MADRE…

Yo fui mejor hija cuando fui madre.  Y no es que haya sido mala hija, creo que fui muy normal, dentro de todo. Pero fue amar a mis hijas lo que me dejó saber cuan amada había sido yo durante 27 años sin ser muy consciente de ese amor, como no hay otro mayor. Solo el de Dios.

De niño uno no es muy consciente de muchas cosas.  Yo por ejemplo siempre crecí llena de gratitud por tener tantos hermanos a quienes amo y por tener a mi mamá y mi papá, me sentía respaldada, segura, amparada. No pensaba de pequeña que se me iba a derrumbar el mundo, sabía que ahí estaban papi y mami, para sostenerlo. No que me hayan dicho mis padres cuanto me amaban, ni que me prodigaran de caricias, besos y abrazos, todos los días de mi vida, pero saberlos presente, tener mis necesidades satisfechas, y sobre todo sentirme respaldada, era para mí “El Amor”.  Creo que así fue para muchas generaciones y aún para mis hijas…  Yo les demuestro más amor que lo que me demostraron a mí, y sé que ellas darán mucho más de lo que de mi han recibido.

Ahora, yo sé que, también ellas, cuando sean madres, sabrán cuánto las he amado, porque las amo con todas las fuerzas de mi ser, y no son conscientes de mi amor, es más seguramente, igual que yo, a veces, han dudado que las amo; lo hemos sentido todos los hijos en algún momento, cuando nos corrigen, no nos cumplen deseos, no responden a nuestras expectativas.

Hace casi 25 años cuando me celebré el primer día de La Madre, aún estaba embarazada, tenía la ilusión de saber cómo sería esa personita que se había desarrollado en mi ser, y en menos de un mes, la conocí. Nació hermosa, con tantos cabellos que el mismo día se le podían hacer dos moñitas. Tan pequeñita, frágil el indefensa; dependía absolutamente de mí, y ahora mi alma dependía de su mirada, su sonrisa, sus gestos, su seño fruncido, de su manita diminuta sujetando mi dedo. ¡Nació el amor!  El amor tiene rostro de bebé y se llama Hij@.

Tres años después repetí la vivencia con la serenidad y la seguridad que da la experiencia, pero con la misma descarga de amor.  Esa carita con más ojos soñadores, que cabello, con labios en forma de corazón que parecían sonreír todo el tiempo, esa ternurita que abrazaba mi cuello y atrapaba mi corazón. ¡Otra vez Nació El Amor!, y no es el mismo, ni es igual.  Es un amor en cantidades asombrosas para cada una, es suficiente y no se agota.

Cada etapa las he visto ser un pedacito de mi revoloteando a mi rededor, las he visto transformarse en niñas, adolescentes y ahora son dos piedras preciosas jóvenes, con personalidades tan disímiles, con temperamentos contrarios, con habilidades diferentes y sin embrago tan perfectas, que siento que no hay nada que yo haya podido hacer mejor. ¡Son mi obra maestra!

¡Y ellas son unas artistas, me han hecho a mí!  De repente me di cuenta que tenía ribete especial, aristas brillantes, una corona invisible y un nombre que nunca antes había oído de mí, y que se oye como cánticos de amor en mis oídos: ¡¡mami!!  ¡Mami!!  mi nuevo título de nobleza. Mis funciones: amar, cuidar, amar, proteger, amar, proveer, amar, escuchar, amar sufrir, amar, llorar, amar, jugar, amar, reír, amar, amar.

Imaginar a mami sintiendo lo que yo sentí y siento, viviendo lo que yo viví y vivo, iba sanando cada herida que pudo haberme causado, porque perdoné y cubrí con amor, cada falla, cada error, cada falta, cada deuda del pasado. Entendí que fui muy amada, muy cuidada, muy sustentada.  Comprendí, que amar, no es lo que se dice, es lo que se hace. Amar es entregar por completo el alma y la vida por el ser que amas y mi madre se entregó por nosotros, hasta el final.

Más que a ellas, sólo amo a Dios, ellas son el motor que enciende mis fuerzas, ellas la razón por la que me levanto y me cuelgo de nuevo la toalla, cuando quiero flaquear; ellas mi mejor motivo para despertar agradecida con Dios. Agradezco a Dios, cada que abro mis ojos y tengo un día más para vivir a sus lados y acompañarlas y ser su soporte, su sostén, su pecho donde refugiarse, ¡el oído que escucha sus cuitas, logros y alegrías! Para suspirar, llorar o reír con ellas; mis pedacitos de alma. Eso fue mami, para mí y espero así sean mis hijas para sus hijas, ¡porque damos de lo que recibimos!!

Hoy, que ya no puedo celebrar a mi coqueta hermosa y agradecerle con finos detalles de amor sus cuidados y desvelos, celebro a mis hermanas: Tomasa, Rocío, Rosa, Victoria y Estela. Celebro a mis amigas madres que son tantas que no terminaría la lista. Y las celebro a ustedes mis lectoras madre, sean más que bendecidas, “en el día universal de Las Madres”; como decía mamá Cele, la mejor mamá del mundo mundial.

Noralma Peralta Mendoza

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