…dicen que fue un mujeriego grande fue como un cóndor de los Alpes que nunca se dejó coger en falta, pero ahora vive en cerro peralta con su señora Georgina Gámez
El acontecimiento que motiva la crónica que esta vez compartimos con nuestra fanaticada trajo a mi mente la canción “Cerroperalta” de la autoría de Carlos Huertas Gómez que fue incluida por “Los Hermanos Meriño” con el canto de Silvio Brito Medina en el LP titulado “Amor eterno” en el año 1977, la potísima razón para tener presente la precitada obra musical es porque en ella el inmortal compositor conocido y reconocido como “El Cantor de Fonseca” nacido en Dibulla y que se hizo libre en toda La Guajira con letra y pegajosa melodía rindió homenaje a su amistad cercana con don Florentino Iguaran y menciona también a su compañera de vida una alma buena a quien sus ascendientes bautizaron como Georgina Gámez.
Resulta que “Gina” quien ahora vive bien atendida por sus hijos y pechacada por sus nietos y sus amistades en Cotoprix esta embromada, por estar curucuteando unos palos que había sembrado sufrió una caída que tuvo como consecuencia la inmerecida fractura de la cadera, lesión que es frecuente en la gente de su edad, tengo la certeza que los facultativos que habrán de acometer las maniobras asistenciales pertinentes serán conscientes de la gran responsabilidad que tienen de enderezar sus huesos a Gina y nos la van a devolver derechita y echando los cuentos porque esa mujer es de buena medra y todavía la necesitamos, tiene cuerda para rato y si algo falta sé que lo va a poner Dios.
Lástima grande que mi Tío Abuelo Marcos Medina ya no este entre nosotros porque eso lo hubiera solucionado el con su oración preparatoria, pencas de puy, cocimientos y Ron de culebras, era un experto soldador de huesos, conocedor pieza por pieza de todos los huesitos de sus pacientes, y sobador de brazos y piernas descompuestas; recuerdo que cuando alguien se recalcaba, o se le salía el brazo, la muñeca o las patas al accidentado le daban traslado automático a donde el, sin la demora de las EPS ahora, algunas veces le llevaban al cliente a su casa, otras veces el prestaba el servicio a domicilio, exploraba el cuerpecito de la víctima y dictaminaba la gravedad de la lesión, ya sabía lo que tenía que hacer, pedía una cajeta de “UNGÜENTO AL MENTOL NUMERO 2” con cuatro dedos de una mano desocupaba la cajeta del mentol de un solo trancazo y se empavonaba las manos, de inmediato empuñaba al paciente y no lo soltaba hasta que el hueso no llegaba a su sitio, no le importaba si gritaba, lloraba o pataleaba, el no dejaba ningún trabajo ortopédico inconcluso, y el mismo decía “Es un hombre que lo tiene cogió”, no dudo al pensar que si Dios no lo hubiera llamado a su presencia él le hubiera solucionado ya ese asuntico a la famosa matrona de Cerro Peralta.
Oramos al altísimo por su restablecimiento pleno y pronto, fue ella una de las buenas amigas de mi vieja, nunca ha cambiado con migo, es siempre igual, cercana, familiar y cariñosa, escucharla me traslada a mis años más felices de sus interminables conversaciones con mi Madrina Olga Ibarra y mi vieja, ellas hablaban y yo aprovechaba para escuchar sus conversaciones para enterarme de todo, todavía me parece verla llegar a mi casa con mi tía Gina Deluque cuando llegaban al pueblo para asistir a los velorios, nueve días, cabos de año o para visitar a los enfermos.
La mismísima Virgen del Carmen salvó a mi querida Gina de las garras de una Tigra grande y recién parida con la cual se encontró de frente en un rastrojo la cual la persiguió desde el monte hasta el alambre de su casa en Cerro Peralta, del mismo modo también la Virgen habrá de salvarla de las fauces de la muerte, ella merece seguir entre nosotros como faro moral y de solidaridad, como consejera experimentada y como reserva generacional que predica con el ejemplo en mi región.
En diciembre reciente pasado después del Festival del Dulce de Leche me manifestó su tristeza porque se quedó con el deseo de ver a Silvio Brito interprete de la canción a la cual me réferi preliminarmente en la cual a título de complacencia “El cantor de Fonseca” se inspiró para destacar la personalidad bohemia de los años mozos de Gilberto Florentino el compañero en el viaje de la vida de Georgina, si eso fueron compañeros en el viaje siempre estuvieron juntos, juntos criaron a sus hijos, juntos viajaban a dar los pésames, juntos visitaban a sus amigos cuando habían problemas, juntos tendían puentes cuando habían contrariedades familiares y juntos iban a la piedrecita la tierrita donde criaron sus animalitos, ella con su cabeza amarrá y el machete en la mano y el con el sombrero de fieltro que colgaba en una estaca en la pared, la mochila terciada con martillo grapas y revolver y la rula en el cinto.
Los mayores que abrieron los caminos de la paz, las buenas costumbres para la feliz convivencia en nuestros pueblos se ha ido muriendo, otros y otras se han ido enfermando y eso no es bueno para la salud de los corregimientos, eso ha propiciado inversión de valores, indiferencia ante el dolor ajeno, indolencia ante las sentidas ausencias, perdida de las consideraciones y complacencia ante el delito, por eso todos tenemos que unirnos en oración en acción de gracias por la salud de la gran amiga de Mamá y por la larga vida para ella y todos los viejitos y las viejitas que todavía permanecen como lámpara votiva encendida para la unidad y la confraternidad.
¡Ni la tigra pudo con Georgina Gámez, menos va a poder un inoportuno tamacazo, esperamos su regreso a casa para alegrar a Dios y también para alegrar mi corazón!
Luis Eduardo Acosta Medina