Es una lucha que se libra cada mañana en la casa de la señora Luz Ojeda en la calle 15 con 25 en barrio el Carmen de Maicao. – ¡Brinda un pan con café! le insiste Orlado Medina Rojas, un Monguiero que en su pueblo natal lo conocen como “Chombe” y en Maicao como “El Mulo”, aunque el asegura que quienes lo conocen bien saben que en el agua es un pez y en el monte un chupaflor. El religiosamente desde hace muchos años llega todas las mañanas saluda y exige café con pan a su prima, oriunda de Villa Martin (Machobayo) Luz Ojeda.
- ¡Amaneciste viva cascaron! Dice Orlando
- ¡Estas vivo tu animal hediondo! Contesta Luz, al tiempo que ambos ríen a carcajadas.
Son mayores de setenta años y asegura el uno mirando fijamente al otro que fue cargado por él o ella cuando era un infante.
Y comienzan las jocosas ofensas de parte y parte mientras toma partido otro ya mayor nacido cerquita de los montes de Oca, en Carraipia, él se llama Ramón Aguilar, pero ellos cariñosamente le llaman “monche” este también llega en busca de café y pan, ella les dice que ni tiene café y el pan lo tienen que pagar, ya que en el pasado han tratado de arruinarle su tiendecita. En una ocasión Luz había dejado la reja abierta y “El Mulo” se metió sigilosamente, agarró una bolsa de pan ocañero y cuando le metió el primer mordisco al medrugo, le incoó un palillo la encía. Luz que estaba cazando al ladrón se adelantó esta vez al robo y le inserto al pan unos cuantos palillos para limpiarse los dientes, dio cuenta del sujeto cuando este lanzo un grito de dolor, renegando de la desalmada dueña de la tienda. Ella a “Monche” le dice tronquito quemao, y también dice que él va a misa, pero no se deja echar el agua bendita porque lo quema más. “Monche” se defiende diciendo que ella es el huracán de la 15 que tiene la lengua mala y ponzoñosa. Allí arman y desarman el mundo, para las 9 a.m., aumenta la romería, llega Luis Fragozo, un Monguiero más que también habla en favor de sus paisanos, también llega, Carlitos Lindo, un dibullero que apoya a Luz, y todo aquel que va pasando si no llega grita o pita el carro para dar cuenta que marco tarjeta. La casa de Luz Ojeda es la embajada de los pueblos del sur de Riohacha. “El Mulo” volvió a ser víctima el día que Luz le regalo una Harinita, este ingreso a su boca la primera cucharada que devolvió enseguida escupiendo arena, cuando se estuvo recuperando ella le dio un vaso con agua y le dijo
– Toma agua para que no te ahogues, para que después no digas que soy mala del todo.
Es una terapia hacer parte de esa tertulia, sus cuentos y ocurrencias atraen a diferentes personalidades del municipio. ¡Es que Luz es una agradable mujer! dice la mayoría. ¡No la conocen bien! Gritan al unísono “El Mulo” y “Monche”.
¡No hay fecha que no se cumpla ni deuda que no se pague! decía otro Monguiero a quien en vida le decían “La Contra”. Y le llego el día a Luz; había alimentado un gallo basto durante un año y estaba gordo y bonito, ella esperaba para vísperas de la virgen del Carmen una visita de un familiar que venía de lejos, había determinado que el famoso gallo seria el manjar que ofrecería ese día. Abarrotada de gente su casa esa mañana como siempre y mientras fue al cuarto a buscar algo, dejo la reja abierta y ocurrió el lamentable hecho, el gallo fue secuestrado al igual que una silla plástica color crema marca Rimax. Luz, estaba inconsolable, le desaparecieron su animalito que con tanto esmero había alimentado, estaba forrado de un color rojizo, negro y amarillo. Ella culpó “Al Mulo”, pero tenía testigos a su favor que daban fe que de allí no se había movido, y así fue indagando y culpando a los presentes, pero le fue imposible dar con el facineroso, no le quedó más que brindarle pollo a la visita. El mismo día y a la misma hora se le desapareció una gallina negra a Eurípides Pulido, Exalcalde de Maicao y vecino de Luz, para las 4 de la tarde los dos se consolaban en la terraza diciendo:
– Le va dar dolor de barriga al que nos hizo esa maldad.
La silla, el gallo y la gallina nunca aparecieron, una informante anónima le dijo a Luz que vio pasar un gallo volando con las alas amarradas por su patio, cayendo en el patio de al lado, que la precisión del lanzamiento fue milimétrica y que cuando quiso abrir la puerta para preguntar al lado ya no había nadie en esa casa, quedando como evidencia solo una pluma rojiza que recogió para entregársela a la dueña. Pasado un mes en la puerta de la casa de Euripides dejaron 4 huevos y una nota que decía “Ahí le envió la gallina” a Luz no le han dejado ni nota ni pluma ni nada, dice “Monche” que eso es porque ella no duerme y se la pasa pegada a la ventana cazando al ladrón. A su casa cada mañana siguen llegando los mismos personajes a echar cuentos y ella a veces se ríe, pero no mucho ya que no confía en ellos. Desde que le robaron el gallo, Luz Ojeda ya no brinda café.
Luis José Romero Maestre