Petro y el ministro de salud Guillermo Alfonso Jaramillo parecen un dúo fatídico de lucha libre. Se turnan semana a semana para difundir mentiras sobre el sistema de salud y las EPS.
Esta semana, después del show de Jaramillo la semana pasada en la crisis de Cruz Verde, le tocó el turno a Petro de salir a calumniar a las EPS.
Petro miente cuando afirma que las EPS se robaron 12 billones de la reserva técnica que les ordena la ley. Desde la pandemia el ministerio de Salud autorizó hacer pagos de urgencia a prestadores con los recursos de la reserva técnica de las EPS y autorizó también a descontar de este indicador lo que les debe el estado.
La misma Supersalud desmiente a Petro. En el informe que cita el presidente en su publicación en X del miércoles, la Super realiza estos ajustes que menciono y señala que hay 10 EPS que si cumplen con criterios de reserva técnica y no cuatro como afirmó el presidente.
En los últimos años, a pesar de la incertidumbre, los socios de las EPS han capitalizado sus empresas en más de 1,5 billones.
Lo cierto es que el patrimonio de las EPS decae aceleradamente y con ello la posibilidad de generar las reservas técnicas. Y es lo que Petro y su ministro de salud quieren y buscan.
¿Cómo lo hacen? Dejando de pagar ajustes de presupuestos máximos por 819 mil millones de pesos, no pagando 2,6 billones más de pruebas COVID y recobros pactados y lo más grave: negándose a reconocer que la UPC, que es la prima que recibe su EPS por cada afiliado, sea ajustada al gasto real en salud que se cubre.
Hoy la siniestralidad del sistema, es decir los gastos como parte de las primas pagadas está en más del 99% de los ingresos por UPC, muy por encima de lo previsto por la ministra Corcho en su momento. Las frecuencias, el número de consultas o tratamientos que realizan los usuarios, están disparadas como consecuencia de la pandemia y del pánico tristemente justificado de que Petro acabe con la salud.
La prima, la UPC, tampoco alcanza porque nuestro sistema ofrece muchos de los mejores tratamientos del mundo que cada dos años se incorporan al Plan Básico de Salud o se cubren con los presupuestos máximos, esos que este gobierno ni ajusta ni paga.
Antes del final de su gobierno, Duque incorporó al Plan Básico de Salud, que cobija a todos los colombianos, 22 nuevos procedimientos y 184 nuevos principios activos. Ningún país del mundo incorpora a ese ritmo nuevas tecnologías a su seguridad social. Sobre eso nadie habla en este gobierno y el colombiano ingrato solo ve lo malo de su sistema sin valorar que en muchos lugares del mundo tratamientos avanzados deben ser costeados exclusivamente con gastos de bolsillo.
Y el problema de financiación del sistema de no deriva de la robadera como dice Petro. Deriva principalmente de que muy pocos colombianos cotizan a la salud quedándose en el régimen subsidiado a pesar de tener empleo o tener ingresos, muchos cotizan por debajo de lo ganan y la terrible informalidad laboral desfinancia al sistema.
Mientras los colombianos no aportan lo suficiente, jueces, políticos en el congreso y proveedores amplían, a veces ineficientemente, las coberturas incluyendo incluso tratamientos que no funcionan y que son los que transitoriamente se amparan con los presupuestos máximos.
Por otra parte, los colombianos nos cuidamos poco y nos hemos envejecido bastante en general y eso genera la necesidad de muchos más servicios, situación real que Petro, Corcho y Jaramillo se niegan a reconocer.
Finalmente, muchas de las EPS existentes, que realizan un trabajo extraordinario, han tenido que asumir en los últimos años usuarios de EPS liquidadas, muchos de los cuales no estaban bien atendidos y venían complicados, todo lo cual ha hecho que la UPC que paga el gobierno no alcance. Pero a Petro eso no le interesa.
Su objetivo es apropiarse de los enormes recursos de la salud y repartirlos con sus amigotes y los políticos que lo apoyan. Ya lo hacen con la salud del Magisterio, la del FOMAG, que es la peor en Colombia y se adjudica a dedo en el ministerio de educación con el visto bueno de Fecode.
Responsabilidades directas del ministerio de Salud como las brigadas de fumigación contra el dengue y la malaria fueron inoperantes durante todo el año por la corrupción de la funcionaria nombrada en ese cargo por la ministra Corcho. Hoy enfrentamos un pico en estas peligrosas enfermedades como no lo veíamos hace muchos años.
Las compras directas del ministerio para diversas patologías críticas como VIH y tuberculosis se retrasaron con grave perjuicio para los pacientes.
El plan ampliado de inmunización (PAI) a cargo del ministerio de salud ha tenido inexplicables atrasos en 2023 generando a su vez mayores costos para las EPS y afectando sobre todo a los niños.
No podemos olvidar que Guillermo Alfonso Jaramillo como secretario de salud de Bogotá en la administración Petro dejó quebrada a Capital Salud con 600.000 millones de pesos en pérdidas a pesar de haberla capitalizado en más 1,3 billones y su secretaría fue marcada por el clientelismo y la fronda burocrática, denuncias de corrupción y malgasto.
Colombianos, como decía nuestro señor Jesucristo: Por sus frutos los conoceréis. Todo árbol bueno da frutos buenos, pero el árbol malo da frutos malos.
Nuestro sistema de salud cubre al 99% de los colombianos, entregó en 2022 a través de las EPS 193 millones de fórmulas médicas, atendió 800 millones de eventos, presentó, auditó y pagó 144 millones de facturas y si bien tiene deficiencias debemos defenderlo y mejorarlo.
¿De verdad creen que, del árbol malo del estado, donde roban los políticos, donde campean sindicatos e intereses oscuros, vamos a obtener una buena salud?
Defendamos el sistema, no le crean mentiras a Petro, respaldemos a las EPS y enviémosle un mensaje fuerte al congreso para que no apruebe la reforma y le haga un juicio político a Petro y su ministro por quebrar intencionalmente nuestra salud.
Enrique Gómez Martínez