JAIME GARZÓN Y SU LEGADO

Esta semana se cumplió un nuevo aniversario de la muerte de Jaime Garzón, un personaje con el cual me identifico y admiro, por su carácter, capaz de enfrentar a las élites corruptas de este país, sin miedo, con humor y argumentos, siempre ondeando la bandera de la libertad de expresión.

El ejercicio de opinar libremente cada día se vuelve más peligroso, un columnista, así como adquiere reconocimiento y lectores, también se granjea enemigos por doquier, porque el malo es bruto y por lo general avaro, actúa con base en instintos muy primarios, aunque termine mal.

La sociedad está plagada de quienes no admiten que se hable con la verdad o se proponga algo diferente a lo que nos ha dominado por largo tiempo, los códigos del silencio, traducidos en corrupción y despilfarro, generando una espiral de violencia sin control; poco vale la vida, personas que lucharon por expresarse como: Orlando Sierra, subdirector del diario La Patria, en Manizales y Guzmán Quintero Torres, periodista del diario El Pilón, fueron asesinados cobardemente por la demoniaca mano negra paramilitar, aliada con políticos; si bien, ya no tiene los tentáculos de antes, sigue siendo peligrosa.

No aceptan que se les critique y menos que se les exhiba como lo que son: vulgares corruptos que buscan reconocimiento a través de bautizar escuelas o coliseos con su nombre, realizar obras de caridad con recursos públicos, la compra de conciencias en elecciones y hasta en saludos en canciones vallenatas, sustentados por áulicos sin dignidad, quienes ven en la política un medio para vivir y enriquecerse con los recursos de todos, a costa de la miseria de otros, sin que nadie diga o haga nada, en especial los entes de control, oprimiendo los talentos de nuestra gente, que sucumbe por alguna necesidad o miedo.

Un claro ejemplo son las irregularidades en los programas de alimentación infantil en el país, solo por mencionar un caso; Jaime Garzón demostró que sí se puede pensar en un país distinto, fue un valiente capaz de enfrentarlos y por eso lo mataron, con la complicidad de un Estado que debió protegerlo, era de esos bacanes que no le importaba ironizar y hacer quedar en ridículo a nuestros mal llamados Padres de la Patria; su coraje fue clave en una época en la cual la corrupción, igual que ahora, campeaba; pero él, se atrevió a expresar sus opiniones como periodista, humorista y ciudadano, dejando un legado que marcó a Colombia, que debe ser defendido, máxime ahora, en tiempos de una paz a los trancazos, no obstante, algo mejor que esa guerra con las Farc, de más de 50 años y sin ningún resultado.

El mejor homenaje para Jaime, es seguir escribiendo, denunciando y burlándose de la mediocridad de nuestros políticos, al fin y al cabo, si algo les duele es la crítica, no aceptan que nadie se le rebele, ya que nos consideran un manso rebaño de ovejas, sin percatarse de que los tiempos cambiaron, la era de las redes y de la opinión abierta llegó. Jaime será siempre ese ícono de la lucha por la igualdad y la libertad, creía en la democracia y en que era posible un país en paz, pero que estábamos en malas manos.

Falta mucho para lograrlo, pero no se puede abandonar la tarea, aunque que algunos desprestigiados políticos de nuestro medio envíen razones para intimidar.

Jacobo Solano Cerchiaro

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