Aunque no suficientemente conocida ni estudiada, no hay encuesta más profunda y completa en materia política en Colombia que la que hace el DANE cada dos años, a lo largo y ancho de todo el país excepto la Orinoquía y la Amazonía. La del 2021, que terminó de recoger muestras el 31 de diciembre, encuestó 4.331 hogares y 71.986 personas, tanto en cabeceras municipales como en los llamados centros rurales dispersos.
Algunas conclusiones: cae marginalmente el apoyo a vivir en democracia. Solo el 76,6% lo considera muy importante y aquellos a los que les es indiferente o nada importante crecen en 4,3%. Los ataques de la izquierda radical al sistema democrático van haciendo mella. La satisfacción en la forma en que funciona la democracia es cada vez menor. Los que están muy satisfechos caen del 16,5 al 12,5% y los muy insatisfechos crecen del 46,9 al 52,2%. Y cae también el porcentaje de ciudadanos que considera las elecciones importantes. En el caso de las presidenciales, la disminución es del 7,7% para llegar apenas al 64,5%.
En consecuencia, disminuyen las personas que tiene interés en informarse sobre la actualidad política del país. Las que sí lo tienen siguen inclinándose por la televisión (89%) y caen los periódicos y revistas (-13,5%), el radio (-6,7%) y el internet (-6,1%). Solo crecen las redes sociales, un 4,9%, para llegar a un 55%.
Y crece la percepción de que en el país no se protegen y garantizan los derechos. Más del 56% por ciento cree que no. En el mejor de los casos, el derecho a la recreación y la cultura, solo el 43% cree que sí; en el peor, apenas el 21,6% considera que sí se cuidan los derechos de los campesinos.
Una medición nueva tiene esta encuesta, la de la satisfacción con el contenido del pacto con las Farc. Cinco años después de firmado, el 43,2% está nada satisfecho y solo el 19% está muy satisfecho. En los municipios PEDT la cifra es parecida: 39,1% vs 16,6%. En relación con la aplicación del pacto la calificación ciudadana es más dura: el 57,6% no está nada satisfecho y apenas el 8,3% está muy satisfecho.
La inmensa mayoría (73,2%) ve un aumento del problema de corrupción que va desde el Congreso, la rama judicial y los órganos de control a los gobiernos nacional, departamentales y municipales e incluye ahora también a los gremios y las empresas.
Una curiosidad: el 75,6% de los encuestados dice haber votado, mucho más que la participación real del 61% en las elecciones territoriales del 2019. Seguramente hay que depurar el censo, pero pareciera que los ciudadanos tienden a sobre estimar públicamente su participación en las urnas, lo que es más curioso si se considera la disminución del apoyo al sistema democrático.
En cuanto a la manera en que los ciudadanos se perciben a sí mismos dentro del espectro político, sigue siendo mayoritariamente de centro (44,3%) y después, lejos, de derecha (17,9%) y de izquierda (14%). Las regiones más de izquierda son el Cauca (19,6%), Bogotá (19,3%) y el pacífico (14,9%) y donde menos tiene apoyo es en los municipios PDET (11,1%), aquellos acordados entre las Farc y Santos para ser priorizados. Cabe entonces preguntarse porqué en esos municipios los partidos y movimientos de izquierda consiguen tantos votos. Las regiones más de derecha son la central (22,2%), el caribe (21,1%), la oriental (17%) y los municipios PDET (16,2%).
Si entre 2019 y 2021 aumenta un 2,3% el porcentaje de ciudadanos que se identifica como de izquierda (del 11,7 al 14%), más relevante es la caída de quienes se ven de derecha, bajando del 26,9 al 17,9%, nueve puntos, un 33,5% menos, uno de cada tres, en apenas dos años. Habría que profundizar para establecer las causas de semejante bajón, aunque seguramente será resultado de la baja favorabilidad del gobierno, la erosión de la popularidad de Uribe (por mucho que ambos, Duque y el expresidente se identifiquen como de centro), y el desencanto de las bases uribistas. Una lástima que en esta ocasión los cuadros del DANE no traigan una discriminación de las inclinaciones ideológicas por grupos de edad. La del 2019 permitía resaltar que aún entre los jóvenes eran más los que se identificaban como de derecha que de izquierda.
Finalmente, este es un país de desconfiados. El 80,7% no confía nada en desconocidos y apenas un 43,6% sí confía en sus amistades. El único núcleo de confianza real parece ser la familia (94,5%).
La encuesta es una mina de información. Me pregunto si los asesores políticos de las campañas y los candidatos se animarán a usarla.
Rafael Nieto Loaiza