Máximo Móvil Mendoza, más conocido con el apodo o sobrenombre de “El Indio de Oro”, fue uno de los más excelsos y destacados compositores de música vallenata que haya parido las tierras sanjuaneras. Nació del otro lado del río Cesar, a unos escasos seis kilómetros de la cabecera municipal, en el centro poblado de Guamachal el 29 de mayo de 1.935 y murió en San Juan el 4 de enero de 2.002, a edad de 67 años. Tuve la fortuna de conocerlo y contemplar de cerca la grandeza de su talento para componer y hacer canciones.
Fue nuestro vecino, vivió en calidad de inquilino con su familia en el Tren, un pequeño condominio de piezas dispuestas como los vagones de un tren, hechas de bloques y tejas de cemento, adosadas a la famosa KZ internacional, muy cerca de la casa de mi madre “La Cuío” y de mi abuela paterna, Isabel Frías. En el vecindario lo recuerdo saboreando una tasa de café caliente y con una sonrisa entusiasta siempre en los labios con su mano derecha levantada y el puño cerrado cantando sus canciones y con la compañía del carpintero Enrique Daza, su gran amigo. Fue un sanjuanero raizal, preclaro y benemérito, procedente de la más alta pureza del campo. Criado y levantado en medio del esfuerzo por su abuela, Cornelia, en medio de los quehaceres propios de las fincas cuidando el ganado y los cultivos del pan coger.
Así se hizo compositor, escuchando el murmullo de la brisa, el mugir del ganado y el canto de las aves silvestres, de donde nació su inspiración para cantarle a la naturaleza, a la mujer, a la vida, al amor, al desamor y a sus propias vivencias. Fue un analfabeta y autodidacta, porque no deletreó el abecedario, pero si estudió en la escuela de la vida y aprendió sus lecciones bien aprendidas, demostrando con sus canciones que la vida es la mejor escuela si se aprenden sus lecciones. Trabajador como todo campesino con olor a campo y a vaquería. Se le veía por las calles del pueblo en el volante de un camión como chofer del aserradero del pueblo transportando madrinas de madera y listones para aserrar o cepillar para las construcciones de la época.
En el año 1977 decidió presentarse a concursar al Primer Festival de Compositores en San Juan con la composición de su autoría: “Penas de mi tierra”, cantándole a aquellos hombres y mujeres que en la época se iban a la hermana república de Venezuela a buscar un cambio de vida y otros a reponerse. Se alzó con el trofeo como el primer rey del Festival de compositores, y primer indígena wayuu en lograrlo, y por supuesto, creció su fama y comenzó a ascender hasta las cumbres más altas del vallenato donde muchos hablaban ya de su talento para componer paseos y merengues. Sus familiares y amigos más allegados cuentan que Joseito Parodi, fundador del Festival de compositores y Poncho Fragoso, el exalcalde de San Juan, eran sus amigos de confianza en quienes confiaba para que le escribieran en un cuaderno norma de veintidós renglones la letra de sus últimas composiciones y melodías inéditas.
Fue considerado una autoridad en la composición de paseos y merengues vallenatos con un exquisito lenguaje y mensajes universales con el cual se identificaban los ciudadanos del común. Juancho Roís fue uno de sus acérrimos admiradores y se disfrutaba su capacidad para componer con su estilo inconfundible y sus claros mensajes y llevo muchas de sus canciones a los oídos de los cantantes mas famosos para volverlas clásicos y para impulsar al indio de oro. Más de cien canciones hacen parte de su catalogo musical y entre ellas, Alfredo Gutiérrez le grabo, Mujeres que me dejaron y Diomedes Diaz y Juancho Roís, le hicieron famosas, La vida del artista, la vecina y ni lo intentes, entre otras.
Jorge Oñate le grabó Penas de mi tierra y el Gallo de Riña. Beto Zabaleta también le cantó, Aunque sufriendo te olvido, canción que cruzó la frontera y fue grabada en versión ranchera en México. Los hermanos Zuleta hicieron celebre su canción icónica, El firme, muy recordada en las competencias electorales. Pero San Juan recuerda a su indio de oro cada anualidad en las fiestas patronales el 24 de junio, día del patrono San Juan Bautista, con su canción, Esta de Fiesta Mi pueblo, en la voz de Rafael Daza, donde derramó en su estilo toda la ausencia sentimental de un sanjuanero enfermo en la fiesta patronal.
Rafael Humberto Frías