No cabe la menor duda de que el uribismo y por supuesto el gobierno actual, y sus alfiles desde funcionarios de alto nivel hasta los mandos medios, congresistas y obviamente y con más veraz los jerarcas de la secta encabezada por el Sumo Sacerdote apelaran a todas las formas de lucha y medios lícitos, ilícitos, turbios y criminales para seguir ostentado el poder hasta que San Juan agache el dedo. Se han aferrado a la teta del Estado colombiano y la exprimirán hasta secarla. Y en ese objetivo no desmayaran en descalificar, inhabilitar, desprestigiar a quienes consideren una amenaza en ese afán.
Cualquier movimiento político que no comulgue o que ponga en peligro su disfrute de las gabelas y canonjías que se deriven del control y captura del Estado va a ser objetivo propicio, y en ese propósito se valdrán de cualquier medio para impedir ser destronados. Para ellos el enemigo está jerarquizado acorde con la amenaza o distancia en que se encuentre de sus intereses. Petro y sus aliados presentes y futuros, son el trofeo más apetecido. La secta no escatimará ninguna estrategia de debilitamiento, de difamación, con tal de sostener y extender las dos décadas de tropelías usadas para continuar enquistada en el poder. Seremos testigos de la exacerbación virulenta y la multiplicación de métodos non sanctos característicos del uribismo. No se van a parar en mientes, ni van a prescindir de procedimiento alguno para sus torvos propósitos.
Dentro de la cadena de patrañas, pretenden enlodar a uno de los antiguos aliados del establecimiento que junto con Roy Barreras- recordemos la magnificación del episodio del maletín olvidado en el hotel Tequendama- Ahora el turno le corresponde a su colega Armando Benedetti – con ello no intento fungir como abogado de oficio de Benedetti-, entiendo que no es ninguna pera en dulce. Todo indica que absurdamente lo quieren involucrar en el aberrante y cuantioso escándalo de Centros Poblados, dizque llamó a la Ministra para interceder y solicitar que el contrato fuese cedido a una firma norteamericana. Al parecer la intención es matar dos pájaros de un solo tiro: por un lado tender una cortina de humo para distraer la atención y salpicar no solo al senador Benedetti, sino que indirectamente quieren enredar y poner en tela de juicio al Pacto Histórico y a sus líderes y por supuesto a la campaña presidencial de Petro.
El sentido común y el conocimiento de las intimidades del funcionamiento del Congreso de la Republica, la circunstancia de ser Benedetti un senador de oposición pone en duda no solo que haya realizado la llamada a la Ministra, y mucho menos que, su sugerencia o recomendación para la cesión del contrato pudiera incidir en la decisión de aquella. Benedetti no parece tan tonto como sugieren los hechos. Todo podría estar apuntando a una vindicta contra la oposición encontrando en Benedetti el chivo expiatorio perfecto: Barranquillero, apostata en su alianza pretérita con el uribismo y los usuales cuestionamientos a su desempeño en episodios similares.
En este entramado llama poderosamente la atención que el abogado de la Ministra sea uno de los habituales miembros del staff de defensores del expresidente Uribe; involucrado en el incidente de la gestión para que Monsalve testigo estrella en el proceso por fraude procesal y soborno contra Uribe se retractara. Podría estarse fraguando una nueva manguala, una especie de Lawfare a la colombiana, como parte de la guerra sucia electoral que se avecina y de la cual se han presentado varias evidencias.
La defensa contundente y la agresiva respuesta de Benedetti a los señalamientos de la exministra Abudinen no insinúan a alguien incurso en lo que le atribuyen, sería un cínico descomunal.
José Luis Arredondo Mejía