La tertulia es el resultado de la reunión informal que realizan personas con afinidades en áreas específicas del conocimiento, la política, la economía, la sociedad y las artes, que nacen con temas que se abren y no siempre se cierran dependiendo de la iniciativa y el interés genuino de los participantes. Para llevarla a cabo se requiere un mínimo de condiciones, que pasa por contar con una agenda común, definir la periodicidad, turnarse para conversar o dialogar, determinar el lugar del encuentro, crear red de solidaridad, gestionar acuerdos para la degustación durante el desarrollo del encuentro y las actividades posteriores a la tertulia.
Lo que suceda después del encuentro se convierte en lo más significativo, ya que se pueden presentar sorpresas. Por ello, los asistentes deben ser abiertos y tolerantes ante las propuestas que surjan. En esa medida lo que se conversa está impregnado de un nivel de racionalidad, lleno de disyuntivas e incertidumbres.
La tertulia es una herencia colonial que de España se trasladó al continente americano durante el reinado de Felipe IV, entre 1621-1665, cuando reunía a sus amigos para leer y hablar del escritor Quinto Septimio Florente Tertuliano. La tertulia se ha conservado como un evento informal, que no requiere ser evaluada por el servicio que se presta, sino por su utilidad, la satisfacción que le genera al ser y el grado de placer que sientan los asistentes. Ella es hedónica.
Por la convergencia voluntaria mediada por el interés de grupo y los temas tratados, no puede ser valorada como un bien que se compra o se vende, sino como un producto cultural con valor de uso. Ese solo hecho, permite que se improvise y que muchas veces los participantes se alejen transitoriamente de los reglamentos.
Las tertulias, entonces operan como puntos de encuentros y cruces de caminos. Precisamente, esas con las características que le han permitido al Grupo de la Tertulia de Riohacha mantenerse cohesionado desde el 2017, y que se sus miembros se convoquen los viernes cada quince días para hablar de la música popular y de las expresiones culturales del Caribe en Nautical Recreatión,
Justo el 5 de julio este espacio cultural independiente cumplió 5 años. En ella los géneros vallenato, salsa, bolero, mambo, calipso. el reggae, rumba, cumbia, merengue, bachata, champeta y muchos otros, se constituyen en el pretexto para encontrar viejos y nuevos amigos, especialmente, en estos tiempos en donde la pandemia por Covid -19 interrumpió el desarrollo que se tría.
Durante la pandemia la cercanía personal y la dinámica de la interacción se perdieron, y las tertulias virtuales no pudieron mitigar suficientemente la necesidad de ver rostros, sentir el calor humano con la proximidad del amigo y renovar con ello los afectos, especialmente, con las personas que la hacen posible como Mathy Gonzalez, Ines Lucía Peñaranda, Betty Martinez, Álvaro Escorsia, Martin López, Jesus David Berdugo, Edelmes Brito y Carlos Silva, todos con roles diferentes y con una red de apoyo que con amabilidad convergen al momento de las tareas en cada cita.
Los 5 años de actividades del Grupo de la Tertulia hacen parte de un ciclo de tres fases. La primera, fue al final de los años ochenta cuando un grupo de idealistas, bohemios y guerrilleros de cafeterías que disparábamos cubos de azúcar, nos reuníamos en Ashawa, un bar galería localizado en la calle 3 con carrera 5. Los lunes al iniciar la noche, concurrían Ivon Gómez Ruiz, Katerine Benhard, Tony Avila, Justo Pérez V-L, Abel Archibold, los hermanos Silva, Ana Bella Magdaniel, Mario Correa, Wilder Guerra Cúrvelo y Miguel Angel López para hablar de música, poesía y literatura Caribe.
El que dirigía o coordinaba la conversación, tenía la responsabilidad de aportar la primera botella de vino. Allí las horas se extendieron hasta el amenacer. No había problemas con eso, eran tiempo de libertades y de soltería. Posteriormente, la tertulia se trasladó al barco Cubagua, un bote bar sobre la playa, justo al frente en donde se encuentra en CAI de la Policía Nacional en la Avenida Primera de Riohacha. La Alcaldía Municipal, llevó a que las deliberaciones se suspendieran en 1994, ya que las licencias de funcionamiento del sitio no fueron renovadas y el lugar más atractivo por esa época en el malecón de Riohacha, desapareció a punta de hacha y machete.
Con la destrucción del barquito el grupo se dispersó, pero la iniciativa quedó en las mentes de todos. En el 2008 reapareció con fuerza y fue el restaurante bar Nordeste, el lugar encargado de acoger la iniciativa en su segunda fase. Alvaro Escorsia, Carlos Silva, Martin López, Miguel Angel López, Freddy González Zubiría y Hernando Sánchez fueron los más entusiastas, sobre todo, cuando al acceder al segundo piso en la mesa de recepción ya estaba disponible la botella de Old Parr, la cual nunca falló en los siguientes dos años. Con esa motivación, nadie fallaba y todos queríamos un espacio para exponer los lunes a las 7.00 PM. Las deliberaciones que se realizaban estaban centradas en la africanidad, en el mestizaje y en conocer su incidencia local desde la música. Desafortunadamente, el lugar no fue económicamente sostenible y con él la tertulia también cerró.
En la actualidad, nos encontramos en la tercera fase, la cual se encuentra caracterizada por el aprendizaje dialógico, en donde partiendo de una conversación y con una cerveza en la mano, se puede hablar sin ofender, generándose un espacio de aprendizaje de transformación del ser y la sociedad. Sin que los actores se lo hubieran propuesto, la tertulia ha servido para propiciar emprendimientos e ir llenando de atractivos y contenido cultural el espacio vació de las playas que hacen parte del delta de Rio Ranchería.
A diferencia de las otras, esta fase ha tenido el privilegio de contar con música en vivo y transmisión en directo por las redes sociales. Diferentes agrupaciones de vallenato, porro, fandango y salsa han estado compartiendo sus ritmos frente al Caribe. La red de solidaridad del grupo gestor se activa para motivar al guitarrista, al trompetista, pianista, saxofonista, al Dj, al picotero y al bailador de caseta para que se acerquen y hablen de su pasión por la música.
Asistir a la tertulia de frente al Caribe se convierte en una aventura maravillosa, que ha pasado de la bohemia al contexto dialógico, ya que conversar es un poderoso instrumento de cohesión y enseñanza en las sociedades locales, que se fundamenta en el intercambio de puntos de vistas y en compartir experiencias, que partiendo de lo individual se transforman en colectivas. Así las cosas, la tertulia permite llenar de vida la cotidianidad, que en nuestro caso es la creación de un espacio de contenidos a partir de ritmos y las palabras.
Cesar Arismendi Morales