AMEMOS A COLOMBIA

Preocupante la situación que vivimos. Colombia, una nación congestionada en orden público, atrapada por corrupción y confrontaciones política, secuestrada por la delincuencia, copada de polarización y contradicciones, con enfrentamientos de ejércitos, irregulares y desbordes, de acciones criminales, contra la población civil y cuerpos armados del estado.

 A todo lo anterior, se registran agrios y fuertes escándalos orales-verbales, entre autoridades de alta cúspide y calibre; extremando espectáculo bochornoso, con disparadas de ego, por parte del Fiscal General, Francisco Barbosa, denunciando, amenaza y destitución, tildando al presidente Petro, de dictador, por mencionarle el contenido textual, del artículo 115 de constitución,  grita a pulmón, que  el presidente, va a darle golpe de estado, levantando columna de humo, en antecedente de impunidad, originando la alteración sofocada del Fiscal

El acontecimiento nos tiene, en prevención, frente a una bomba de tiempo, “piñatas” y pesca en rio revuelto, para las organizaciones criminales, en su orden: común, narcos, paracos, guerrillas, clanes, bacrim etc., que podría terminar en una guerra civil, aprovechando, las diferencias, entre autoridades y choques de poderes, que debilitan la institucionalidad pública, para imponer la fuerza, del terror y las armas. Vamos a reflexionar, meditar, conciliar; para no eternizar una guerra previsible.

Partidos políticos están dando papaya, sin calcular consecuencias fatales, por intereses personales, sobre hechos discutibles. Es necesario, compactar la unidad nacional de masa popular, brindándole apoyo moral, al cuerpo armados; del Ministerio de Defensa; con participación de todas las fuerzas políticas.

 Por circunstancias excepcionales, es necesario, apartar odios, inculpaciones e intereses, cordializandose en armonía colectiva, por amor a Colombia. De cuajar este deseo, sería un alivio, para quienes habitamos y queremos, la patria.

 Bajemos cuestionamientos, ofensas, insultos y lanzamientos de dardos, entre partes. Hay que descargar rencillas, emociones y belicosidad, que prenden fuego en un rife. rafe.

El presidente Gustavo Petro, tiene la responsabilidad de evitar una guerra civil, en su periodo de gobierno. Es deber del mandatario convocar, sin distingos, con rectificaciones y perdones, a las corrientes políticas, económicos, Poder Judicial, medios de comunicaciones, iglesias, Poder Legislativo, órganos de control, gobernadores y alcaldes; en amplias participaciones indiscriminadas; para aflorar campos y garantías, de resolver, situaciones que nos afectan, partiendo de borrón y cuenta nueva, para no tener que jugar con la candela.

Se debe desistir del afán, de sabotear, denigrar, desprestigiar y degradar; el gobierno del presidente Gustavo Petro. Tumbarlo, inducir o alegrarse de fracasos, no es lo mejor, porque origina reacciones violentas populares, impredecibles y empeoran las cosas, que sirven de combustibles, en conflictos armados, donde mueren muchos jóvenes, que combaten, sin diferenciar, partes actoras u organización que los identifica, en lucha armada.

Los bloqueos y paros, viales y armado, las invasiones prediales, las acciones: guerrillera, clanes y bacrim; merecen atención, pero condicionada a disciplina y respeto. Deben valorar los gestos humanitarios, del señor presidente y dar muestras, con hechos positivos de que quieren la paz. Las marchas populares deben unificarse, en solidaridad para el bien de todo. Mas inteligencia, para mantear las provocaciones y enfrentar las agresiones.

Los bloqueos causan el mayor daño a la economía, encareciendo el costo de vida, en la canasta familiar. Los paros constituyen un medio de infiltración de organizaciones armadas, participando, en inicio desde la sombra, impulsando y patrocinando, fechorías violentas; para luego ejercer dominios y controles, entre quienes conforman primeras líneas, vinculándolo a la organización, de manera voluntaria y forzada, para colocarlo a su servicio extensivo

Las organizaciones al margen de la ley, no deben actuar en dos orillas, diferentes, más bien deben corresponder a sus compromisos, con el gobierno y contribuir con la paz, para que se liberen del infierno en que viven.

 El dinero y las armas, no dan, tranquilidad, ni felicidad. No se justifica que, en negociación de paz, asesinen a mansalva, a jóvenes soldados, recluten niños, asalten poblaciones, para atacar policía y ejército, se tomen escuelas, secuestren y maten. Esas prácticas, cobran cuentas, en el futuro político, como le está ocurriendo a la Farc.

 Medios de comunicaciones, deben abanderar loable misión de concientización humana, que sirva para unificarnos y a la vez, sensibilicen y orienten, sin desinformar, ofender, ni echar leña fuego, sobre lo pertinente y necesario, para divulgar y transmitir informaciones objetivas y veraces.

 Nadie se baña dos beses en la misma agua. Nada se gana con persistir negativamente, en causarle daño al presidente, cuando tenemos enemigos atroces, que nos acechan y persiguen, para direccionarnos y someternos, en dictaduras de terror y armas.

La estabilidad, es la columna central, de sostén institucional. Su fortaleza depende de variados factores inherentes, a economía y apoyo, político-social. Los periodos de gobiernos son cortos, de cuatro años, pasan volando, que pueden ganar cualquier partido o personas habilitada; en elecciones populares, para gobernar. No tiene ninguna importancia, perder tiempo, generando acontecimientos contradictorios, radicales, torpedeando y maldiciendo al presidente.

Todos debemos marchar para no permitir guerra civil, en Colombia. No tengamos miedo a opinar y expresar, lo que sentimos. No callen, ni se silencien por temor, justificando cuidarse, cuando podemos convertirnos, en efervescencia, motivando y participando, a la gente de manera voluntaria y solidaria, para frenar, la posesión y expansión, territorial, rural y urbana, de organizaciones criminales.  La población globalizada seria víctimas inmersas, de fuego cruzado. También le toca al pueblo, financiar forzadamente, contra su voluntad, una guerra, que no queremos, con impuestos, vacunas y extorciones.

La voluntad férrea y sólida de un pueblo, es la fortaleza de Dios, inderrotable. La unión hace la fuerza, no a la guerra, si a la paz.

 

Martín Barros Choles

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