LA NOCHE DE SAN JUAN

La conmemoración de importantes fechas del proceso de independencia ha sido desplazada en la agenda ciudadana en parte por la alarmante situación sanitaria que vive el país y en parte por las movilizaciones sociales en las calles de nuestras principales ciudades. En este año uno de esos grandes hitos del Bicentenario es el de la recuperación de Cartagena por las tropas republicanas y el retiro de las tropas españolas en octubre de 1821.  Ello no habría sido posible sin operaciones militares previas como la sucedida en la llamada Noche de San Juan que se dio el 24 de junio de ese mismo año.

Una vez lograda la victoria de Boyacá y tomada la capital virreinal en 1819, los esfuerzos del mando republicano se dirigieron tanto hacia el sur como hacia el litoral en el que se encontraban puertos marítimos de importancia estratégica y económica para el nuevo gobierno como Cartagena, Santa Marta, Riohacha y Maracaibo.  En 1820 una combinación de fuerzas terrestres y navales había ocupado plazas importantes en el Caribe estrechando el cerco sobre Cartagena que seguía recibiendo provisiones esenciales por mar y contaba con la cercanía geográfica y el apoyo potencial de Panamá y La Habana.

Las tropas republicanas que rodeaban a Cartagena concibieron dar un golpe de mano para controlar la bahía en donde se hallaban acoderadas las naves realistas. Se escogió la noche del 24 de junio, fecha en la que se celebra en el mundo hispánico la Fiesta de San Juan.  Por medio de la inteligencia se sabía que el servicio de relevo de las tropas realistas se hacía con poca exactitud y con algo de descuido.  A las doce en punto de la noche el diestro marino José Padilla, entonces capitán de navío, siguió por las aguas de la bahía y atacó la flota sutil realista mientras que el coronel republicano, nacido en Suecia, Federico Adlercreutz iniciaba en tierra maniobras distractoras para dividir las fuerzas del bando contrario. Once buques menores fueron capturados por Padilla, junto con fusiles, municiones y piezas de artillería.  Dos buques hundidos y cien soldados realistas muertos fue el balance de las operaciones que hicieron critico el control militar de este puerto marítimo.

En septiembre de ese mismo año se acordaron los términos de la capitulación en que se efectuaría la entrega de esa plaza y el retiro ordenado del Gobernador español y las tropas realistas hacia La Habana en naves republicanas. Ello se cumplió el 10 de octubre de 1821. Si así lo deseaban, algunos de los oficiales y soldados realistas podrían pasarse al bando republicano. Se acordó respetar la seguridad y las propiedades de las personas sin importar sus opiniones políticas. Ello nos muestra el marcado componente de guerra civil que tuvieron las luchas entre republicanos y realistas en este periodo. Estos hechos cuestionan un relato mito-poético y teleológico en el que las independencias son imaginadas solo como guerras de liberación nacional.

Como lo registraba el historiador José Manuel Restrepo en 1858 la rendición de Cartagena puso en manos de una naciente Colombia la histórica plaza que fue el antemural glorioso del fenecido Virreinato de la Nueva Granada.

Weildler Guerra Cúrvelo

wilderguerra@gmail.com

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