LA BAJA TASA DE NATALIDAD Y EL ENVEJECIMIENTO POBLACIONAL, UNA CUENTA REGRESIVA, A NIVEL GLOBAL

En el escenario contemporáneo, la humanidad enfrenta un fenómeno sin precedentes, la simultánea caída de la tasa de natalidad y el acelerado envejecimiento de la población, este proceso, que antes parecía ajeno o lejano, hoy constituye una cuenta regresiva que afecta a sociedades de todos los continentes, en esta columna de opinión una vez más la voy a escribir inspirada en vivencias que me permiten profundizar en este tema que considero de gran relevancia en las transformaciones sociales y familiares.

En una reunión familiar, mi hija de siete años me sorprendió con una confesión: “Cuando sea grande, me voy a casar y voy a tener dos hijos, pero después me voy a separar de mi esposo”. Este comentario inocente refleja cómo las nuevas generaciones perciben el matrimonio y la familia de manera diferente, quizás más flexible que antes, es una señal de que los valores y expectativas familiares evolucionan junto a los cambios demográficos y sociales.

Por otro lado, mi tío Alcibíades, un adulto mayor de 85 años que no tuvo hijos y vive solo, enfrentó una emergencia hospitalaria recientemente, junto a mi hermano, estuvimos pendientes de su salud, pero quienes realmente lo acompañaron fueron Luisca y la Chili, dos grandes amigos que estuvieron cinco días con él en la clínica, esta experiencia muestra cómo el envejecimiento puede traer soledad, pero también revela que existen personas con un corazón enorme. Mi mamá Bonilla, con sus 14 hijos y 92 años, está en silla de ruedas  compartir  junto a ella es disfrutar de tardes llenas de anécdotas y recuerdos, toda la familia gira en torno a ella, buscando siempre su bienestar  finalmente, mi suegro Alcides de 93 años con 22 hijos aficionado a la lectura hoy  convive con principios de alzaimer y se esfuerza por hacernos ver que él está muy bien; de hecho hace una base de datos del número de novias que tuvo en su juventud, un contexto que nos indica que aunque la sociedad cambia y las familias se hacen más pequeñas, el cuidado y el respeto por los adultos mayores siguen siendo esenciales para mantener la cohesión familiar.

La tradicional imagen de familias numerosas ha dado paso a hogares más pequeños, donde los adultos mayores adquieren un protagonismo inédito, el descenso en los nacimientos, impulsado por factores como el acceso a la educación, la participación laboral femenina y el costo de vida, se manifiesta en escuelas menos concurridas y en espacios urbanos donde las voces infantiles se escuchan cada vez menos. El envejecimiento como fenómeno global no solo Colombia experimenta estos cambios, países de Asia y Europa, como Japón, Italia y Alemania, ya viven el impacto de poblaciones donde los mayores de 65 años sobrepasan en número a los jóvenes, el debate sobre pensiones, servicios de salud y migración se vuelve urgente, mientras que regiones tradicionalmente jóvenes como África y América Latina comienzan a reflejar tendencias similares, influenciadas por la urbanización y el acceso a tecnologías reproductivas.

Las implicaciones sociales y perspectivas que este panorama plantea son retos profundos y aquí si me atrevo hacer preguntas ¿cómo se reorganizan las sociedades ante la disminución de la población joven y el aumento de adultos mayores? ¿Qué transformaciones se requieren en los barrios, las políticas públicas y la vida cotidiana para responder a estos cambios? La baja tasa de natalidad y el envejecimiento poblacional no son solo datos estadísticos; son el reflejo de una cuenta regresiva que redefine el rostro de la sociedad a nivel global.

La vejez en nuestro país se mezcla entre tradición y modernidad, la imagen de los abuelos ha estado ligada históricamente a la sabiduría y el respeto, Sin embargo, el país enfrenta el desafío de una población que envejece a ritmo acelerado, según cifras recientes, el porcentaje de colombianos mayores de 60 años ha crecido notablemente en las últimas décadas. Las familias, antes grandes y numerosas, ahora se ven reducidas, y muchos adultos mayores viven solos o dependen de servicios asistenciales, el cambio se siente en los barrios, en las conversaciones cotidianas y en la estructura misma de la sociedad. Mientras la vejez avanza, la tasa de natalidad desciende, Colombia, al igual que muchos países del mundo, experimenta una caída sostenida en los nacimientos, las razones son diversas; el acceso a la educación, la inserción laboral de la mujer, el costo de la vida y el deseo de tener familias pequeñas, las escuelas, que alguna vez rebosaban de niños, hoy enfrentan menos matrículas; en las calles se sienten menos juegos infantiles.

¿Quién cuidara de los adultos mayores? la pregunta resuena en los pasillos de hospitales, en los hogares y en todo el mundo ¿cómo garantizar una vida digna para quienes envejecen, en sociedades donde nacen menos niños? Los sistemas de salud y pensiones se ven presionados, y la soledad se convierte en un reto silencioso, en nuestro país, han surgido iniciativas de integración social, voluntariado y redes de apoyo orientadas a responder a estos desafíos, los programas dirigidos al adulto mayor, implementados en los municipios, buscan brindar atención y acompañamiento, aunque muchas veces cuentan con recursos insuficientes, lo que dificulta su alcance y sostenibilidad, enfrentar este desafío implica una responsabilidad colectiva, es fundamental transmitir a las nuevas generaciones la conciencia de que el ciclo evolutivo es universal y que todos experimentaremos la vejez, por ello, es necesario fomentar una cultura amorosa hacia los abuelos, reconociendo y valorando su sabiduría reflejada en sus cabellos blancos, esta actitud contribuirá a fortalecer el respeto y el cuidado intergeneracional, pilares esenciales para la cohesión y el bienestar social.

La vejez y la tasa de natalidad son dos caras de una misma moneda demográfica, en el parque, los abuelos miran el horizonte, y los pocos niños que corren entre ellos son símbolo de esperanza y continuidad, el futuro de Colombia y el mundo depende de cómo afrontemos este cambio; el diálogo, la empatía y políticas públicas que reconozcan la riqueza de todas las generaciones, este artículo de la vejez y la natalidad no es solo una historia de números, sino de personas, sueños y desafíos compartidos, y nuestra responsabilidad es valorar el presente y mirar hacia el futuro, con sentimiento cultural y de pueblo mi opinión para ti.

 

Yarlin Carolina Díaz Bonilla

DESCARGAR COLUMNA

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *