EL BAZAR DE LOS PAYASOS Y CIERTOS PRECANDIDATOS…

Hoy domingo 15 de junio de 2025, día de marchas del silencio, parecería un contrasentido y un tema totalmente fuera de contexto o de actualidad, escribir sobre precandidatos a la presidencia de la República para las elecciones de 2026, que a estas alturas en un año calendario exacto, estaremos, y esperamos que así sea, entre la primera y segunda vuelta de las presidenciales.

Y sería un contrasentido, porque hace una semana la trágica oscuridad de un país cíclicamente acostumbrado al terrorismo y al crimen, volvió, en segundos, a revivir las historias de muerte de 40 años atrás, cuando narcotraficantes, guerrilla y el grupo terrorista M-19, casi arrodillan a las instituciones y a la democracia colombiana, que, a la postre, y luego de muchas vidas ofrendadas, pudo salir adelante. Con el atentado al precandidato del Centro Democrático Miguel Uribe Turbay, los fantasmas del exterminio han revivido de la mano de un gobierno cómplice y determinador del regreso de la violencia, del magnicidio, las amenazas, los odios y la inseguridad desbocada, casi generalizada en todo el territorio nacional.

Soy lego en la propaganda, en la estrategia y el marketing de campañas políticas, pero haciendo uso del sentido común y la sensatez, trataré de compartirles mis impresiones, al margen de que nunca concebí que esta administración culminara el período constitucional, habida cuenta de las explícitas y objetivas evidencias incontrovertibles, que lo tornaron ilegítimo por la violación flagrante y grosera del artículo 109 de la Constitución Nacional, y el juicio político al que debía someterse el presidente Petro para ser declarado indigno.

Pero parece que esa otra burla al equilibrio de poderes y al orden constitucional, quedará como una nueva mancha indeleble en nuestras oscuras páginas de los yerros del legislativo y la deshonra a la justicia, dentro de un Estado de Derecho cada vez más abstracto, corrupto e inane.

A la fecha, me ocuparé en primer término a los precandidatos del único partido político de verdadera oposición: el Centro Democrático.

De los cinco precandidatos, todos muy buenos, con experiencia en la administración pública, con formación empresarial y liderazgo, he de inclinarme por tres de ellos: María Fernanda Cabal, Paloma Valencia y Miguel Uribe Turbay. La primera variable homogénea que estos tres precandidatos esbozan, aparte de su respeto y obediencia a las instituciones de la República, es la seguridad, como fuente primigenia de tranquilidad, confianza, desarrollo y crecimiento. Lo segundo que identifico es la estrategia económica para crear y buscar nuevos mercados, la confianza inversionista con seguridad jurídica y las alianzas y consensos con nuestros grandes socios internacionales como los Estados Unidos, Israel y la Unión Europea. Finalmente, entre muchas otras variables importantes, está el tema de los valores familiares, la educación sin adoctrinamientos, el orden institucional y la estabilidad en sistemas como el de la salud y el pensional, que generan paz con futuro, sostenibilidad y calidad de vida.

En segundo término, me referiré a dos importantes precandidatos del partido Cambio Radical: Germán Vargas Lleras y David Luna. El primero, un reconocido político de vieja data, buen estratega y hombre que puede lograr consensos, coaliciones y frentes comunes, como no lo descarta el expresidente ALVARO URIBE VÉLEZ. El segundo, un hombre metódico y de perfil técnico, que ha hablado claro sobre las intenciones soterradas de Petro: la guerra interna, el narcotráfico desbordado, la reelección disfrazada y la capacidad de un daño irreversible, que ya hoy se podría palpar con la convocatoria de “GUERRA A MUERTE” y el “DECRETAZO 0639 de Junio 11 de 2025”, cuando decidió renunciar a su partido el pasado mes de enero, para aspirar a la presidencia en 2026, sin cargas fiscales para su campaña.

Finalmente, por el partido Conservador, independientemente que no es precandidata, solo veo la figura de Nadia Blel, como una congresista muy fresca de las nuevas generaciones en la Región Caribe; responsable, estudiosa, valiente y comprometida que, muy seguramente, tendrá un recorrido ascendente en los próximos años.

Dentro del liberalismo o del partido de la U o del partido Verde u otros, no encuentro nombres que lideren la coyuntura del momento y que puedan convocar mayorías en aras de unir, liberar, ordenar y avanzar. Hay un lastre y un desgaste mayúsculo por los apoyos, la colaboración y las coaliciones con el actual gobierno, muchas de ellas bastante controvertidas, que han de pasarles factura.

Ya sea por ausencia o disidencia en la disciplina de partido; o por candidaturas “por firmas” o por grupos significativo de ciudadanos; o simplemente independientes que “suenan” con bastante aceptación, están nombres interesantes como Vicky Dávila, Abelardo de la Espriella, Alejandro Char, Juan Daniel Oviedo y medio centenar más, donde se ubicará Sergio Fajardo, el predicador del insípido centro tibio. 

En la otra orilla, en la orilla de los demagogos, de los titiriteros que van de campanillas por el Bazar de los Payasos, como creo que identifican al pueblo y la sociedad colombiana, se sitúan en ese mercadillo de pulgas algunos nombres innombrables; allí aparecen los investigados por corrupción de la UNGRD, los inmorales y saltimbanquis que “corren la línea ética”; los ladrones del erario, los fracasados ex alcaldes, los ineptos bachilleres financiadores de grupos terroristas urbanos, los ineptos congresistas “influencers” de hoy, y otras malas yerbas.

Allí, camuflados y “de agache”, muchos liderando encuestas (confieso que me aturde esta dinámica probabilística de las encuestas de intención de voto en este país), aparecen de repente estos despropósitos, y otros que se me escapan: Camilo Romero, María José Pizarro, Daniel Quintero, Claudia López, Roy Barreras y Gustavo Bolívar.

No es la hora para la servidumbre cobarde ni para los arlequines; este país no puede cometer tamaño error dos veces. El eterno romance con bandoleros debe terminar; no es la hora para volver a auto engañarse.

Es la hora de las determinaciones y la mano firme; la hora de los resultados, la libertad y la casa en orden. Como diría un viejo amigo aspirante a político comunal: más gerencia y menos poesía.

 

Luis Eduardo Brochet Pineda

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