Conozco muy bien mi ascendencia familiar por el lado de mis abuelas, crecimos junto a mi abuela Natalia, y nuestros tíos maternos: Tía Celina, Tío Milton, Tío Sinforiano y Tío Rafael Patricio. Aunque mi abuela Eufemia, vivía lejos y solo venía a visitarnos de tiempo en tiempo, crecimos con tía Maritza, hermana de mi papá y ella nos hablaba de nuestras otras tías, solo mujeres: Carmen, Arminda, Sidia, Remedios, María de Los Santos. Crecimos y las fuimos conociendo a todas. No nos sucedió así con los abuelos; no los conocí.
Yo soy como el gato, curiosa y siempre que tengo oportunidad investigo por mi ascendencia familiar desconocida. Mamá Cele, nos hablaba de Celedón Zubiría, su papá y de su abuela y sus tíos en el Molino, Villanueva y Urumita. Nos contó que su papá murió joven y que después de su muerte perdió conexión con la familia; nunca fuimos a conocerlos. Yo no, al menos. Cuando le preguntaba a Papá Juancho, por su papá, me decía: “Yo no tengo papá, ese señor me negó”. Ahí es donde tengo un brazo “soco”, una parte de mi vida en descubrimiento. Hasta hace unos años, tenía un sentimiento adverso por mi abuelo “Chema”, pues lo único que sabía de él es que, como Pedro a Cristo, negó a mi padre, tres veces. Solo tenía un nombre: José María Castrillón y algunos lugares relacionados como: Manaure, La Jagua, el Molino y el Hospital San Rafael, en San Juan del Cesar (La Guajira), las tres visitas de mi papá, en las que una y otra vez fue negado. Mi curiosidad insatisfecha, ha hecho que cada vez que conozco a alguien que me pueda dar luces de los Castrillón de Caracolí, me detenga a preguntar, así he ido atando algunos cabos. A mi papá, siempre que voy a pasar tiempo con el, trato de esculcar en sus recuerdos; algunas veces se molesta y otras me cuenta, y aunque la historia básica no cambia, siempre tengo detalles nuevos. Alguna vez, por ejemplo, me dijo: “Yo entiendo que mi papá solo estuvo una vez con mi mamá y no se en que circunstancias, no se si le dijo de mi existencia; y como el no tuvo más hijos, de pronto pensó que el no podía tener hijos”. Decía, como justificando la actitud de un padre indolente, al cual la muerte y el tiempo, le había otorgado indulgencia. En otros momentos más distantes en el tiempo me decía con una mezcla de dolor, desilusión y amargura: “¿Tu que tanto preguntái por ese señor? yo soy hijo de los calzones de mi mama y ya… Yo no me crié con mi mamá, ella no me metió en la cabeza que yo tenía un papá. Yo le escuchaba a “Napa Che” (el tío con el que se crió), a Tío “Mencho” que mi papá era “Chema” Castrillón, así supe su nombre. Cuando crecí y quise conocelo, lo encontré en Manaure, me llevó Tío “Mencho”, ellos eran amigos. Lo busqué por no dejá’ me dijo que buscara a otro papá, porque él no era papá mío… Unos años después llegó a La Peña, a la casa de “Pachito” Acosta, huyendo, no se de qué o de quién, allá estuvo unos quince días, hizo buena liga con Celedonia (Mi Mama), en esos días si era mi papá… Después supe que vivía en La Jagua del Pedregal (Jagua del Pilar). No supe más de él, hasta que estaba grave en el hospital; allá fue que conocí a la prima Nicolasa Daza, que se volvió loquita cuando me vio, decía es igualito a mi tío Miguel, usted si es hijo de mi Tío “Chema” si usted y mi tío Miguel son dos gotas de agua, me decia, y cada vez que nos vemos es el mismo afán. Con ella es con la única que tengo relación de esa gente. Por ahí han veni’o una gente creo que, de Sandiego, o de La Jagua, yo no sé bien; Total que vienen a conocerme porque yo soy tío o primo de ellos, pero yo no sé bien como es la cosa”. Me dijo en una charla que tuvimos un domingo, después de desayunar, antes de irme a Fonseca, La Guajira, en busca de Jaider Brito, el hijo mayor de Silvio Brito, que es bisnieto de “Nandito El Cubano”, con quién teníamos una cita para que me llevara donde su tío “ Vanegon” a hablar de ese personaje, mítico (“Nandito El Cubano”).
José Juan, mi hermano, sin embrago, recuerda haber ido con mi papá a El Molino, en búsqueda del viejo “Chema”. Él, lo llevó para demostrarle su anhelada paternidad, pues José Juan era negro y parecido a su abuelo. “No nos atendió bien, yo estaba pequeño, pero recuerdo el Zambo de negro, las bestias que bajaban de la sierra cargada de bastimentos, en una casa a pocas cuadras de La Iglesia. El viejo nos trato en forma indiferente, hasta en forma grosera le dijo a mi papá: “dígale a su mamá que le diga quién es su papá, porque yo no soy”. Rocío, mi hermana, recuerda que mami los llevo a ver a mi abuelo “Chema” cuando estaba muy enfermo en el hospital, San Rafael de San Juan; “Mamà nos llevó a Armando, a José y a mi, recuerdo que era un señor grandote y bastante moreno”. Mi papá, también fue a verlo al hospital, la sangre llama; quizás tenía la esperanza que en su lecho de muerte reconociera que era su padre, pero el corazón del viejo, no flaqueó, ni la cercanía de la muerte lo ablandó; una vez más le dijo: “Dígale a su mamá que le diga la verdad, yo no soy su papa” y papá Juancho igual que las dos veces anteriores, en silencio, dio la espalda y se marchó; seguramente con lágrimas en los ojos y el corazón dolido, aunque no lo diga. Cuando habla del tema y lo está golpeando, los ojos rojos, cargados de lágrimas y la ruptura de la conversación, lo delatan.
– “Bueno ese afán tuyo de remové los muertos! Dejá los muertos quietos! Hablá de otra cosa!” Dice para cortar el tema.
Después de la visita al hospital, fue a dar el pésame, la viuda en vez de las gracias le dijo: “José María no dejó nada, aquí no hay nada que reclamar”.
– “Como si yo andaba buscando herencia, sin se’ hijo. Más nunca supe de ella”. Me dijo con cara de: ¡y ni me interesa!
Conocer estas verdades y otras que les revelare en mi novela, me estremeció el alma, y me hizo entender tantas carencias afectivas en su alma curtida por el desprecio y el rechazo de su progenitor. Hoy doy gracias a Dios que nos dio la sabiduría como hijos, de llenar su vida de amor, de cuidados, de procuros, para cubrir las faltas que le habían tocado, por cosas del destino.
En alguno de mis encuentros con Adrián Pablo Villamizar, hablando de su Canción: Tornillo de Máquina, dedicada a Francisco “El Hombre” -quien, según él, es el culpable de su vida bohemia, parrandera y disipada; por haber iniciado esta expresión cultural, que para el es religión- Adrián Pablo, me comentó de un muy buen acordeonero que existió, en los tiempos de Francisco Moscote, al que llamaban “Nandito El Cubano”, y su interés por ir trás de sus huellas. Un día me propuso o le propuse, no precisó, vamos a escribir esa historia a 4 manos, y yo juiciosa me puse en la búsqueda y me encontré con la familia de Hernando Rivero; que llegó de Cuba y echó raíces en Caracolí.
En la búsqueda de “Nandito El Cubano”, me encontré en Fonseca con Emma (La primera esposa del gran Silvio Brito, mamá de Jaider) y La Beba, nietas de “Nandito”, con quienes pasé un rato delicioso, de risas y enlaces familiares. Emma es más calmada, pero La Beba habla sabroso!! Exagerada, desparpajada, libre parlante, (Esa conversación es tema de otra crónica).
– Ve Noralma, pero si tú vay dejando la fuente atrá, la que si te cuenta bien la historia de papá a “Nandito” es mi tía Nicolasa Daza, en San Juan, Ella también es nieta, pero es mucho mayor que nosotras, ella si vivió con él. Me dijo “La Beba” con ese cantai’to provinciano que amaña y la hace ver más graciosa, como diría mi primo Rafa Manjarrés. Mientras tanto me llenaba una bolsa de guineo manzano, mangos de toda clase, un vinagre criollo y queso; lamentándose de que no le hubiera avisado que iba a visitarla, para haberme hecho un buen sancocho.
Nos vinimos (Mi Esposo y yo) con la promesa de volver por el sancocho de gallina, con buena malanga y yuca de Caracolí. No bien nos habíamos despedido, cuando le marqué a mi papá.
– Papi, ¿tu sabes dónde vive tu prima Nicolasa Daza? Necesito que en mi próximo viaje me lleves allá.
– Si, yo te llevo. Me aseguró
Así fue, saliendo de Riohacha en un recorrido que terminaría al día siguiente en Valledupar, para participar como expositora, en un conversatorio sobre Rita Fernández Padilla, en la UNAD Cesar; lo llamé:
– Papi voy saliendo, esta noche duermo en San Juan, pero ni me voy a bajar del carro, te recojo y vamos donde la prima Nicolasa Daza.
Así hicimos. ¡Oh Sorpresa! Llego a la casa de mi gran amiga y compañera de estudios: Carmen Casimira Gámez Daza. Yo conocía a la Señora Nicolasa, aunque jamás la llame así. El alborozo y alegría de la tía “Colacha” por su primo Juancho, fue desbordante, igual conmigo. Creo que le hicimos una buena recarga de nostalgia y emociones bonitas esa noche. Después de los saludos y de preguntar por Carmen y los demás muchachos, le indiqué:
– Ando en busca de las raíces de “Nandito El Cubano” su abuelo y de paso a desenredar la madeja, de porque usted y mi papá son primos, que el no me ha dado para explicar.
– Claro y primitos hermanos! Juancho es hijo de un tío mío! Mi tío “Chema”, hermano de mi papá.
– Pero usted es Daza y Chema era Castrillón, o ¿usted se echó el apellido de su mamá?
– No. Mi Abuela, Nicolasa Manjarrez, a la que le heredamos el nombre, mi nuestro Primo Colacho Mendoza y yo, tuvo un primer matrimonio con Agustín Daza
– Colacho Mendoza, Colacho Mendoza, ¿el famoso Acordeonero?
– ¡El mismo!
– ¿Como así? ¿Mi papá y Colacho son primos?
– ¡Primitos hermanos!! y del lado húmedo, ni como negarlo. La abuela deL primo Colacho, es abuela del primo Juancho y mía.
– Barajeme bien ese naipe, tía Colacha, que no entiendo bien.
– Como le decía: mi abuela Nicolasa Manjarrez, se casó con Agustín Daza y tuvo cuatro hijos: Miguel, Juanita, Isabel y Agustín Daza, que es mi papá. Esos eran los blancos, Finos, los míos. Nos reímos de la fartedad, de tía Colacha.
– ¡Aja! ¿y entonces? todavía no sé dónde entramos nosotros, los negros. Nos volvimos a reír.
– Mamá Nicolasa enviudó y se volvió a casar con José María Castrillón. Con el Viejo “Chema” tuvo cuatro hijos: Jacobito, Miguel Ángel, José María y Rita. José Maria es mi tío Chemita, el papá de Juancho.
– Es decir, mi abuelo, el famoso “Chema Castrillón”. Pero el negó a mi papá.
– Pero su papá, se parece a mi tío y es la misma estampa de mi tío Miguel Ángel, hermano de padre y madre de tío “Chema” por eso es que lo queremos tanto, porque es el único hijo que tuvo tío “Chema”, cuando los hijos de mi tío Miguel Angel vienen a visitarme, yo los mando pa’ donde Juancho para que lo conozcan y se quedan maravillados, lloran porque les recuerda a su papá.
En ese momento entendimos de donde salían los visitantes que llegaban a conocer al tío Juan José.
– ¿Bueno pero que tiene que ver Colacho con nosotros? Le pregunté intrigada.
– Nicolás Elías, es hijo de nuestra tía Juanita Daza con Julio Mendoza.
– ¿Juanita Daza, mi madrina, es mi tía? Pregunto mi papá.
– Claro, es que el único terco que no lo aceptó fue su papá, pero sus tíos todos lo acogieron. Lástima que nos fuimos alejando cuando usted se fue de Caracolí y perdimos el rose, pero mire que yo soy casi de su edad, lo que le llevo son unos 4 o 5 años y a nosotros mi abuela nos enseñó que teníamos un primo que se llama a Juan José. Por eso el día que nos encontramos yo lo identifiqué.
Ellos entraron en sus ajustes de cuentas, atadas de cabos, y demás información que mi papá no alcanzaba a procesar y yo estaba aquí cocinando en la mente, está historia maravillosa que conozco a destiempo, cuando mi primo Colacho Mendoza, uno de los grandes Acordeoneros de nuestra música, ya no está, y no puede ayudarnos en el sueño de mi papá, desde pequeño: tocar el acordeón.
Cuando murió mamá Cele, intentando que tuviera algo en que entreteberse, los hijos le hicimos un regalo de cumpleaños a Papá Juancho, un acordeón, que fue el encanto de su vida, como diría mi hermanito Marciano Martínez. Lleva 5 años intentando sacar algunas notas y ya está más sueltico, aunque dice que loro viejo no da la pata. Ese día saliendo de la agradable velada con tía Colacha que me dio detalles maravillosos de “Nandito El Cubano” (tema de otra crónica), le dije:
– Usted es primo de Mauro Milian (Hijo de un primo Hermano de mi abuela Eufemia) y ahora nos damos cuenta que también, es primo hermano de Colacho Mendoza, suelte esos dedos, saque la doble casta que tiene, que estamos a tiempo de tener rey vallenato en la familia.
– Tu vai a para’ en loca!! Estos dedos míos están viejos, de vaina que medio toco, El Trajecito Gris, Lirio Rojo y una que otra cosita por ahi. Si cuando yo compré un acordeón chiquito (pequeño) Celedonia (Mi Mamá) me hubiese apoya’o o hubiera teni’o quien me enseñara, yo fuera acordeonero, yo le sacaba notas, pero no tenía tiempo y cuando lo cogía a Celedonia no le gustaba. Después compré el que ustedes me veían por ahí, de juguete, que se lo regalé a Juandi. (Bisnieto de 11 años, que de pronto saque la vena musical) Ahora que ustedes me regalaron uno de verdad, ya estoy viejo.
– Bueno, no serey rey pero eres primo hermano de Colacho Mendoza, rey 1969 y el primer rey de reyes en 1987. Y lo mejor papi es que, ¡Mío Es Tío!!
– ¿Tío cómo?
– ¡Aja! ¿No somos guajiros? Los hijos de mis primos, son mis sobrinos, porque mis primos, son mis hermanos.
Nos reímos. Hablamos un rato de su Efímera amistad con Colacho cuando iba a La Peña enamorado de María Sierra y de esa estrofa desconocida de su famosa canción De La Junta Pa Las Peña, que siempre me ha cantado:
“A mi me llaman Colacho, mi nombre es Nicolás Elías, siendo yo tan buen muchacho que no me quiera María”
Noralma Peralta Mendoza
¡Muy buena crónica Nora!
Como todas las que has hecho. Me gusta mucho donde fuiste marimbera y no te diste cuenta. 🤣🤣🤣
Hasta hoy termino de leer esta excelente crónica la había empezado pero una mala noticia me hizo dejarla en espera y vea que mi hermana saco su casta Peñera al final … me declaro sobrina también