Están en la recta final las campañas políticas, direccionada a elegir el 29 de octubre, mandatarios, territoriales locales y departamentales, así como los miembros de corporaciones, gobernaciones, asambleas, alcaldías, concejos y ediles de comunas.
“La suerte está echada” es una expresión de no retorno, en retroceder o echarse para atrás, que puede interpretarse como un desafío, frente a intenciones, circunstancias complejas y adversas, donde no hay nada que perder y esperanzas mínima de ganar, antes que amilanarse, desanimarse y rendirse, sin resistir en el campo de batalla, por impreparación, debilidades y carencia de apoyo; causados por imprevencion organizativa, lo cual justifica el retiro, en disputas electorales, frente clanes y mafia, que gobiernan territorios: municipales, distritales y departamentales, explotándolo y saqueándolo, para acumular enriquecimientos ilícitos.
La frase “la suerte está echada” se le atribuye al emperador romano, Julio Cesar, cuando se lanzó con su ejército encabezado el ingreso al rio Rubicón, atravesando territorios, limitados y prohibido, al costo que fuera, cuya acción era considerada como criminal en Italia, sin retroceder a la aventura y batallar, hasta conquistar el imperio, posesionándose en la misma, después de una guerra civil interna. Un buen ejemplo de aprender y entender, que todo puede ser posibles en oportunidades propicias, que muchas veces se ignoran, desprecian o desaprovechan, por falta de información, orientación y capacidad intelectual.
Ya comienzan a perfilarse los posibles nuevos mandatarios, a la gobernación y alcaldías, seguiremos con las mismos, en las misma o tal vez peores, si no ocurre un milagro. No se observa a la vista, elección sorpresa, aun cuando estén reñidas, entre dos y tres candidatos. Cualquier elegido lleva a cuesta la carga de una inversión, relacionada con el costo de las campañas, de hecho, lo recuperan con creces, en la administración, originados de los presupuestos y contratos anuales, durante el periodo de gobierno, operando la practicas de corrupción, generada y articuladas, en compromisos politiqueros, apropiándose de erario.
No habido forma, de celebrar elecciones populares de manera transparentes, por acciones delictivas, contaminadas y permitida por autoridades competente. También se cuestionan los negocios con electores, que han perdido, hipotecado y vendido las conciencias; de un inmenso grupo de personas, comprometidas en compraventas de votos, que poco controlan, la fiscalía y policía, cuando fácilmente se detectan, vendedores y mercaderes, ofertando el negocio, en ferias de compraventas de votos, de manera descaradas, en comandos u otras propiedades urbanas, libres de seguimientos y acosos a denunciantes, para omitir prácticas, de allanamientos y registros, en viviendas y vehículos.
Tampoco controlan, comunicaciones, telefónicas, correos virtuales, ni mucho menos; retiros bancarios y financieros, que comprometan operaciones, de campañas políticas, destinándose para compraventas de votos, cuyos montos o cantidad de dinero que sufragan, no la registran en relación contable, que deben presentar ante el Consejo Nacional Electoral, en redición de cuentas, que formalizan cada una de las campañas políticas.
Muy pocas campañas se observan organizadas de manera estructural y operativas. Se desconocen los gerentes, tesoreros y contadores; al parecer en algunas campañas, ni existen ese nombramiento, de citados funcionarios administrativos, sobre todo, para los candidatos de alcaldías y gobernaciones; por ser los encargados y responsables, de manejos económicos y reportar, gastos a la autoridad competente, para efecto de legalizar las reposiciones y pago, de votos válidos depositados.
Una campaña sin organización piramidal de responsabilidad, en mandos y coordinaciones operativa, es una nave a la deriva, sujeta a inestabilidad e inseguridad, al vaivén de improvisaciones y circunstancias, causantes de desánimos y desordenes, que conllevan al traste, por falta de controles indispensable. Prescindir de organización por ahorrar costos, es un grave error político, ignorando que lo barato termina siendo más caro, de lo previsto.
Ofrezcan la venta de votos individuales a 60 millones cada uno, para que de esa manera les paguen por anticipado, el equivalente a un salario mínimo mensual, con prestaciones sociales, durante el periodo de mandato por cuatro años. Venderlo por un millón de pesos o menos, se los gastarían en el mes de noviembre. En diciembre, siguen pasando navidad limpios y sin esperanza, de no tener nada que los alegre y mitiguen necesidades vitales, durante los siguientes cuatro años venideros de gobierno, sin derecho a quejas, ni reclamos, por vender el voto. El presidente Gustavo Petro, ordenó a la policía perseguir a compradores de votos en el territorio nacional y el Ministro del Interior, Luis Fernando Velasco, ofrece públicamente recompensas, a quienes denuncien las compras de votos. En vez de vender el voto, mejor denuncien y también reciben pago. A quienes sorprendan comprando votos para determinados candidatos, deben detener a los autores y cómplices e invalidar la elección, si el referido candidato, triunfa por compras de votos. Algunos policías se infiltrarán de civiles en los tumultos de compraventas de votos, portando micros, cámaras y grabadoras, no identificables, pescando recompensa, por resultados positivos
De nosotros los ciudadanos, depende el cambio de costumbre politiqueras, que prostituyen y degeneran la democracia, transformándola en mercadocracias, por el hábito de compraventas de voto. Valorémonos eligiendo con dignidad, coherencia y conciencia, por la importancia que reviste, las elecciones populares, de mandatarios y representantes. De la voluntad masiva electoral, depende tener un buen o mal gobierno. La venta de votos, silencian, tapan bocas, minimiza al elector, lo destiñen, arrinconan y destruyen; en indiferencias, archivándolo para otra ocasión, que necesiten utilizarlo como objetos desechables.
Martín Barros Choles