LA MALLA DE LA RED SE HACE CADA VEZ MÁS ANGOSTA

Quienes vivimos en la costa en algún momento hemos tenido la oportunidad de conocer el mar y quienes no, viajan desde otras partes del país para cumplir ese propósito que una vez se hace realidad inspira un profundo respeto que nace justamente al momento en el que la mirada se pierde en el horizonte de la columna de agua.

Cuando fui por primera vez además del respeto que me produjo su inmensidad quedé aterrado y, en buena medida por las historias que me habían contado sobre los misterios que alberga. Hoy en día la certeza que tengo sobre lo que sucede en el océano me produce más terror que sus misterios, es por ese motivo que cuando tengo la oportunidad de ir, me alejo muy poco de la orilla y la verdad es que en cierta ocasión me descuide tanto con la atracción casi magnética de las olas que cuando reaccioné me encontraba a bastantes metros de esta y a una profundidad considerable, de la cual no fui consciente sino hasta el momento en que intenté tocar el fondo como lo había hecho en varias ocasiones en el río, de algún modo recordándome que más allá de la hermosa y diversa fauna marina este guarda sus peligros.

Quienes sí se alejan regularmente de la orilla, producto de su oficio son los pescadores en busca de los cardúmenes de peces que cada vez son más distantes porque la riqueza natural del océano, aunque exuberante es finita y desde hace algún tiempo nos viene haciendo el llamado a la mesura, o al menos eso es lo que se viene evidenciando con la actividad pesquera en Chile.

Chile se extiende de norte a sur unos 4270 km al lado del océano pacífico el más grande del planeta por lo cual su industria pesquera es sumamente importante en la economía, aportando para en el año 2012 más de 4000 millones de dólares por concepto de exportación de pescado y productos pesqueros equivalentes a 3,6 millones de toneladas según la FAO.

La actividad pesquera en todo el mundo alcanzó su pico más alto en el año 1996 con unas 90 millones de toneladas y, a partir de ese punto ha venido disminuyendo y no porque así lo haya querido la industria sino porque las especies han sido totalmente explotadas y los tamaños de las que quedan no son comerciales, sin embargo son víctimas de la pesca de arrastre, una de las técnicas más destructivas de ecosistemas marinos aunque no la única, esta técnica captura peces comerciales y no comerciales en donde estos últimos son devueltos al mar cuando ya es demasiado tarde lo que implica que la población de peces no se pueda recuperar y de continuar así se prevé que a mediados de este siglo la actividad pesquera quedaría reducida a casi nada.

el Jurel Chileno ha sido una de las especies más sobreexplotadas y durante los años comprendidos entre 2002 y 2012 se extrajeron casi 15 millones de toneladas, del mismo modo se encuentran el Colín de Alaska, Arenque del atlántico, Sardinas y Anchovetas. estas dos últimas usadas principalmente en la fabricación de harina de pescado que a su vez se usa para alimentar animales de granja. por ejemplo, para obtener 1 tonelada de carne de cerdo, pollo o res son necesarias 4 toneladas de pescado y lo que es peor e irónico es que para producir 1 tonelada de salmón se requieren de 7,2 toneladas de otros peces, por lo que la cría del salmón en Chile constituye uno de los mayores problemas en la recuperación de la fauna marina.

El ministro de economía de Chile Pablo Longueira, para el año 2012 defendió el concepto del “rendimiento máximo sostenible” que como su nombre lo indica busca obtener el rendimiento máximo de la actividad pesquera sin que esto afecte su recuperación sin embargo la sobreexplotación es evidente como lo sostuvo el biólogo chileno Sergio Neira para el mismo año, quien en contraposición con Longueira y basado en un famoso artículo que desacredita el concepto y que recibe el nombre de; “un epitafio al máximo rendimiento sostenible”, manifestó que; “no hay forma de conocer con certidumbre el tamaño de las poblaciones marinas” y que por lo tanto extraemos del mar lo que consideramos está por debajo de una cifra que no sabemos, esto es por supuesto apoyado por los pescadores artesanales de Chile quienes se sienten desplazados por la pesca industrial.

El problema sigue vigente y lo paradójico es que en el mundo se desperdician 1300 millones de toneladas de comida al año aún aptas para el consumo, de las cuales 127 millones corresponden a Latinoamérica y en donde el 33% son pescados y mariscos, según la FAO.

Ser multimillonario está bastante bien, pero sentirse insatisfecho aun siéndolo es absurdamente incomprensible, lo anterior obedece a que en el fondo es un problema de ambición y temo que si el control de la pesca en Chile pasa a manos de los artesanales estos dejarán de serlo y se convertirán en industriales repitiendo una vez más el ciclo. El día que el mundo llegase a superar la etapa de las ambiciones personalistas se entrará en una era diferente y tal vez mejor.

MIGUEL ÁNGEL CORTEZ ORTEGA.

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