EL FRACASO DEL GOBIERNO PETRO EN LA GUAJIRA

El título de esta columna no es producto de mis convicciones políticas. Fue el mismo presidente Petro quien, con ocasión de su visita a la población de Uribia el pasado viernes 9 de diciembre, reconoció que su gobierno está fracasando en la atención del grave problema de la niñez de La Guajira, al expresar sin ambigüedades -hay que abonárselo-, que durante los primeros cuatro meses de su gobierno han ocurrido 20 muertes -sin considerar los subregistros- de niños indígenas wayuu, todas inaceptables y dolorosas, como consecuencia de la inapropiada y poco responsable atención de la severa desnutrición que padecen por parte del ICBF.

Conociendo su talante y sus habilidades comunicacionales, queda la duda, eso sí, de la verdadera intención de su pronunciamiento: ¿fue para anticiparse a los cuestionamientos que merece la pobre gestión de su gobierno en este tema, y quedar bien, o fue un legítimo acto de mea culpa y un llamado de atención público a su equipo de gobierno para enderezar el rumbo de su gestión? Ojalá el propósito sea este último, por el bienestar y un mejor futuro de los niños de nuestra Guajira. El tiempo lo dirá.

Con este hecho, más que anecdótico, lo que el presidente Petro pudo haber reafirmado es el aprendizaje de la lección que nos enseña que es mucho más complejo gobernar con resultados, con hechos y datos reales, que hacer oposición con promesas de cambio populistas que son difíciles de cumplir en el tiempo oportuno y con el alcance esperado por los colombianos, y en este caso particular por los habitantes de La Guajira. Se necesitan menos activismo político, menos anuncios y más hechos concretos que se reflejen en mejores condiciones de vida de las comunidades. Hasta ahora, transcurridos cuatro meses de gobierno solo hemos visto visitas de todos los niveles del gobierno nacional, incluidas las tres del presidente, reuniones para diálogos vinculantes del plan de desarrollo, socialización de proyectos relacionados con el cambio del sistema de salud y con su visión de transición energética, entre otros. Nada más para resaltar.

Durante su visita el presidente Petro hizo el lanzamiento del plan de su gobierno para el abastecimiento de agua potable, o mejorada, para este territorio. Aunque no expuso una estrategia estructurada -con el presupuesto asociado a la misma-, para contribuir a resolver el problema en forma permanente, lo que originó críticas y frustraciones en algunos sectores, si anticipó que el gobierno nacional asumirá la terminación de algunos proyectos, la recuperación y el mantenimiento de la infraestructura existente. Así las cosas, lamentablemente seguiremos sin aprovechar el enorme potencial de beneficios que representan 198 millones aprox. de metros cúbicos de agua almacenada en la represa del rio Ranchería.

Hay que decirlo con franqueza: con este plan del gobierno nacional no se visualizan resultados de alto impacto en la solución estructural del suministro de agua a las comunidades; hasta ahora solo se han escuchado soluciones parciales y coyunturales, lo que puede ser una señal anticipada de otro potencial fracaso. Es bien sabido que si se quieren resultados diferentes se debe actuar de manera diferente, de lo contrario el cacareado cambio resultará siendo solo una desilusión.

Por otra parte, la mayoría de los ciudadanos seguimos sin entender los motivos reales por los que el presidente Petro, después de cuatro meses de su posesión, no haya designado el gobernador encargado para terminar el periodo de gobierno actual, siendo esa es su obligación. Su desconfianza en algunos políticos de La Guajira, como lo expresó en Uribia, no puede ser una razón válida, ni aceptable, para no haberlo hecho. Pareciera que estamos frente a una señal de táctica política, pensando en las elecciones del próximo año.

Aunque el gobernador encargado actual, José Jaime Vega, hace su mejor esfuerzo para lograr un resultado satisfactorio, es evidente que la interinidad tan prolongada no es conveniente ni contribuye a una efectiva y eficiente gestión gubernamental de La Guajira.

Addendum:

Desde que lo escuché por primera vez nunca he podido entender el significado del emotivo eslogan publicitario “Colombia potencia mundial de la vida”, creado por el presidente Petro en alguno de sus discursos de campaña. Ahora, con las muertes de los niños de La Guajira, los continuos asesinatos de lideres sociales, los ataques a la fuerza pública y los paros del ELN en algunas regiones del país, más los frecuentes homicidios producto de los enfrentamientos de los narcos, más los de la delincuencia común, sin que la fuerza publica actúe oportunamente, menos lo entiendo.

Mientras la realidad que vivimos desvirtúa la factibilidad de ese eslogan, el gobierno, aupado por el senador Gustavo Bolívar, reconocido líder político y financiador de la conocida “Primera Línea”, continua su empecinado objetivo, a pesar de los cuestionamientos jurídicos, de liberar y nombrar como ‘gestores de paz’ a los miembros de esa organización que se encuentran privados de la libertad por sus actos de vandalismo y violencia durante los paros y bloqueos del año pasado. Tan acelerado está, sin importarle las consecuencias, que esta semana ya nombró los primeros 6 gestores. Esperemos que los jueces y cortes se pronuncien.

Álvaro López Peralta

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