«EL DECÁLOGO ÉTICO PARA MAICAO: REFLEXIONES PARA CONSTRUIR UNA MEJOR SOCIEDAD»

En un mundo donde las diferencias culturales, políticas y sociales suelen ser motivo de división, el municipio de Maicao se encuentra ante una oportunidad única: construir puentes de entendimiento a través de un Decálogo Ético, un ejercicio colectivo que no solo refleja los valores compartidos de su gente, sino que también aspira a ser una guía práctica para la convivencia pacífica y respetuosa.

Recientemente, con los estudiantes universitarios del tercer semestre del programa de Licenciatura en Educación infantil de la Universidad de La Guajira (sede Maicao), tuve el privilegio de presenciar cómo jóvenes de diversas procedencias y perspectivas lograron consensuar principios éticos fundamentales para su comunidad. Este proceso no fue solo académico; fue profundamente humano. A través del diálogo, la reflexión y el compromiso, emergió un decálogo que celebra la diversidad cultural como una fortaleza y reconoce la dignidad humana como el núcleo de toda relación social.

¿Qué nos dice este ejercicio sobre Maicao y su gente? En primer lugar, que la riqueza de esta tierra no está solo en sus paisajes o su comercio, sino en la pluralidad de voces que la habitan. Desde comunidades indígenas hasta migrantes, pasando por familias afrocolombianas y mestizas, Maicao es un crisol de culturas que, aunque enfrentado a desafíos, tiene el potencial de convertirse en un ejemplo de armonía intercultural. El Decálogo Ético no es más que el reflejo de esa esperanza: un llamado a respetar, dialogar y valorar lo que nos hace únicos sin perder de vista lo que nos une.

 

Los Principios del Decálogo Ético de Maicao

Cada uno de los diez principios acordados durante el taller es una declaración poderosa que invita a la acción y al cambio. A continuación, detallo cada uno de ellos, acompañado de una breve reflexión sobre su importancia:

 

  1. «Trata a los demás como te gustaría ser tratado.» La base del respeto mutuo es la empatía y la consideración hacia el otro.
  2. «Practica la solidaridad todos los días.» Un pequeño gesto puede transformar la vida de quien lo recibe.
  3. «Comprométete con la equidad.» Construyamos un Maicao más justo, donde todos tengan las mismas oportunidades.
  4. «Sé honesto en tus acciones, incluso cuando nadie te mire.» La integridad fortalece la confianza en nuestra comunidad.
  5. «Promueve el trato justo y digno para todas las personas.» Respetemos a todos, sin importar su origen étnico, nacionalidad o condición social.
  6. «Fomenta la empatía para una convivencia pacífica”. Entender al otro es el primer paso para construir paz.
  7. «Actúa con responsabilidad, integridad y respeto”. Cada acción ética contribuye al bienestar colectivo.
  8. «Respeta las diferencias y aprende de ellas.» La tolerancia enriquece nuestro tejido social y cultural.
  9. «La verdadera igualdad no está en ser idénticos, sino en tener las mismas oportunidades.» Fomenta una convivencia más justa, inclusiva y con mayor bienestar colectivo.
  10. «Promovemos el diálogo.» Finalmente, el decálogo con una herramienta efectiva para resolver conflictos.

 

Estrategias para difundir e internalizar el Decálogo

Para que el decálogo no quede en un documento simbólico, se requiere un plan de acción participativo y creativo. Algunas propuestas contempladas son:

 

  1. Integrar los principios del decálogo en colegios públicos y privados mediante talleres interactivos, cuentos tradicionales wayúu y proyectos comunitarios. Campañas en redes sociales usando influencers locales y contenido visual (infografías, videos cortos). Creación de murales comunitarios que representen los valores del decálogo, obras de teatro en ferias locales y canciones tradicionales con mensajes éticos.
  2. Capacitar a líderes comunitarios, docentes y jóvenes como «embajadores del decálogo» para que lo promuevan en sus entornos (iglesias, centros de salud, mercados) y reconocer públicamente a personas, empresas o instituciones que ejemplifiquen los valores del decálogo.
  3. Crear mesas de discusión periódicas donde vecinos, autoridades y la Universidad de La Guajira revisen el impacto del decálogo y propongan ajustes según nuevas necesidades. Organizar talleres anuales donde la comunidad reflexione: «¿Cómo hemos aplicado estos principios? ¿Qué nos falta por mejorar?». Colaborar con cooperativas, asociaciones de comerciantes y grupos indígenas para que integren el decálogo en sus prácticas diarias (ejemplo: mercados éticos donde se promueva el consumo responsable).

 

¿Qué sigue después de su proclamación?

La proclamación del decálogo debe ser el inicio, no el final. Para evitar que se convierta en un discurso vacío, es esencial: a) Documentar casos exitosos de aplicación del decálogo (ejemplo: una comunidad que redujo conflictos mediante mediación ética) y replicarlos en otros sectores. B) Diseñar concursos escolares, becas universitarias o proyectos de investigación que vinculen a jóvenes con los principios del decálogo. C) Publicar libros, documentales o podcasts que narren la historia del decálogo y su evolución, asegurando que perdure en el tiempo.

El Decálogo Ético de Maicao no pretende ser una solución mágica, pero sí un punto de partida. Un recordatorio de que, incluso en medio de la complejidad, es posible encontrar consensos basados en valores universales. Recordemos que la ética no es un concepto abstracto reservado a los libros, sino una brújula que orienta nuestras decisiones cotidianas.

Maicao tiene la oportunidad de convertirse en un faro para otras regiones, demostrando que la diversidad no divide, sino que une. Que los valores compartidos pueden superar las diferencias. Y que, al final del día, todos somos parte de una misma humanidad. El éxito de este propósito dependerá de la capacidad de adaptarlo a las dinámicas de la comunidad, inspirar acciones concretas y generar espacios donde todos los habitantes se sientan protagonistas de su propio desarrollo ético y sostenible. Para lograrlo, la Universidad de La Guajira, como institución promotora, está dispuesta a liderar este proceso con humildad, escuchando a las comunidades y actuando como facilitador.

 

Aura Carrillo Soto

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