidad de animales para el avistamiento, todo Conejo, tanto urbano y veredas, se perfila hacia una nueva actividad productiva económica, sustentada en el ecoturismo o turismo experiencial, brindando a los visitantes La Ruta del Café, que consiste en recorridos de avistamiento por toda la zona, baños en cascadas, matinales y ríos, experiencia interactiva en los cultivos, comida tradicional, bebidas ancestrales, cafecito bien hecho y descanso tranquilo en casas hostales de los lugareños. La actividad turística paso a paso se posiciona y se reconoce en el contexto, desde el esfuerzo privado de pequeños propietarios de predios, que incipientemente son acompañados por el SENA, FONTUR, la Dirección de Turismo Departamental y la Alcaldía del Municipio.
Es así como los conejeros desde sus artes, oficios, saberes y lo preciado que tienen, han emprendido gestiones para de manera organizada contribuir al reverdecer integral de su pueblo, desde el manejo responsable en la labranza de la tierra, sus cafetales, la belleza de la zona, la cultura, el turismo y la capacidad de trabajo. Se destacan sus mujeres, quienes juntan sus fuerzas en asociaciones campesinas productivas y cafeteras. Una de ellas es Asmuperijá, integrada por 15 mujeres, dedicadas a La Ruta del Café y la promoción de la marca Café Dorado del Perijá de la colecta cosechada en 68 parcelas. Campesinas cafeteras y, sobre todo, MUJERES con todo lo que significa ser Mujer, han retomado sus tierras con su presencia y fuerza labriega. Cultivan, recogen, procesan, promocionan y comercializan su producto, al tiempo que se capacitan para hacerlo mejor y se sientan a compartir experiencias saboreando su delicioso y aromático café. Con esto, innovan, retroalimentan aprendizajes y técnicas; van sanando entre ellas las heridas propias y colectivas que dejó el conflicto, unen familias, enlazan fuerte amistad, reconstruyen el pueblo, su memoria cultural y aportan desde la sororidad al presente de Conejo. Presente en el que todos, conejeros y conejeras, se enfocan creyendo que el tiempo que viven es bueno y el futuro que juntos anhelan y procuran será mucho mejor abarcando el beneficio colectivo.
La realidad es que Conejo sabe a café con paz, porque si de excelencia en gusto y variedad de café se habla, la Serrania del Perijá donde se emplaza, se nombran en voz alta. Con Paz, porque en Conejo, la vereda Pondores, es un Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación (ETCR) en el cual se asientan con sus familias firmantes de paz, quienes al igual que los nativos se han convertido en actores importantes, que no solo actúan en el corregimiento y sus veredas, sino que interactúan con liderazgo en otros escenarios del municipio y departamento. Se puede ver que la cotidianidad de la convivencia entre conejeros y firmantes de paz ha ido cerrando la brecha que los distanciaba y ambos actores sociales, encabezan los procesos que nutren a Conejo de hoy en posconflicto y robustecen gradualmente la imagen de ensueño que todos tienen en su imaginario, haciéndolo posible en el día a día, con dedicación y proyectos.
De lo que vivieron con miedo y dolor los conejeros y conejeras dicen que ya pasó, no quieren ni siquiera recordar y se percibe la reconciliación. Nativos y firmantes de paz, hacen parte del pueblo, entre todos, estrecha pertenencia entre personas y con la tierra. Se esfuerzan y afianzan en lo nuevo, acompañados por las ganas de seguir adelante, el tesón y pujanza para emprender propuestas de vida, aportar en la reconstrucción de la región y proyectar a mayor nivel a un recompuesto y resiliente Conejo.
Por su parte, como aportes, los firmantes de paz adelantan su incorporación y adaptación al territorio, que se estructura en la ejecución de proyectos de formación y nuevos aprendizajes, emprendimientos productivos con énfasis agropecuario y la construcción de sus viviendas permanentes. En su sano convivir, se esmeran por la aproximación como iguales entre vecinos, la amena y participativa interacción comunitaria, la prevalencia y respeto por la cultura y la cohesión del tejido social. De ahí que este año, la organización del Festival del Café, magno evento identitario y de unión entre propios y foráneos, esté liderada por personas firmantes del acuerdo de paz, indicando de forma visible que el café no solo genera bienestar a quien lo degusta, sino que también puede ayudar a que cobre gozo un pueblo para con sus aromas y sabores trascienda en esperanza toda una región y en cada sorbo se eleve el ánimo y las ganas para que todos los que sienta y se reconozcan conejeros se dediquen a mantener lo que aprecian de gran valor…, “El territorio como bien común, visibilizando a Conejo como pueblo de progreso, resultado de las gestiones y trabajo que todos ponen y del café, que sabe a buenos tiempos y se acompaña con PAZ que restituye derechos”.
Lilia Vergara
Excelente artículo, muy detallado, sabrosa lectura
Excelente comentario de alguien que conoce realmente la región, hay que visitar ese lugar lleno de cultura y riqueza agrícola que tiene nuestro pueblo*