DEPRESIÓN: ESLABÓN SIN SALIDA

He sido insistente en los temas de salud pública, particularmente con las enfermedades mentales como la depresión y ansiedad que, según la OMS, le cuesta al mundo 1 billón de dólares y dónde Colombia ya supera el promedio internacional. Desde el 98 existe en nuestro país una política de salud mental que como todo lo normativo, se hacen ajustes, pero nada de la praxis, los planes de intervenciones colectivas creados desde el Ministerio de Salud, precisamente para atender en Salud Pública, darían excelentes resultados, sí tan solo se garantizara la continuidad del mismo y con profesionales idóneos.

Es menester que las entidades rectoras del orden social realicen lo propio, muchas veces escuchamos que un familiar, vecino, o cualquier persona cercana murió de un infarto, ataque al corazón y en muchas ocasiones obedecen a eventos primarios como la depresión y la ansiedad, capaces de alterar 100% el metabolismo, somatizar y llevarte a eslabones donde tocar fondo, es el gran peligro.

Los países incluido el nuestro, no estamos tomando con seriedad esta problemática y sin duda alguna, son ellas, las enfermedades de nuestros tiempos, las tasas de mortalidad, no se verán marcadas por patologías orgánicas, sino visiblemente exageradas, estadísticamente, por las afecciones del orden mental.

Los decesos en el mundo serán palpables por estos factores invisibles que cuando ya generan síntomas físicos se vuelve complejo su diagnóstico, en ello, la familia, juega un papel preponderante, el dar amor y diálogo a quien en sus costumbres habituales ha cambiado no por decisión propia, sino por estados anímicos que se salen del control.

Preocupa enormemente que, en centros hospitalarios, de atención en salud, los profesionales no brindan el manejo adecuado a este tipo de situaciones, y lo más aberrante es que muchos profesionales de la psicología que se formaron para tratar pacientes de este orden, tampoco lo saben; ocasionando que el remedio sea mucho peor que la cura.

Urge la educación y formación en temas de pedagogía y convivencia, como también de reconocer en quienes están cerca cualquier reacción o comportamiento extraño al habitual para dar atención inmediata. En nuestra sociedad, somos muy dados al señalamiento y el juzgar sin saber que rayos está ocurriendo en aquella alma que, de seguro, busca ayuda desesperada y donde su mente se encuentra en un segundo plano, en el que ni ella misma puede ayudarse.

El trato y la famosa llamada empatía, deben trabajarse desde el hogar como pilar fundamental y afianzarse en los colegios. El estado dictamina unos lineamientos, pero alcaldías y gobernaciones en los escenarios donde cuenten con plena autonomía, pueden regular, exigir y realizar el seguimiento, específicamente, desde sus secretarías de salud, que no están solo para cumplir requisitos estadísticos como resultado de mejoras o de que realmente se están realizando las cosas, no, sino desde el deber emergente de intervención social que tienen y que no da espera y no por falta de recursos; hay actividades que pueden realizarse sin elevados costos y en articulación con la sociedad.

La atención en salud pública es el reto de nuestros países, como también el fomento e inversión del rigor científico, me refiero a proyectos de investigación y de aplicación social avalados y en seguimiento, en nuestro caso, Minciencias, que desde la apropiación del conocimiento e investigación contribuyan a disfuncionalidades sociales.

Darles la espalda a estas patologías del alma y también derivadas de enfermedades padecientes, nos puede costar demasiado y mucho más rápido, desde la básica pérdida humana que se traduce en menos talento humano; el dolor y el lamento de la ausencia a sus seres queridos, hasta los millones que se descuentan de las arcas del estado.

 

Laura Severiche

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