LA GUAJIRA: ENTRE LA SOCIEDAD DEL CANSANCIO Y LA POSIBILIDAD DE UNA AGROINDUSTRIA TRANSFORMADORA

En La Guajira, el agotamiento colectivo ha trascendido la esfera emocional para convertirse en una condición estructural. La población del sur de la península —especialmente en los municipios de Albania, Fonseca, Distracción, Barrancas y San Juan del Cesar— enfrenta una combinación de factores que perpetúan la marginalidad: infraestructura vial deficiente, escasez hídrica crónica, baja formalización productiva y acceso limitado a mercados. En este contexto, la promesa recurrente del “desarrollo en camino” se ha convertido en una narrativa vacía, mientras el distrito de riego del río Ranchería se esfuma en las promesas de la evapotranspiración política.

Sin embargo, este cansancio histórico no debe interpretarse como resignación, sino como punto de partida para repensar los modelos de desarrollo rural. Mi ponencia “Hacia una agroindustria resiliente, inclusiva y sostenible en el sur de La Guajira” propone un giro paradigmático: abandonar las lógicas asistencialistas y avanzar hacia un ecosistema productivo en el que el sector privado actúe no como donante externo, sino como socio estratégico en la co-construcción de soluciones adaptadas al entorno árido y multicultural de la región.

Una de las propuestas centrales es la creación de Parques Agroindustriales Solares Comunitarios (PASC). Estos espacios integrarían energía solar fotovoltaica (con costos promedio de generación de US$0,04/kWh frente a US$0,25/kWh del diésel en zonas remotas, según el Ministerio de Minas y Energía, 2023), sistemas de riego eficiente, frío comunitario y plantas modulares de procesamiento, operadas por cooperativas locales con apoyo técnico del sector privado. El modelo híbrido —propiedad comunitaria y gestión técnica privada— se articularía con incentivos fiscales como la exención del 100 % del impuesto de renta por diez años (Ley 2069 de 2020) y alianzas con actores del sector energético (Enel X, Celsia) y fondos climáticos (Fondo Adaptación, Green Climate Fund). Experiencias comparables, como las implementadas en el Gran Chaco argentino, han demostrado incrementos del 60 % en los ingresos de pequeños productores (FAO, 2021).

Paralelamente, el acceso a mercados sigue siendo un cuello de botella crítico: solo el 12 % de los productores rurales en La Guajira comercializa en circuitos formales (Ministerio de Agricultura, 2023). Para superar esta brecha, se propone la plataforma digital “AgroSur Marketplace”, un sistema B2B/B2C con trazabilidad basada en blockchain, pagos digitales y acceso a microcréditos vinculados al historial de ventas. Esta herramienta no solo facilita la inclusión en cadenas de valor nacionales e internacionales, sino que permite la certificación de prácticas sostenibles bajo el sello territorial “Hecho en La Guajira”. Estudios del Banco Mundial (2022) indican que los productos con trazabilidad obtienen hasta un 25 % más de valor en mercados internacionales, lo que convierte la digitalización en un instrumento clave para la formalización y la mejora de ingresos.

Para garantizar la sostenibilidad financiera de estas iniciativas, se plantea el Fondo de Inversión de Impacto “AgroGuajira Verde”, un mecanismo de blended finance que combina capital privado (fondos de pensiones, inversionistas locales) con garantías públicas (Finagro, Bancóldex) y recursos climáticos internacionales. Este fondo se enfocaría en proyectos de agroindustria baja en carbono —como sistemas silvopastoriles, cultivos resistentes a la sequía y captura de carbono en suelos—, con medición rigurosa de impacto mediante indicadores ESG. Colombia posee un potencial de captura de 200 millones de toneladas de CO₂eq anuales en suelos agrícolas (IDEAM, 2022), lo que abre oportunidades en mercados de carbono voluntario (Verra, Gold Standard) y en la atracción de capital alineado con la transición ecológica.

Además, se propone la conformación de un Clúster de Frutas Tropicales Resistentes al Clima, centrado en especies como mango, tamarindo, pitahaya y cucurbitáceas, cuyos suelos del sur de La Guajira son altamente aptos (IGAC, 2022). La estrategia incluye la incorporación de variedades mejoradas por Agrosavia, procesamiento con valor agregado (pulpa, néctares, chips) y empaques biodegradables. El mango guajiro ya registra un crecimiento del 18 % anual en exportaciones (ProColombia, 2023), mientras que la demanda global de pitahaya aumenta al 25 % anual (FAO, 2023). La creación de una Zona Franca Agroindustrial en la región, junto con misiones comerciales apoyadas por ProColombia, podría potenciar significativamente esta ventaja competitiva.

Finalmente, el Programa “Jóvenes Agroemprendedores del Sur” busca revertir la despoblación rural mediante la incubación de negocios agroindustriales liderados por personas entre 18 y 35 años. Con acceso a tierras ociosas en comodato, crédito semilla y mentoría de empresas como Alquería o Nutresa, el programa incorpora tecnologías 4.0 (drones, sensores de humedad, apps climáticas) y un enfoque de género (mínimo 50 % de participación femenina). Dado que el 62 % de la población rural en La Guajira es menor de 35 años (DANE, proyecciones 2024), y que los agroemprendimientos juveniles tienen un 30 % más de tasa de supervivencia a cinco años (iNNpulsa, 2023), esta iniciativa representa una inversión estratégica en el capital humano del territorio.

En conjunto, estas propuestas configuran una visión de agroindustria que es verde (baja en carbono y eficiente en el uso del agua), digital (conectada y trazable), inclusiva (con participación activa de mujeres, jóvenes y comunidades étnicas) y rentable (atractiva para el capital privado). El éxito de este modelo depende, no obstante, de un cambio de perspectiva: el sector privado debe dejar de percibir a La Guajira como un territorio de riesgo o de intervención asistencial, y reconocerlo como un espacio de innovación con ventajas comparativas en un mundo marcado por la crisis climática y la demanda de alimentos sostenibles.

En este sentido, la región podría trascender la condición de “sociedad del cansancio” —descrita por Byung-Chul Han como aquella en la que el individuo se agota en la búsqueda de un progreso inalcanzable— para convertirse en un laboratorio de desarrollo rural para zonas áridas a escala global. No se trata de replicar modelos del pasado, sino de co-construir un futuro donde el progreso se mida no por la extracción de recursos, sino por la generación de valor local, la justicia ambiental y la dignificación del trabajo rural.

La Guajira no necesita más diagnósticos. Necesita compromiso, inversión inteligente y alianzas equitativas. Y, sobre todo, necesita que el país deje de mirarla con indiferencia y comience a verla como lo que es: una oportunidad histórica para redefinir el desarrollo en Colombia.

 

Arcesio Romero Pérez

Escritor afrocaribeño

Miembro de la organización de base NARP ASOMALAWI

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2 comentarios de “LA GUAJIRA: ENTRE LA SOCIEDAD DEL CANSANCIO Y LA POSIBILIDAD DE UNA AGROINDUSTRIA TRANSFORMADORA

  1. Justo pastor garantiva bruges dice:

    Buen planteamiento de soluciones reales, que se pueden implementar en el territorio sur guajira, ya que tiene la zona características agoecologicas óptimas para el exitoso desarrollo de sistemas de producción diversificado, agrícola, pecuario, ambiental, energético etc. Pero no le gastemos más tiempo a los estudios, que ya de esos hay infinidades, hagamos el compromiso publico-privado-comunidad ,con responsabilidad y respeto entre los actores. Si esto se logra concretar, por lo menos en un 60 a 70%, tengan la plena certeza que será el resurgir, no solamente de la guajira, sino, del cesar , toda la costa y colombia.

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