En el complejo escenario de la gestión pública guajira, pocos nombres resuenan con tanta fuerza como el de Jair Bermúdez Cotes, actual referente en la Secretaría General de la Gobernación de La Guajira. Su trayectoria es una historia de transformación personal y profesional: la de un hombre que pasó de ser percibido como soberbio y distante, a convertirse en un servidor comprometido, cercano y eficaz, que hoy proyecta un futuro prometedor en la vida pública del departamento.
En sus primeros años en la administración, Bermúdez Cotes fue visto por muchos como un joven profesional ambicioso, de carácter fuerte, seguro de sí mismo y poco dado a escuchar. Su actitud firme y su lenguaje directo le valieron el reconocimiento de quienes valoran la autoridad, pero también la crítica de aquellos que interpretaban su seguridad como arrogancia. En un entorno político donde las apariencias pesan tanto como los resultados, su figura generaba admiración y recelo por igual. Sin embargo, con el tiempo, demostró que detrás de esa dureza inicial se escondía una profunda vocación por servir y un deseo genuino de transformar la gestión pública en La Guajira.
Esa evolución se dio, en gran medida, cuando comprendió que el poder no se mide por el control, sino por la capacidad de generar confianza. Desde la Secretaría General, comenzó a liderar procesos con un enfoque más humano y participativo, escuchando a su equipo, articulando esfuerzos interinstitucionales y promoviendo una administración transparente y ordenada. Supo convertir la disciplina que antes lo hacía parecer inflexible en una virtud orientada a la eficiencia y al cumplimiento de resultados. Su gestión empezó a hablar por sí sola: proyectos ejecutados con claridad, procesos administrativos más fluidos y un clima laboral en el que la cooperación reemplazó la rigidez.
El cambio en su comportamiento profesional también reflejó un crecimiento personal. Jair Bermúdez Cotes aprendió que la autoridad más sólida es la que se gana con el ejemplo, no la que se impone con el título. Su trato con las personas se volvió más empático, su comunicación más asertiva, y su visión sobre lo público más amplia. Hoy, quienes antes lo veían como un hombre distante, reconocen en él a un líder comprometido con el bienestar colectivo, con la eficiencia institucional y con el desarrollo integral del territorio guajiro.
Este tránsito —de la soberbia al servicio, de la rigidez a la comprensión— no solo revela madurez, sino también la capacidad de adaptación que distingue a los verdaderos líderes. En un contexto regional donde la confianza en lo público se ha deteriorado, su transformación personal y profesional representa un mensaje esperanzador: es posible ejercer la política y la administración desde la ética, la transparencia y la entrega.
El presente de Jair Bermúdez Cotes en la Secretaría General demuestra que su gestión no se limita al cumplimiento técnico, sino que busca dejar una huella de confianza, disciplina y resultados. Su futuro, sin duda, está lleno de posibilidades. Tiene el perfil, la formación y la experiencia para ocupar cargos de mayor responsabilidad, pero más allá de los títulos o los reconocimientos, lo que realmente lo proyecta es su convicción de que el liderazgo público solo tiene sentido cuando se ejerce para servir.
Hoy, Jair Bermúdez Cotes representa una nueva generación de servidores que entienden que el poder no es privilegio, sino compromiso. Su evolución personal demuestra que el éxito en lo público no está en imponer, sino en inspirar; no en mandar, sino en construir juntos. Su historia es una lección de madurez, un testimonio de cómo el carácter, cuando se acompaña de autocrítica y propósito, puede convertirse en una herramienta de transformación.
En definitiva, La Guajira necesita más líderes como él: firmes, pero empáticos; exigentes, pero humanos; visionarios, pero conscientes de que el poder real se ejerce con humildad y coherencia. Jair Bermúdez Cotes no solo ha mostrado su capacidad y comportamiento en la gestión pública, sino que ha demostrado que el mayor logro de un servidor es conquistar el respeto no por lo que dice, sino por lo que hace.
Sait Ibarra Lopesierra

