EL OLVIDO DE LA CULTURA CIUDADANA: CUANDO GOBERNAR ES SOLO GESTIONAR CRISIS

Hubo un tiempo en el que la política pública entendía que el civismo no era solo una cuestión de normativas, sino de hábitos, narrativas y valores compartidos. Un tiempo en el que la cultura ciudadana no era vista como una ocurrencia anecdótica, sino como un pilar del desarrollo. Hoy, esa apuesta ha desaparecido.

En Bogotá, en los años 90, la cultura ciudadana fue una revolución silenciosa. Bajo el liderazgo de Antanas Mockus, la pedagogía del comportamiento colectivo redujo los índices de violencia, mejoró la convivencia vial y promovió el respeto por el espacio público. En Medellín, programas de transformación urbana con participación comunitaria ayudaron a bajar las tasas de homicidio y fortalecieron el tejido social. Hoy, en cambio, los gobiernos parecen haber renunciado a la idea de que la convivencia es un proyecto colectivo.

El problema no es la falta de información. En la era digital, nunca habíamos tenido tantos datos sobre nuestros problemas estructurales, pero nunca habíamos estado tan desconectados de ellos. Sabemos cuántos robos hay en nuestra ciudad, pero no conocemos a nuestros vecinos. Podemos ver en tiempo real las deficiencias del transporte público, pero cada vez hay menos voluntad para organizarnos y exigir mejoras.

Parte de la crisis radica en la debilidad de los espacios colectivos. Las asociaciones barriales, los comités ciudadanos y las juntas comunales han perdido protagonismo frente a una sociedad que premia la individualidad y la indignación efímera en redes sociales. La comuna esa estructura elemental de la democracia participativa debería estar haciendo reflexionar a los dirigentes políticos, pero cada vez incide menos en las decisiones de gobierno.

Donde la cultura ciudadana ha sido exitosa, el impacto se ha sentido por generaciones. En ciudades como Curitiba, en Brasil, o Viena, en Austria, la educación cívica ha sido un eje de transformación sostenible. En Singapur, una cultura de respeto por lo público ha hecho que el cumplimiento de las normas no dependa de la vigilancia constante, sino de la convicción colectiva.

La pregunta es inevitable: ¿por qué los gobiernos dejaron de invertir en la cultura ciudadana? Una respuesta incómoda es que los dividendos políticos de la cultura ciudadana no son inmediatos. Es más fácil prometer infraestructuras que construir valores compartidos. Es más rentable ofrecer soluciones represivas que fomentar la autorregulación social. Pero sin cultura ciudadana, la gobernabilidad se debilita y el futuro de las ciudades queda en manos de la anarquía o el autoritarismo.

Hoy, más que nunca, necesitamos recuperar la idea de que el desarrollo no se mide solo en megaproyectos, sino en la capacidad de una sociedad para construir acuerdos básicos de convivencia. Porque sin cultura ciudadana, el progreso es una ilusión que se desmorona ante la primera crisis.

 

Juana Cordero Moscote 

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5 comentarios de “EL OLVIDO DE LA CULTURA CIUDADANA: CUANDO GOBERNAR ES SOLO GESTIONAR CRISIS

  1. Mateo Luquez Lopez dice:

    ¡Excelente tema! La cultura ciudadana es un concepto fundamental para el buen funcionamiento de cualquier sociedad. En términos generales, se refiere al conjunto de valores, actitudes, comportamientos y normas sociales compartidas por los miembros de una comunidad que regulan su convivencia y promueven el respeto por los derechos y deberes de todos.
    En conclusión la cultura ciudadana fortalece el tejido social y genera capital social (confianza, reciprocidad y la cooperación).

  2. Aníbal Barros Villazón dice:

    Vamos por la recuperación del protagonismo de las comunidades Comuno-Barriales y Veredo-Corregimentales para la reconstrucción del tejido social destruido por el neoliberalismo en nuestras naciones tercermundistas! Gracias Juana Cordero por tu oportuna reflexión!

  3. Johan Ricardo dice:

    A veces no hacemos las cosas porque no sabemos cómo debe realizarse, además de sentirse solitario cuándo nace la voluntad del civismo, son unos cuantos quienes están dispuestos. Tener credibilidad y dar los primeros pasos, aunque sea lento, es necesario para comenzará a ganar adectos que estén dispuestos a defender los valores y aplicarlos en la sociedad.

  4. Carlos L. Vera Cristo dice:

    Una teoría irrefutable. Llevarla a la práctica ha sido muy difícil. Uno de sus principales medios, las comunidades, con frecuencia han terminado en comités casi inactivos o al servicio de determinadas ideologías. Propulsores como Mockus no convencían a muchos debido a sus excentricidades, no exentas de complejos de superioridad. En resumen, como en toda gran obra, del dicho al hecho hay mucha convicción, mucho estudio, mucha planeacion, mucho trabajo y sobre todo capacidad de unión para lograr muchos colaboradores.

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