La izquierda viene creciendo. No es mayoría, pero sin duda viene creciendo. Adelanto algunas razones: 1. Los jóvenes no conocen la historia nacional, no vivieron o no recuerdan el país asediado por la izquierda revolucionaria y el esfuerzo titánico que se hizo para rescatarlo. 2. Más allá de la impunidad de hecho que les entregó, Santos le lavó la cara a la guerrilla y, en paralelo, creo una institucionalidad (JEP, Comisión de la Verdad, etc) que está en la tarea de igualar éticamente la conducta de los terroristas y de la Fuerza Pública y que, al mismo tiempo, no quiere hacer ningún esfuerzo por establecer la responsabilidad, y con frecuencia la complicidad, de la izquierda política en el desarrollo, el crecimiento y los crímenes de los guerrilleros. 3. En su esfuerzo de conseguir su reelección y de ganar el plebiscito, estigmatizó a la derecha y la centro derecha como “enemiga de la paz” y esa idea quedó impregnada en unos jóvenes que, por su edad y condición, son idealistas. 4. Como si lo anterior no fuera suficiente, la izquierda controla los sindicatos de maestros del sector público, maestros que hacen con eficacia la tarea de adoctrinar a nuestros jóvenes. 5. Y controlan también el relato sobre el país, ayudados por unos medios que, como reconociera alguna vez Felipe López, entonces dueño de Semana, tienen redacciones predominantemente de izquierda. 6. Como puntilla, un sector de la administración de justicia decidió cobrar venganza contra Uribe y quienes le son cercanos. La politización de la justicia y, su contracara, la judicialización de la política.
De este lado también hay responsabilidades: 1. La izquierda es estratégica y piensa y actúa a mediano y largo plazo, es proactiva y está siempre a la ofensiva; la derecha y la centro derecha no hacen reflexión estratégica, son coyunturales, cortoplacistas. reactivas y defensivas. 2. La izquierda aprendió que la política hay que hacerla asumiendo banderas y vocerías de sectores sociales (indígenas, maestros, sindicalistas, población LGTB+, etc.); acá se cree que debe hacerse con los partidos políticos. 3. La izquierda se asume como tal y no teme reconocerse e identificarse así. La derecha y la centro derecha son vergonzantes y muchos creen que lo conveniente es decirse de centro, cualquier cosa gaseosa y gris que ese centro sea. 4. La confusión no es solo nominal y doctrinaria. Los gobiernos elegidos como de centro derecha se disputan con la izquierda quien ofrece más subsidios, aumentan los impuestos y el tamaño del Estado. 5. La izquierda le apuesta a los jóvenes; la centro derecha y la derecha se niegan a asumir su formación y a forjar nuevos liderazgos. Sus partidarios se están envejeciendo rápidamente. 6. La izquierda asume banderas altamente ideológicas y acá se abandona la doctrina. 7. La izquierda, desde Gramsci, entendió el valor sustantivo de la cultura y el relato. Aquí todavía no se ha entendido el valor crucial, vital, de la batalla cultural y sus repercusiones políticas. La izquierda acapara el relato sobre el país. 8. La centro derecha y la derecha no han hecho la tarea de mostrar los hechos: acá, con todos sus defectos y debilidades, hay democracia y no un régimen autoritario como donde detenta el poder la izquierda carnívora. Aunque es muchísimo lo que queda por hacer, no es menos cierto que este es un país mejor, mucho mejor, con menos pobreza y menos desigualdad, que el que había hace apenas veinte años. Y, en todo caso, un país con muchos menos pobres que aquellos donde gobierna la izquierda carnívora, verbigracia Cuba, Nicaragua o Venezuela, o incluso la izquierda vegetariana, como Argentina. Hemos sido incapaces de destacar los avances, los progresos, los éxitos. El discurso mentiroso, peligroso, deslegitimador y catastrofista de la izquierda, que niega que acá hay democracia y anuncia una y otra vez golpes de estado nunca acaecidos, que magnifica los problemas sociales y que le echa todas las culpas al modelo de economía de mercado, es el que circula. 9. Las costumbres políticas se corrompieron, de la mano del narcotráfico hizo carrera la idea del dinero fácil y rápido, y se hizo casi imposible relacionarse con el Estado sin que medie una mordida. Los ciudadanos, con toda la razón, están hartos, estamos hartos, de los corruptos y de lo que nos cuesta la corrupción. 10. No hemos defendido con suficiente vigor e inteligencia el papel de los emprendedores, de los empresarios, de los miembros de la Fuerza Pública, a quienes debemos nuestra libertad, la preservación de la democracia, el crecimiento económico, la generación de empleo y la disminución de la pobreza. 11. Finalmente, es urgente contar con nuevos liderazgos. Los actuales se desgastaron de la mano de los ataques sistemáticos de la izquierda y de sus propios errores.
Es indispensable empezar a pensar y trabajar estratégicamente, con miras a no volver a vivir el desasosiego, la angustia de un posible triunfo de esta izquierda local tan lejana de la centro izquierda europea, esta izquierda criolla retardataria, reaccionaria, dinosáurica, corrupta, para la que toda ha valido antes, como la combinación de las formas de lucha, y para lo que todo vale ahora, como lo prueba la campaña de Petro, una cloaca que recoge bandidos, violentos, guerrillos, paracos, mafiosos, corruptos, lo peor de lo peor, con escasas excepciones.
Hay que construir la renovación democrática. Hay que empezar por votar bien este domingo. Y por votar contra Petro en segunda vuelta.
Rafael Nieto Loaiza